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70 años separan el principio del fin del Kirol. Es el tiempo recorrido por uno de los restaurantes más emblemáticos de Bilbao: el de Andoni ... y Gorka Zugazagoitia. El establecimiento de Bertendona bajará la persiana el próximo miércoles, aunque, en realidad, lo hará por segunda vez en una década. Será una Semana Santa pasada por la nostalgia. Los renglones se les empezaron a torcer a estos hermanos cuando, a finales de 2014, se vieron obligados a abandonar el viejo local que su aita abrió en 1955 en Ercilla.
La carestía de los alquileres que tanto daño está haciendo al comercio local pusieron muy cuesta arriba el negocio. El propietario de la lonja de las puertas rojas lo sacó a la venta, pero a los Zugazagoitia no les salieron los números. «Nos dieron una oportunidad, pero fue imposible porque pedían una barbaridad», recuerda Gorka.
Así que no les quedó más remedio que emprender una nueva etapa en una arteria igualmente céntrica, pero sin el trasiego de Ercilla, en cuyos fogones condimentaron unos platos que han marcado un antes y un después en la cocina vizcaína y que antes popularizó su aita, al que todo el mundo conocía en Bilbao como 'Josetxu el del Kirol'.
No les hizo falta lucir ninguna estrella a ninguno de los tres. Se bastaron y sobraron con sus habitas y chipirones en salsa, sus morros y manitas de cerdo, perdices y sordas, su zancarrón en salsa con pimienta... Pero, sobre todo, su famosa menestra de verdura y su «merlucita» frita con pimientos rojos que tantas veces degustó el antiguo alcalde Iñaki Azkuna.
¿El secreto de tanto éxito? En la familia nunca se liaron la manta a la cabeza. «Comprar buen género y no ser torpe en estropearlo. Eso y que nunca usamos freidoras, microondas, ni ollas exprés. Si había que hacer caldo, cinco horas que nos llevaba prepararlo», se enorgullecían Andoni y Gorka, que contaron con el apoyo de su amama, Eva, y la 'invisible' tía María Luisa, que se pasó casi toda la vida en los fogones desde primeras horas de la mañana hasta bien entrada la madrugada.
Con su cambio a Bertendona, perdieron algo de brillo, pero libraron a los clientes de sustos al evitarles las escaleras que conducían al comedor, en el que solo cabían siete mesas, y por las que rodó más de un comensal. Cuentan que una señora se cayó y se rompió la nariz, pero primero comió y luego se fue al hospital.
En su último destino mantuvieron su merecida fama con sus pintxos de tortilla, una de las mejores de la villa. En el Kirol, el primer restaurante que abrió sus puertas en la capital vizcaína con nombre en euskera, se iba a comer y a muchas más cosas. En su interior se fraguó la fundación del mítico Águilas de baloncesto, mientras que Ainhoa Arteta tenía la costumbre de coronar las sobremesas con su voz.
Lo frecuentaron políticos y poderosos empresarios, pero también espectaculares actrices, con la espectacular Ava Gardner a la cabeza, y una María Asquerino que acabó de patitas en la calle por las pegas que puso en la barra.
Las anécdotas se suceden mientras va aproximándose el final de un local que llevaba seis semanas sin comedor por las bajas de sus dos cocineras. Lo que nunca se perdió fue la ironía de Andoni y los chistes de Gorka. Ni el entusiasmo de Juanan y Aitor, que acompañaron a los hermanos los últimos diez años. Pero todo se acaba. «Nos jubilamos porque ya hemos trabajado suficiente», confiesa Gorka.
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