Ni rastro de ella. De 'bandera', mujer encantada de exhibirse y gustar, pasa a 'bandrés', que viene a ser un cuero fino. Nada de la ... palabra 'banderilla'. Al menos en el Lexicón Bilbaino de Emiliano de Arriaga. Lo cual resulta revelador. Porque hablamos de una palabra utilizada en Bilbao, y en casi toda Bizkaia, para designar eso que llaman pintxo. Lo recordaba hace unas semanas alguien que sabe de tabernas y barras. Josu Loroño. El popular periodista, y orgulloso hijo del legendario ciclista, vivió sus días de tasquero y reconocía que le chirría la palabra pintxo, existiendo otra tan botxera como banderilla. Además su razón de ser es tan nuestra como desconocida. Así que valgan estas líneas para abrir el debate.
Antes de nada aclararemos que la teoría de que el primer pintxo fue una banderilla que acabó llamándose gilda es errónea. Y todavía más que, al darlo por cierto, fijen la fecha en 1942, en la donostiarra Casa Valles. Que la gilda nació en Donostia nadie lo duda. Pero que no hubiera bocados de barra antes es absurdo. En la vieja casa de comidas de la familia de un servidor ya se ofrecían grillos para sobrellevar el exceso de txikitos. Hablo de comienzos del XX, primero en el Goitibera de Iturribide y después en el Uriarte de Alameda de Recalde. Y basta con preguntar en templos de barrica y serrín en el suelo desde cuándo llevan atravesando patata, cebolla y lechuga con un palillo.
Así que lo de la primera banderilla lo dejaremos para futuros lunes. Hoy hablemos del término. No sabemos su origen, pero parece que antes del año 1896 no era muy común el uso de los términos 'banderilla' y 'pintxo'. De lo contrario, Don Emiliano los habría incluido en su Lexicón. Tampoco sorprende dado que lo que se consumía en tabernas y txakolis, a modo de bocado urgente, eran huevos cocidos. Presentados en una cesta sobre la barra o servidos en las mesas, permitían empapar lo bebido para seguir de rondas.
No había por tanto palillo por medio. De hecho el ahora llamado 'bilbainito', que siempre fue el medio huevo con mayonesa y gamba, viene a ser una evolución de aquél que servían cocido. Por tanto, todo apunta a que la banderilla más antigua en Bizkaia es el grillo. Y lo del palillo podría haber llegado del norte de Italia, con quien nos unían asuntos comerciales y ferroviarios. De allí vino el fuelle del infierno, o trikitixa, y algunos historiadores apuntan a que también el mondadientes. Lo único claro es que no es tan antiguo como algunos creían, ni tan moderno como para que se lo atribuyamos a la gilda. Tampoco podemos olvidar que en el sur de España aceituna y palillo llevan juntos desde hace largo tiempo.
Así que, abierto el melón del origen, pasemos a la razón del propio término. Banderilla. «Palo delgado, de 70 a 80 cm de largo, adornado con cintas de colores y terminado en un arponcillo de metal, que los toreros clavan de dos en dos en la parte delantera del lomo del toro». Eso apunta la RAE como primera definición. Después aborda su función gastronómica, pero no dice nada que no sea genérico. Así que nos quedamos igual. Por eso algunos nos atrevemos a aventurar que podría tener origen taurino. Basado en la primera definición, nuestros antepasados entendieron que el bocado adquiría alma de astado al ser atravesado por un palillo. No es descabellado teniendo en cuenta que la tauromaquia estuvo muy presente en el siglo XIX. Aunque posteriormente pasó a ser de plástico, con forma de espada y hasta simulando ser bandera.
Pero, como decíamos al principio, no solo se dice banderilla en Bilbao. En Amorebieta, Algorta, Gernika, Zalla o Plentzia, por citar cinco lugares, los veteranos los siguen llamando así. Aunque me temo que se irá perdiendo. Como sucede con Las Siete Calles, a las que casi todos llaman Casco Viejo. O con la palabra 'txikito'. Formas del habla popular que sucumben bajo el peso de las modas y el calendario. Lo que no impedirá que algunos, así pasen mil años, sigamos llamándolas banderillas.
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