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El cadáver de la víctima yace en el suelo custodiado por los agentes. E. C.
Juicio por el asesinato en la calle Zabala

Los peritos policiales confirman que los cartuchos de Zabala fueron disparadas por las escopetas de los acusados

Se analizaron 383 que podrían «aptos» para ser disparadas por cualquiera de las dos armas

e. c.

Martes, 1 de marzo 2022, 17:06

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Expertos en balística han afirmado, en el juicio por el crimen del barrio de Zalaba en Bilbao en 2019, que las tres vainas localizadas en el lugar de los hechos corresponden a disparos realizados por las dos escopetas halladas en la vivienda de los dos principales acusados. Asimismo, han explicado que los cartuchos hallados están cargados con nueve postas, una tipología que está prohibida para la caza porque son «muy peligrosos».

La Audiencia Provincial de Bizkaia ha celebrado este martes una nueva sesión de este juicio con jurado contra un padre y un hijo, que contaban con 70 y 38 años en el momento de los hechos, acusados de matar a tiros el 24 de octubre de 2019 a un varón en la calle Bruno Mauricio Zabala de Bilbao. En el proceso también están acusados de complicidad otras tres personas, dos hombres y una mujer, familia de los dos encausados principales. La Fiscalía reclama penas de 24 años de prisión para los dos principales encausados, mientras que las acusaciones particulares elevan sus peticiones hasta la prisión permanente revisable y los 28 años de cárcel.

La sesión ha contado con el testimonio de varios de los agentes de la Ertzaintza que realizaron la inspección ocular en el lugar de los hechos y que recogieron las pruebas en la calle donde ocurrieron, en la vivienda de los dos principales acusados y en el vehículo del hermano de la víctima, así como expertos de la Ertzaintza y de la Guardia Civil que realizaron pruebas balísticas.

Entre los objetos analizados se encuentran las dos escopetas halladas en el salón de la vivienda de los dos acusados, donde también se encontraron un cañón suelto de escopeta, otra funda de escopeta, dos mochilas con munición y cartuchos sueltos. Según han declarado los peritos de Ertzaintza y Guardia Civil, las dos escopetas, una semiautomática y otra de cañones superpuestos, estaban «en perfecto estado de funcionamiento». Asimismo, se analizaron 383 cartuchos que podrían «aptos» para ser disparadas por cualquiera de las dos escopetas.

También han estudiado las tres vainas localizadas por los agentes de la Ertzaintza en la calle en el lugar de los hechos y de las que, según han concluido los expertos, uno de los cartuchos habría sido disparado por la semiautomática y los otros dos por cada uno de los dos cañones que tenía la escopeta superpuesta, producto de «incidir dos veces en el disparador».

Prohibidos para la caza

Los especialistas han explicado que los cartuchos localizados están cargados con nueve postas, de 8,65 mm de diámetro y 3,78 gramos, con lo que, según han indicado a preguntas de la fiscal, serían similares a una bala de 9 mm. Según han precisado, estas postas tienen «una energía considerable» y, en función de la zona del cuerpo donde incidiese, «pueden producir lesiones graves e incluso la muerte».

Los expertos analizaron dos proyectiles «prácticamente completos» que se hallaron en el cuerpo de la víctima, junto con dos esquirlas, y otro proyectil que se halló en el interior del vehículo, que «tanto en dimensión como la composición y peso» se corresponden con los cartuchos analizados.

Por lo que respecta al vehículo del hermano de la víctima, los agentes han explicado que presentaba dos impactos, uno en la carcasa de la luz de freno trasero, que consideran «producto de un impacto directo de un proyectil que entra prácticamente horizontal» paralelo al suelo, y un segundo impacto, que afecta al vértice superior izquierdo de la luna trasera. Los dos impactos, han apuntado los peritos de la Guardia Civil, son «compatibles con un único disparo». En las pruebas de dispersión que efectuaron, se determinó que el disparo tuvo que ser realizado al menos a 20 metros de distancia del vehículo.

Los agentes de la Ertzaintza que analizaron el resto de las evidencias encontradas en distintas puntos de la calle --elementos balísticos como filtros, restos de postas y algún taco de plástico-- han determinado que son «coincidentes en morfología y forma» con los cartuchos encontrados en la vivienda de los acusados. Los expertos en balística han explicado asimismo que este tipo de munición no está permitida para la caza porque es «muy peligrosa» por su dispersión «muy anárquica» y está pensada para «abatir objetivos de entidad».

Por otro lado, los agentes de la Ertzaintza encargados de la inspección han señalado que no encontraron ningún arma de fuego ni en la calle ni en el vehículo analizado. En el turismo sí hallaron un cartucho 9 mm sin percutir, un cuchillo de cocina de 175 cm de hoja y un bastón con punta metálica.

No positivas

Asimismo, han declarado en esta sesión las facultativas del Servicio de Criminalística del Instituto Nacional de Toxicología que analizaron varias muestras de disparo en la víctima y su ropa. Según han explicado, encontraron en las muestras siete orificios, tres de ellos en la cabeza y tres en el brazo derecho, así como dos heridas en la zona dorsal que parecen corresponder «al roce de una posta». A preguntas de la fiscal, han indicado que, en función de las características de los orificios, tenían que haberse producido al menos con ser un cartucho de nueve postas.

Asimismo, las forenses analizaron varias muestras de residuos en las manos de la víctima y solo en un portamuestras encontraron «tres partículas de plomo, antimonio y bario» en «muy poquita cantidad de residuos», por lo que podrían provenir del propio disparo que recibió o de que «al manipular el cadáver se haya contaminado con algo». Teniendo en cuenta los resultados, no se considera «un caso positivo de residuo de disparo», lo que requeriría, han precisado, encontrar partículas con plomo, antimonio y bario.

Por otro lado, ha prestado testimonio el técnico del Servicio General de Administración que estudió las muestras recogidas en manos, cuello y cara de los dos acusados de realizar los disparos para analizar restos de pólvora. Según ha indicado, se encontraron en varias muestras, aunque no en la totalidad, de ambos hombres «partículas específicas de las que no se conoce otro origen». Finalmente, ha testificado la persona que tasó los daños en el portal de la calle Bruno Mauricio Zabala donde se iniciaron los sucesos, por la rotura del cristal, cuantificados en 180 euros.

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