El 'Juan Carlos I' llega a Getxo para mostrar sus secretos hasta el domingo

El barco, de 231 metros de eslora y 57 de manga en su punto más ancho, tiene de todo: un hangar donde se guardan aviones y vehículos ligeros, la cubierta que hace de pista de despegue y para aterrizar, una capilla, un hospital... Además de para 'proyectar fuerza' (trasladar tropas) sirve también como barco de ayuda humanitaria. En él trabajan desde jóvenes que acaban de empezar su carrera militar hasta veteranos de guerra. Todos los oficios conviven en este coloso de 27.000 toneladas: desde los pilotos de los emblemáticos AV-8B Harrier que se exhiben en el barco - ayer había cinco, además de un helicóptero-, capaces de realizar despegues y aterrizajes verticales, hasta cocineros, controladores aéreos, médicos...

«La mayoría de los oficiales vivimos en el conglomerado de pueblos de la bahía de Cádiz, porque la base está en Rota», explica José Enrique Guardia de La Mora, madrileño de origen pero «con familia por todas partes» que lleva a bordo del 'Juan Carlos I' desde el pasado agosto. Es un veterano de 59 años que ha tenido «la inmensa suerte» de servir en «los tres portaaviones que ha tenido el Ejército desde la Guerra Civil: el Dédalo, el Príncipe de Asturias y este». Capitán de fragata y piloto de helicópteros, empezó hace 40 años en la escuela naval militar y después de ser oficial de la Armada aprendió a pilotar tras un año y medio de adiestramiento en el Ejército del aire. Ahora ejerce como jefe de la unidad área del portaaviones. Es el mando que trae las aeronaves a bordo. «Voy camino de los 40 años de servicio porque ingresé con 19 en la escuela. Me llamaba la atención la aventura, el servicio a la nación y volar».

Como a su hijo, que también es piloto. Guardia también ha servido en escuadrones de la armada estadounidense y argentina como comisionado, y en la fragata Victoria durante la guerra de Yugoslavia. «La época en la que fui a bordo no vivías el dramatismo de la guerra, pero los que están ahora en el Mediterráneo en misiones humanitarias vienen muy impresionados de las cosas que ven en la mar, donde salvan a personas. Pero después, la satisfacción del servicio prestado pesa más», dice.

En el puesto de mando hace guardias Mari Carmen Zamudio, de Sevilla, que trabaja en el portaaviones desde verano de 2017. Tiene 32 años y el 'Juan Carlos I' es su tercer destino: antes, estuvo en una fragata y en un cazaminas. El Ejército siempre fue su vocación y «mis padres me apoyaron en todo». Estuvo cinco años estudiando en la escuela naval militar de Marín, en Pontevedra, y ahora planea las entradas y salidas de los puertos y es la responsable de la seguridad en la navegación. No volverá a Rota, de donde salieron el pasado lunes, al menos hasta el 18 o 19 de abril, y después «ese mismo domingo volveremos a salir de maniobras». ¿Vacaciones? «Es complicado, porque para que el barco funcione bien tiene que estar la dotación completa. Pero en verano se hace la parada (técnica) y podemos coger unos días, y durante el año, cuando no hay ejercicios», expone.

El 'Juan Carlos I' también lleva a bordo el hospital «embarcado más grande del Ejército», describe con orgullo Jorge Ballesteros, teniente de enfermero, de 26 años natural de Zaragoza. Él trabaja gestionándolo, atendiendo urgencias... Tiene todo lo necesario para atender a cualquier paciente. Hay hasta quirófano. Ahora mismo, hay un médico, tres enfermeros y un dentista adscritos, pero si el barco saliese de misión, se embarcaría a más personal. Estudió enfermería, después la oposición y pasó por un año de formación militar. Lleva un año y medio sirviendo en el buque. A corto plazo, podrá marcharse a otro destino. Si quiere. «Me encanta viajar y escogí la Armada te permite conocer otros países», relataba. Todos zarparán mañana tras el almuerzo para seguir con las maniobras.

La expectación en Getxo ha sido máxima. Tan es así que los accesos al Puerto Deportivo han llegado a colapsarse. A las ocho de la mañana, el rompeolas era ya un hervidero. El portaaviones se deslizaba a escasos nudos por las aguas mientras los militares saludaban desde la cubierta, como en las películas. Gabriel Arrue, un getxotarra de 20 años, y su compañera faltaron a clase para observar su llegada. «Ha surgido algo de debate, pero es un espectáculo. Un portaaviones no se ve todos los días», decía. La riada de visitantes siguió durante todo el día. Estudiantes, amas de casa, señores que recordaban con nostalgia la 'mili' en la Marina...«Antes había fragatas y destructores mucho más pequeños. Y este es el más barco grande y el último hecho para el Ejército», explicaba Javi Rabanedo, un vecino de Barakaldo de 61 años. Autoridades y políticos como Jesús Loza, el delegado del Gobierno en Euskadi, o Pablo Casado, el 'jefe' del PP, visitaron por la tarde el buque. Casado lo hizo junto a la cúpula de su partido en Euskadi, encabezada por Alfonso Alonso.