«La vía óptima para la independencia es un referéndum constitucional»
El arquitecto del resurgir nacionalista revisa su aventura como ministro principal desde su actual despacho de diputado en Westminster
íñigo gurruchaga
Sábado, 19 de diciembre 2015, 22:43
Alex Salmond cumplirá 61 años en unos días. Es diputado en el Parlamento escocés pero no se presentará como candidato en las elecciones autonómicas de ... mayo. Mantendrá el escaño en el de Londres, que ganó en junio como parte de la aplastante victoria en las elecciones generales de su Partido Nacional Escocés (SNP), que lideró durante dos décadas. Fue el arquitecto y líder del movimiento independentista que perdió el referéndum hace poco más de un año. Recibirá en 2016 el Premio de la Fundación Sabino Arana y verá pronto su diario de aquel referéndum, The Dream Shall Never Die (El sueño nunca morirá), traducido al euskera, la tercera lengua en la que se publica, tras el inglés y el gaélico.
- Usted lamenta que la campaña por el sí tuviera su punto álgido demasiado pronto. Hubiese preferido tener una ligera ventaja o estar empatado en el fin de semana anterior al voto.
- La opinión favorable a la independencia tenía una trayectoria ascendente, pero no es algo que se pueda controlar. Me hubiera gustado llegar fuerte y muy tarde al clímax, pero ocurrió demasiado pronto. Nos adelantamos dos semanas y eso provocó la reacción del establishment. Cancelaron la sesión de preguntas al primer ministro y los tres líderes vinieron rápidamente a Escocia, orquestaron una campaña de miedo a través del Ministerio de Hacienda y de empresas. Cosas realmente tontas. Los grandes almacenes Asda y John Lewis, que es una sociedad de sus empleados, sugirieron que sus precios subirían tras la independencia. Les convocaron a una reunión en Downing Street diez días antes del voto. Pero otras empresas, como Tesco o la cadena de pubs Wetherspoon, les dijeron que no era asunto suyo. Presionaron a bancos como Lloyds y RBS para que emitieran comunicados.
- Pero usted afirma que cometió un error.
- El tercer elemento de este triángulo perverso fue la BBC, que emitió todo ese sinsentido como si fuera factual y manchó así lo que es posiblemente la mejor reputación en el mundo de una radiotelevisión pública. La BBC podría comentar con imparcialidad cualquier referéndum en el mundo con la excepción del de Escocia. En un mundo perfecto, nuestra ventaja habría llegado en la última semana, cuando hubiese sido demasiado tarde para orquestar la campaña de atemorización. Nadie puede controlar esas circunstancias, eso sería un poder divino. Pero mi mayor error estratégico fue subestimar la conducta de la BBC. Estaba convencido de que la conducta de la prensa sería mala, porque siempre lo es, y de que el Gobierno británico se comportaría mal, a pesar del acuerdo de neutralidad de la administración pública en la campaña, porque son así. Pero toda mi experiencia era que las radiotelevisiones actuaban con imparcialidad en campañas electorales. Tenía que haber pensado más sobre la BBC.
- Discrepa con el análisis que señala que hubo una diferencia generacional en el voto del referéndum y afirma que se dividió entre quienes se informan por lo que llama los viejos medios y quienes lo hacen por las redes de internet.
- Yo creo que el factor más determinante no fue la edad, la geografía, ni siquiera la clase social. Fueron importantes, pero el factor más decisivo fue cómo la gente recibió su información. Quienes la recibieron de los medios sociales en general votaron sí. Y quienes la recibieron de lo que llamo medios de madera muerta, e incluyo a la BBC, votaron en general no.
Palo y zanahoria
- Pero ese poder que atribuye a los medios tradicionales parece conducir a una conclusión fatalista.
- No lo es en absoluto. Si hubiésemos tenido el referéndum hace diez años, habríamos sido aplastados, lo tuvimos el año pasado y fue muy ajustado, si lo tenemos en diez años lo ganaremos. Pero hubo otros aspectos que influyeron en el no en la última hora. No hubo sólo palo, también hubo zanahoria. La promesa de que obtendríamos todo rápidamente, el conejo que sale de la chistera.
«La consulta británica sobrela UE será muy ajustada»
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Salmond mantiene su defensa del derecho a celebrar un nuevo referéndum de independencia si en la consulta británica sobre la pertenencia a la UE Escocia vota por permanecer en la Europa comunitaria y el resto de Reino Unido lo hace por marcharse.
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- La campaña del referéndum fue extraordinaria, la población participó en un debate muy vivo, había un gran optimismo y creatividad entre los independentistas. ¿Me equivoco al creer que el afán de independencia está muerto en el corto y medio plazo? El Gobierno de Nicola Sturgeon está negociando un nuevo marco fiscal con Londres, el precio del petróleo crea más incertidumbre económica...
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- La evidencia inmediata de que se equivoca es la aplastante mayoría en las elecciones generales. Si los escoceses hubiesen pensado que ya se ha perdido la oportunidad y se hubiesen hartado de la política, no se habría dado ese resultado, con 56 de los 59 escaños para el SNP. La gente quiere intentarlo de nuevo. Sobre el precio del petróleo los mercados suben y bajan, como los precios, y con el petróleo el precio en el largo plazo está determinado por el coste de reemplazar los barriles consumidos con nuevos recursos, que es mucho más alto, más cercano a los 100 dólares que a los 40. Cuando fui ministro principal, el precio del barril estuvo más bajo; cuando trabajé como economista del petróleo, fue de un dígito. Creo que hay cincuenta países productores de petróleo y ninguno dice que no merece la pena tenerlo. Una de las más graves decisiones que se han tomado recientemente es la cancelación del proyecto de captura y almacenamiento de carbono en Peterhead (Escocia). El gran reto de los países productores de petróleo y gas no es el precio sino cómo hacer compatible la producción con el futuro del planeta. El Gobierno prometió que construiría el proyecto durante el referéndum, también lo incluyó en el programa electoral. Pero tratan de esa manera las cosas y a la gente.
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- Y la otra posibilidad mencionada por ustedes de un nuevo referéndum es que Reino Unido vote por abandonar la UE. Pero eso crearía tales complejidades sobre la moneda, el movimiento de personas... que parece impensable una mayor confianza en la independencia.
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- Yo creo que, si se llega a esa situación -en la que Escocia vota por permanecer en la UE y el resto de Reino Unido por marcharse-, se darían los cambios en las circunstancias de la gente que provocarían un segundo referéndum. No se decidiría exclusivamente en torno a la cuestión europea, porque es una entre muchas cuestiones. Recuerde que uno de los argumentos de la campaña del no fue que si la gente votaba sí significaría, sin ninguna justificación legal o política, que nos quedábamos fuera de la UE. Sería una situación fascinante. El argumento del no sería anulado y podría utilizarse en la dirección opuesta. Y ¿cuánto tiempo lleva marcharse de la UE? No ocurre en un día o en siete meses. El único ejemplo que tenemos es elde Groenlandia, en una era mucho menos complicada que la actual. Para llegar a un acuerdo con todos los países de la UE estamos hablando de un período quizás de siete años. Y, en algún momento de ese período, los escoceses podrían decir Preferimos permanecer como ahora, gracias. Creo que es factible. ¿La moneda? ¿Cuál es la diferencia para el resto de la UE entre que un país use su propia moneda o use la de un país que no está en el euro? Y el líder de la campaña del no, Alistair Darling, ya dijo que no existe impedimento para que Escocia utilice la libra. Sobre el acuerdo de fronteras, estaríamos en la misma posición en la que está ahora Irlanda, que no está en Schengen porque mantiene la zona de libre tránsito con Reino Unido. No veo esos problemas, creo que los argumentos del no se debilitarían y se fortalecerían los del sí a la independencia.
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«El mejor de los tiempos»
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- ¿Cómo ve el referéndum británico?
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- Creo que tendrá un resultado ajustado. Mi intuición es que la campaña por la permanencia ganará, pero que será extremadamente ajustado. Gracias en gran medida a la inepta posición negociadora de David Cameron. Ha perdido de nuevo, como en Escocia, el control de algunas cuestiones clave ha perdido el calendario, perdió su propuesta sobre la pregunta y ha perdido cosas que utilizó bochornosamente en Escocia, como las intervenciones del Ministerio de Hacienda, porque ahora se lo impide su propio partido. No puedo confiar en una estrategia negociadora que propone una agenda que es anodina para muchos miembros de su partido y para todos los euroescépticos, y en la que parece que no ha acordado con los principales socios europeos ni siquiera esa agenda anodina.
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- Era usted observado por el entero planeta. Un referéndum en el que se decidía su aspiración sostenida desde su juventud. En un ambiente de extraordinaria exuberancia política. Era, lo escribe en su libro, «el mejor de los tiempos, el mejor de los tiempos». Y ahora es diputado. Tiene este despacho. Y da entrevistas como esta. ¿Es una experiencia dura?
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-Créame, en el contexto de la Cámara de los Comunes este despacho es suntuario (risas). Me encantaba ser ministro principal, adoraba ser ministro principal. Pero todo tiene su tiempo en la vida y en la política. Mi tiempo como ministro principal fue bueno, como lo fue en el referéndum a pesar de que perdiésemos. No paso mucho tiempo mirando hacia atrás. Hago muchas cosas que me gustan y estoy muy contento con mi sucesora, que da pasos hacia adelante. Harold Wilson, el primer ministro laborista en los años 60 y 70, a quien admiro mucho, dijo una vez «Márchate cuando te preguntan por qué te marchas, no cuando te preguntan por qué sigues». ¡Y además ahora me dan medallas!
- Usted sugirió a David Cameron en 2010 que adoptase la idea de máxima autonomía. ¿Qué habría ocurrido si hubiese aceptado su sugerencia? ¿Habría convocado el referéndum?
- Habría afectado al calendario. Yo creo que Escocia será un país independiente. Pero, si hubiésemos llegado a un acuerdo sustancial sobre la autonomía, el argumento en favor de retrasar el referéndum se habría reforzado. También rechazaron el referéndum que propuse con tres opciones (independencia, máxima autonomía o estatuto actual). Ese planteamiento no significa que renuncias a la independencia sino que buscas el mayor progreso que puedas alcanzar en ese momento. Es bien sabido que yo invierto en las carreras de caballos. Y a veces apuesto por mi caballo como ganador y colocado. Apostar así no significa que no quieras la victoria de tu caballo. Y la ironía es que David Cameron tuvo que ofrecer en la promesa de la última semana lo que había rechazado, la máxima autonomía.
- En el Acuerdo de Edimburgo con Cameron logró su objetivo, sentar el precedente de que Escocia puede lograr su independencia mediante un referéndum consensuado. ¿Es ese consenso también la única vía para lograrla en el contexto del mundo de hoy? ¿Podría lograrse la independencia de Escocia por una vía unilateral?
- Diferentes países, en diferentes momentos históricos, han encontrado diferentes rutas a la independencia. Esas rutas han implicado procesos electorales, como en Checoslovaquia, donde no hubo referéndum. Los Estados Unidos de América llegaron a la independencia mediante una declaración unilateral. Otros países la alcanzaron como parte de un proceso de descolonización. Pero en el mundo moderno me parece que el método óptimo de reivindicar u obtener la independencia es un referéndum constitucional, en términos acordados, en las urnas, implicando a la gente que vive en ese lugar del mundo, aquella que tiene una presencia cívica. Un aspecto esencial es que gente que estaba al frente de algunas instituciones, como José Manuel Durao Barroso, causaron un enorme daño a esas instituciones afirmando que Escocia sería expulsada de la UE tras un referéndum basado en el consenso y el mutuo acuerdo. Si no hay consenso, es más difícil. Durante muchas décadas, Escocia no tuvo ese acuerdo sobre la vía a la independencia. Algunos primeros ministros decían que, si Escocia quisiera la independencia, elegiría una mayoría de diputados del SNP en el Parlamento de Londres. No lo dirían ahora, claro. Harold Wilson lo dijo. Margaret Thatcher también, en sus memorias. Establecer el procedimiento fue un gran paso adelante. Mi argumento es que no ocurre de la noche a la mañana. Una vez establecido ese procedimiento, sería una locura que Escocia se apartara de ese camino. Muy poca gente disputa que, si Escocia elige en su Parlamento una mayoría que promete un nuevo referéndum, esa consulta se celebraría.
- ¿Puedo tentarle a comentar cómo ve la disputa en España y en Cataluña?
- Soy reacio a hacerlo, excepto para decir que desearía que hubiese acuerdo y consenso sobre cómo conducir estos asuntos en España. Me gustaría que el Gobierno español, cualquiera que sea, encontrase un camino para que la gente pueda cambiar. En el largo plazo no se puede negar a la gente que exprese su opinión sobre el cambio. Se puede insistir, con todo derecho en el mundo moderno, en que se exprese en las urnas. Todos deberían respaldar esa idea y que se desarrolle de un modo cívico y sin discriminación. Esas cuestiones son fundamentales. El rey Canuto de Inglaterra tuvo que demostrar a sus cortesanos, en el siglo XII, que no podía dominar las mareas del Támesis. Es una lección de un rey medieval para gobiernos que creen que pueden detener las aspiraciones de la gente con barreras artificiales o negando los medios por los que puede tomar una decisión. No es una estrategia de largo plazo.
La actitud de Madrid
- Menciona en el libro su encuentro con el embajador español, Federico Trillo, en el que le promete que su Gobierno no interferirá y usted le declara el mismo deseo de una manera un tanto irónica, y elogia a José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola y Scottish Power, por no sumarse a las empresas que crearon alarma sobre la independencia. ¿Se quedó satisfecho con la actitud del Gobierno de Madrid?
- En varios momentos, el presidente Mariano Rajoy y otros intervinieron, sometidos a presiones. No creo que fuese decisivo y no pasó de lo aceptable, aunque afectó a José Manuel Durao Barroso. No entiendo la actitud de la Comisión Europea, que no debe intervenir en asuntos internos de un Estado miembro. Tiene un deber hacia todos los ciudadanos europeos. Creo que Durao Barroso tuvo en mente lo que podría ocurrir en Cataluña y en el País Vasco. Para ser justos, el embajador español evitó intervenir y argumentó (en una carta al Financial Times, en respuesta a un artículo) sobre los elementos y la base fundacional de la Constitución. Pero sería un iluso si pensase que el presidente Rajoy era un entusiasta de la independencia de Escocia risas). David Cameron imploró a todos los miembros de la Unión y a otros a que dijesen algo en su favor. Lo logró con Barack Obama, que pronunció unas palabras dubitativas, y con el primer ministro australiano, Tony Abbott, que actuó como un matón, afirmando absurdamente que quienes querían la independencia escocesa eran los enemigos de la libertad en el mundo. Pero otros le dijeron que no, como Angela Merkel. Y algunas compañías, incluyendo Iberdrola o Tesco, hicieron lo mismo y les respondieron que lo que ocurre en Escocia es decidido por la gente de Escocia. Para ser justo, los ejecutivos de los dos bancos de Escocia hicieron todo lo que pudieron para resistir la enorme presión de los altos funcionarios para que emitieran una declaración. No veo por qué tienen que intervenir en la decisión de los ciudadanos, y que haga eso una empresa resulta sospechoso. En el caso de empresas cotizadas en bolsa tendrían que hablar en nombre de todos los accionistas, lo que claramente no sería el caso. Como tampoco deben intervenir los políticos sobre los asuntos de otro país. Salvo para decir que debe haber un proceso para que la gente exprese su voluntad. No digo en absoluto que países que no tienen ese tipo de proceso no respetan los derechos humanos en sus políticas. Pero hay derechos que deben ser defendidos, el de no ser torturado, el de expresarse libremente... Son derechos universales. Y también lo es el derecho de autodeterminación. No los equiparo, pero el derecho de autodeterminación está en la Carta de la ONU y no puede negarse a entidades que son... entidades nacionales. Cuando conocí la decisión del Tribunal Constitucional sobre el término nación en el Estatuto de Cataluña pensé que era una decisión más política que judicial.
Poderes compartidos
- El Libro Blanco sobre la independencia que publicó su Gobierno establece un modelo de soberanía que no ofrece la separación en un Estado independiente tradicional sino una estructura de poderes compartidos entre los Estados desgajados. ¿Es una referencia ineludible en el contexto de la UE?
- Intenté articular una idea de uniones superpuestas: estamos contentos con la Unión Europea, con la unión de las coronas -que se estableció un siglo antes que la de los parlamentos-, con la unión social de la gente escocesa e inglesa en la zona de libre tránsito, y yo quería también la unión monetaria, aunque otra gente favorable a la independencia no estaba de acuerdo.
- Y también proponía compartir reguladores financieros, del sector energético...
- Sí, porque en el mundo moderno hay que buscar lo que es mejor, lo óptimo. Pero la esencia de la soberanía es tener el derecho a elegir. Eliges ejercer tu soberanía en el mejor interés tuyo y en el de tus vecinos. Otros no tienen la misma opinión. Hay quien considera que la moneda es el elemento esencial de soberanía. Pero yo no, yo creo que la esencia es la capacidad de elegir si harás algo o no lo harás...
- Con la salvedad de que ese derecho a elegir qué se comparte no puede ser unilateral porque, por ejemplo, el resto de Reino Unido puede rechazar una relación con Escocia basada en la máxima autonomía.
- Eso es cierto. Y ese fue uno de los argumentos sobre la moneda. Pero recuerde que la libra esterlina no pertenece a una parte del país. El Banco de Inglaterra es el banco central de Escocia, no es del ministro George Osborne. Y, si dice que le pertenece, debe aceptar que junto a los activos es también el dueño de todo su pasivo, algo que ya no le gustaba.
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