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A Ismene le quedan seis días para conocer a Sare: «Solo por salir un rato de casa estoy deseando ponerme de parto»

«Cuando me pongo nerviosa me entra tos», señala esta joven de Sondika. Es algo que tendrá que explica a la entrada del hospital de Cruces en el momento de su ingreso

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Miércoles, 1 de abril 2020

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El próximo miércoles, de aquí a seis días, Sare Espina habrá nacido o estará a punto de hacerlo en el hospital de Cruces. En casa de su madre, Ismene Mouzo, en Sondika, serán ya cuatro. El día 8 está marcado en rojo en el calendario de esta familia. La niña nacerá en pleno estado de alarma y esta valiente de 36 años que ultima su embarazo, considerado de riesgo en estas circunstancias tan excepcionales, y que lo hace confinada en casa mientras cuida de su hijo de 2 años, Danel, y «echando de menos un balcón y el aire fresco» -«solo para salir un rato hay veces que estoy deseando ponerme de parto», dice-, está sumida en los últimos preparativos. Desde la semana pasada, esta mujer ha accedido a que EL CORREO la acompañe en la recta final de su embarazo en medio de la emergencia sanitaria, porque los bebés como Sare siguen queriendo llegar a este caótico mundo. Es la vida para decirnos que hay esperanza. Que siempre encuentra el modo de abrirse paso.

Dobla con mimo un conjuntito rosa, el que le pondrá a Sare para en su primera salida a la calle. Al menos irá elegante de la puerta del hospital al coche. En casa Ismene tiene algunas ropitas de su sobrina Maitane y las que aún conserva también de cuando Danel tenía meses. Tiene dos paquetes de pañales talla 1, «aunque no he podido coger de la marca que me gustan» y un buen carro de toallitas. «El gel, la esponja natural, la cremita del culete... eso lo cogí justo el día anterior al confinamiento en una farmacia. Me falta un gel pequeñito para mí», piensa Ismene. Su maletón lo tiene listo si las contracciones pisan el acelerador y hay que poner rumbo al hospital de forma inminente.

Imagen secundaria 1 - A Ismene le quedan seis días para conocer a Sare: «Solo por salir un rato de casa estoy deseando ponerme de parto»
Imagen secundaria 2 - A Ismene le quedan seis días para conocer a Sare: «Solo por salir un rato de casa estoy deseando ponerme de parto»

Su marido y ella hablan estos días de asuntos prácticos como «dónde aparcaremos el coche» y «si nos tenemos que sentar uno delante y otro detrás». De «si él llevará un bocata, pues si el parto se alarga y mi estancia en el hospital también están todas las cafeterías cerradas» y de que «como no hay OTA él no tendrá que estar saliendo cada dos horas a renovar el tique como la vez anterior». También de otros asuntos más farragosos como el el tema burocrático, que es mejor quitarse de en medio cuanto antes. A Ismene esto le mantuvo este martes media mañana al teléfono.

Conviene recordar que cuando nace un bebé, hay que organizarse para realizar una serie de trámites administrativos en el Registro Civil, en la Seguridad Social y en el Ayuntamiento. Son necesarios para convertirlo en un ciudadano con todos sus derechos y deberes. El registro es obligatorio. Debe realizarse entre las 24 horas y los 8 días siguientes al parto. En caso de fuerza mayor, hay 30 días. Luego hay que recopilar toda la documentación para inscribir al chiquitín donde ha nacido y donde están empadronados sus padres. Además, está la ayuda por nacimiento que en el caso del País Vasco, reciben las familias.

Desde 2018, las subvenciones por segundo niño se cobran al nacimiento y al cumplir dos años. Pero en tiempos del coronavirus, todo parece estar en pausa. «En el Gobierno vasco me han dicho que las ayudas están ahora mismo paralizadas, aunque no me preocupa mucho porque hay tres meses de plazo para pedirla. En el Ayuntamiento, que les mande por email el link que me manden desde el Registro. Y en la Seguridad Social también está todo parado, aunque me han dicho que en cuanto esto termine se pondrá el contador a cero«, aclara Ismene Mouzo.

Ismene es una máquina. Cuando tuvo a Danel y rompió aguas, ella misma condujo hasta el hospital. «Estaba en la clase de preparto y sucedió allí, en la clase. Qué mejor sitio para romper aguas que cuando hay una matrona delante, ¿no? El caso es que fuimos dos chicas las que rompimos aguas», explica. Es de esas cosas que recuerdas toda la vida, desde luego. Sus padres, que viven a unos minutos en coche, están ya «esperando la llamada» que puede producirse de un momento a otro. Serán los encargados de acoger a Danel un tiempo hasta que Ismene y Jon vuelvan a su hogar muy bien acompañados. «El niño va a alucinar, después de tantos días sin salir, va a estar en una casa donde hay jardín y una cama elástica solo para él. Lo que me temo es que no va a querer volver aquí», bromea.

Lo que tampoco se le va a olvidar es que el domingo pasado se desveló toda la noche, entre la una y las seis. Pero el día transcurrió sin sobresaltos («¿alguna contracción aislada, quizás?»). Tanto que se les olvidó cambiar la hora. «Y salimos a aplaudir a los sanitarios a las ocho, como siempre». «Siempre ponemos una canción. Tenemos un equipo de música que nos costó más que el mueble de la sala y se oye a tope, y parece que a ningún vecino le molesta. Además, Danel se pone a bailar en el sofá, es uno de sus momentos del día. 'La música, la música, la música', nos dicen en la calle cuando empieza el aplauso y no hemos encendido la música». 

A Ismene le entra tos cuando se pone nerviosa. Es algo que tendrá que comentar a la entrada de Cruces, donde, como a toda persona que ingresa, le van a hacer una serie de preguntas para comprobar si tiene o no síntomas respiratorios. Si estuviera contagiada, no es el caso hasta la fecha, se la aislaría en una habitación. Podría, en todo caso, dar el pecho a Sare provista de una mascarilla y hacer el piel con piel. Confía en salir airosa de Cruces, pero reconoce que teme «lo que se me viene encima después: no poder salir de casa».

«Recuerdo con Danel, cuando había momentos que tenía la cabeza abotargada de tanto dar pecho y maldormir, salía un rato a pasear y se me pasaba. Pero ahora, he leído que la falta de vitamina D, la que produce el cuerpo cuando se expone directamente al sol, puede influir en el estado de ánimo». Es una mujer optimista y alegre, pero es consciente de que el nacimiento Sare desencadenará en ella una mezcla de fuertes emociones. Entusiasmo y alegría, por supuesto, y, nunca se sabe, quizá miedo y ansiedad. Hasta derivar en algo que Ismene podría no esperar: la depresión.

Esta especie de melancolía posparto no es un defecto de carácter ni una debilidad, generalmente empieza dentro de los primeros dos o tres días después del parto y puede durar hasta dos semanas. «Si además de estar encerrada no hace sol... Será complicado. Pero todo se verá», piensa esta amatxu.

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