Los reyes de Bélgica tomaban las aguas en Francia mientras Bruselas temblaba de miedo
Felipe y Matilde se relajaban en un balneario bretón el fin de semana del 21 y 22 de noviembre, coincidiendo con la decisión del Gobierno de su país de elevar al nivel 4 la alerta por amenaza terrorista y mantener a la población sumida en un auténtico toque de queda
elcorreo.com
Miércoles, 2 de diciembre 2015, 17:28
Mientras Bruselas permanecía cerrada a cal y canto ante la posibilidad de sufrir un ataque terrorista, los reyes de Bélgica tomaban las aguas en un balneario de Francia, según se puede comprobar en una fotografía publicada en la portada del periódico 'Le Soir'. Felipe leyendo un libro. Matilde tomando un zumo multifrutas. De lo más relajados mientras sus súbditos permanecían prácticamente atrincherados en sus casas durante cuatro días con los colegios, universidades y el metro de la capital belga con la persiana bajada ante el riesgo de atentado «grave e inminente con armas y explosivos».
Tampoco abrieron sus puertas los centros comerciales, las vías de tiendas, las grandes superficies, las bibliotecas, los museos, los cines... Bélgica se convirtió en una ciudad fantasma vigilada por cientos de militares y policías. Sin apenas tráfico, sin comercios, sin vida. Y mientras el país se paralizaba por el terror yihadista, el rey Felipe y la reina Matilde de Bélgica hacían frente en albornoz a una crisis inédita desde la II Guerra Mundial en un spa de la bretaña francesa.
Una escapada, en el sentido literal de la palabra, de lo más inoportuna que ha escandalizado a un país que vio cómo quedaba sumido en un auténtico toque de queda tras la masacre ocurrida en París el pasado 13 de noviembre, que dejaron 130 muertos y 350 heridos. Hay que recordar que en ella participaron presuntamente al menos seis personas con residencia en Bélgica o con vínculos con el país. De hecho, el principal sospechoso, Saleh Abdeslam, un belga de origen marroquí y que procedía del distrito bruselense de Molenbeek, aún sigue en busca y captura internacional. El temor de otra acción similar en el corazón de Europa era de lo más fundado. Demasiada presión para unos monarcas que parece que necesitaban relajarse a toda costa.
La polémica, bautizada en Bélgica como thalassogate, ha alcanzado tal magnitud que ha obligado a Palacio a dar explicaciones. El portavoz ha asegurado que el rey estaba «permanentemente informado de la situación en el país y en contacto continuado con el primer ministro». Y ha aprovechado para criticar una instantánea «tomada en el ámbito privado, que no muestra al jefe de Estado realizando las labores de su cargo». «Las imágenes son poco elegantes, porque entran en conflicto con la protección de la vida privada de la familia real», ha reprochado.
«Son tonterías»
Fue un periódico satírico francés, 'Le Canard enchaîné', el primero que averiguó el paradero de los reyes y difundió la noticia a través de su cuenta de Twitter: «El rey Felipe y la reina Matilde pasaron el fin de semana del 21 y 22 de noviembre en la Bretaña Francesa», informaron. Y no tardaron en sucederse las reacciones. El diario 'LEcho' fue más allá al preguntarse: «¿Se ha escondido el rey?». Una cuestión que adquiere su lógica al descubrir que los monarcas, inscritos con otros nombres, se relajaban en un centro de talasoterapia de la ciudad de Quiberon.
El periódico 'LAvenir' advierte de que «antes de escandalizarse por la actitud de los reyes convenía averiguar los motivos de la escapada real». Y el diario 'Nord Eclair' reconoce que «este caso hará daño a la imagen del rey, bebiendo un zumo de frutas de manera relajada cuando los habitantes de Bruselas temían lo peor». Por su parte, el rey Felipe de Bélgica le ha quitado hierro al asunto: «Son tonterías».