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Bilbaínos con diptongo

El cura y el payaso

Lunes, 19 de agosto 2024, 01:16

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Hace unos meses, paseando por el Parque de los Patos, miré la estatua de Tonetti y recordé la fábula del Príncipe Feliz. Las palabras de ... Wilde encajaban a la perfección en ese bronce. Se quejaba en su día la maravillosa Karmele Larrinaga, actriz y zarambolas de postín, del cruel trato de los vándalos y de la desidia de la Administración. Al fin y al cabo fue su aita Juan Luis quien la esculpió. Llevaba razón. Raro es el día en que un cretino, que haría bien en pintarse los genitales en lugar de manchar estatuas, no decida ensañarse con ella. Quien hace eso no solo daña el bien común y una obra de arte. Además, y sobre todo, mancha nuestra esencia. Bilbao fue, es y será una ciudad que honra al payaso. Solo quien se ríe de sí mismo es capaz de alcanzar la excelencia. Tonetti lo sabía. Y también entendía de cariños en tierra ajena. Junto a su hermano José convirtieron el Botxo en el eje de su pista circense. Parte de la culpa la tuvo un bilbaino llamado Miguel María, de apellido Mendizabal y de sobrenombre 'cura del circo y los feriantes'. Mañana un grupo de amigos se juntarán por él. Para colocar una placa en el lugar de otra que fue robada. Me lo adelantó José Mari Amantes y ha llegado la hora de contarlo.

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