La incertidumbre política y económica vuelve a postergar la gran ampliación del aeropuerto

La idea se transmitió al Gobierno vasco y al PNV, partidarios de mejorar las instalaciones del Txorierri antes de que 'La Paloma' se desborde. El mensaje era nítido: expandir el aeropuerto e ir más allá de los parches que se han ido ejecutando y que se van a ejecutar en los próximos meses para ir aguantando el tipo frente al incesante aumento de usuarios que se viene registrando desde 2014. Incluso el presidente de Aena, Maurici Lucena, reconoció en junio que, a partir de 2022, la estrategia de su compañía pasaba por realizar fuertes inversiones en plazas intermedias como Bilbao, Sevilla o Málaga.

Sin embargo, en las últimas semanas, este convencimiento ha decaído arrastrado por la incertidumbre política y económica. Ese plan concreto y específico ha quedado por ahora en el aire, a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos en los próximos meses, según ha podido saber EL CORREO. En Aena y en el Ministerio de Fomento se vive un impás, pese a que el tráfico sigue en positivo (se espera cerrar el año en los aeropuertos españoles con un incremento del 3,5%).

Las incertidumbres que se han ido poniendo sobre la mesa a lo largo de este 2019 son muchas. La lista de noticias negativas es larga y no para de crecer: España sigue con un gobierno en funciones y avanza hacia las cuartas elecciones en cuatro años; Boris Johnson ha entrado en escena, agitando el fantasma de un Brexit salvaje (Reino Unido es el principal proveedor de viajeros); la crisis de los Boeing 737 Max ha puesto a muchas compañías en una situación incómoda; los ataques a petroleros y a la principal refinería de Arabia Saudí ha elevado el precio del combustible, un imponderable vital en el mundo de la aviación; y varias aerolíneas han quebrado, mientras que otras como Norwegian (opera varios destinos desde Loiu) han esquivado su colapso 'in extremis'. El último mazazo ha sido la caída del gigante mayorista Thomas Cook. Si bien su influencia sobre Bilbao va a ser muy limitada, no sucede lo mismo con el resto de aeropuertos españoles. Hay que tener en cuenta que «Aena funciona en red», como no se cansan de repetir sus gestores. Una disminución de pasajeros en Málaga con respecto a las previsiones iniciales, por ejemplo, puede suponer una pérdida de ingresos que repercuta en las inversiones a ejecutar en cualquier otro aeródromo.

¿Y qué dice Aena de todo esto? Mantiene su discurso de que el aeropuerto no se va a ver superado por el rápido crecimiento. Insisten en que no están «parados», ni hay ninguna «parálisis». Aseguran que se sigue trabajando en adecuar las infraestructuras a las necesidades futuras. «El objetivo es adaptar la capacidad de los aeropuertos y atender el 100% de la demanda». En esta línea, afirman que «estamos inmersos en la planificación de proyectos en grandes aeropuertos, entre ellos Bilbao». Pero reconocen que, «dada la envergadura de las obras aeroportuarias, es prioritaria una correcta planificación y anticipación de las mismas». Y se sugiere que cuando haya algo en firme, se hará público.