El refugio vasco de la exmujer de Putin
El nuevo marido de Ludmila tiene 20 años menos que ella y un palacete en Biarritz
rafael m. mañueco
Lunes, 17 de abril 2017, 02:18
El empresario ruso Artur Ocheretni, que se casó en 2016 con Ludmila, la exesposa del presidente Vladímir Putin, es dueño de un resplandeciente palacete en ... Biarritz, la glamurosa perla de la costa vascofrancesa. Lo adquirió en diciembre de 2013, el mismo año en el que ella se separó de Putin, y le costó cerca de siete millones de euros. La mansión tiene 450 metros cuadrados y un magnífico jardín de 5.000 metros cuadrados con piscina
La noticia se supo a principios de este mes y ha causado verdadera sensación en Rusia, ya que el furor patriotero que invade el país desde la anexión de Crimea invita a pensar que la élite no gaste tanto dinero en el extranjero y se instale en sus propias ciudades balneario, como Sochi o Yalta, a orillas del mar Negro.
También han sorprendido las fotografías de la flamante pareja tomadas en Londres y publicadas en las redes sociales rusas. Las instantáneas fueron captadas el pasado 28 de marzo, lo que hace suponer que el viaje pudo servir para celebrar el cumpleaños de él. Ocheretni cumplió 39 años el 29 de marzo. Ludmila, por su parte, cumplió 59 años el pasado 6 de enero.
La información sobre su boda y el cambio de apellido de ella de Pútina a Ocherétnaya apareció por primera vez en la revista rusa Sobesédnik, en enero del año pasado. Según el semanario, un piso en San Petersburgo propiedad de la familia Putin había sido registrado en el catastro a nombre de una tal Ludmila Alexándrovna Ocherétnaya, cuyos datos personales, patronímico, lugar y fecha de nacimiento coinciden con los de la antigua Ludmila Pútina. Al parecer, recibió el documento de identidad y el libro de familia con el apellido de su nuevo marido el 2 de febrero de 2016.
Pero entonces el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se negó a comentarlo escudándose en que su trabajo no consiste en «desvelar datos de la vida privada del presidente». Se limitó a recordar que los Putin se habían divorciado.
Meses después, en abril, durante el baño de masas televisivo de cada año en el conocido programa Línea directa con el presidente, a Putin le preguntaron sobre si su exmujer había encontrado otro hombre y él se limitó a responder que «a ella le va todo bien (...) es feliz con la vida que lleva y yo también». Y añadió: «Nos seguimos viendo aunque no muy a menudo».
Putin contrajo matrimonio con Ludmila, cuyo apellido de soltera era Shkrébneva, el 28 de julio de 1983. Cuando se separaron estaban a punto de celebrar los 30 años de vida en común. Tuvieron dos hijas, María y Yekaterina.
Artur Ocheretni, 20 años más joven que Ludmila, se ha dedicado a diversos negocios, en especial el inmobiliario, pero también colabora con el consorcio energético Gazprom y con el partido Rusia Unida... el de Putin. Posee además una editorial de libros escolares y dirige una Fundación para el «desarrollo de la comunicación». Las malas lenguas creen que interviene como testaferro para los enjuagues con las cuentas bancarias y el patrimonio de ciertos altos dirigentes, especulaciones que no están documentadas y que probablemente será prácticamente imposible probar.
En medio de todo tipo de murmuraciones sobre si seguían viviendo juntos o si había por medio una amante, Putin y Ludmila anunciaron por sorpresa su separación el 6 de junio de 2013 en el teatro del Palacio de Congresos del Kremlin durante el descanso del ballet Esmeralda. Sin más testigos que el equipo del canal de televisión ruso Rossía-24, declararon que habían decidido disolver su unión matrimonial «civilizadamente».
«Prácticamente no nos veíamos», aseguró ella mientras Putin admitía que lleva «una actividad exclusivamente pública». Ella se refirió también a lo mal que soporta los actos públicos y los viajes en avión, aunque fue azafata. El máximo dirigente ruso dijo al poco tiempo que «lo primero ahora es casar a mi ex esposa y luego ya pensaré en mí».
Aunque no existen indicios ni confirmación oficial, la prensa del corazón insiste en que Putin mantiene una relación con la gimnasta Alina Kabáyeva, de 33 años y con la que, según conjeturas, se habría casado en secreto y tenido un hijo.
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