Crece el hartazgo entre los hosteleros de García Rivero: «Perdemos mucho dinero»
Muestran su descontento con la «chapuza» que obliga a volver a ejecutar las obras que soportan desde hace meses por defectos en las baldosas
Hosteleros y comerciantes de la calle García Rivero están hartos y descontentos con la «chapuza» que va a obligar a levantar de nuevo toda la ... calle porque el ayuntamiento no está conforme con cómo han quedado las baldosas ya colocadas. Se rompen con facilidad y tienen un color diferente al habitual, por lo que la empresa constructora deberá retirar el material defectuoso y sustituirlo por uno nuevo y de la calidad adecuada. Las labores, según indican desde el Consistorio, comenzarán en septiembre y se podrían alargar durante unas cinco o seis semanas.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría sobre comerciante y hosteleros, que se quejan de que en estos meses -la obra arrancó en agosto del año pasado y estaba casi terminada- han tenido «pérdidas económicas muy importantes». También reprochan que no les han permitido colocar terrazas, cuando la mayoría de clientes solicitan «poder disfrutar de su café o copa fuera, en la calle». Hoy se reunirán con representantes del Consistorio para expresar sus críticas y para explorar si es viable buscar una solución al problema. Mientras tanto, los perjudicados mantienen la preocupación.
Cristopher Casanova, gerente del bar Miovas, es uno de los afectados. «No es normal que en pleno julio nos digan que tienen que levantar todas las baldosas. Sufrimos muchísimo. Entra menos gente y se nota el bajonazo. Algunos ni siquiera pasan porque ven la calle en obras. Llevamos meses así», aseguraba a este periódico. No es el único que ha percibido una menor afluencia de vecinos y turistas en la zona. Itziar Aurrekoetxea, responsable de la tienda de ropa Ambali, lo ha notado, sobre todo, en la caja. Esta emprendedora lamenta que la época de las obras ha coincidido con la campaña de verano, un momento importante para impulsar las ventas. «Hemos recibido la noticia muy mal, es horrible. Hemos estado paralizadas. Ahora quieren volver a levantar las obras otra vez. No entiendo estas cosas. Si tienen que volver a empezar, podría ser en enero, porque en septiembre nos afecta a la campaña de invierno. Ya serían dos. Al comercio nos hace polvo», relataba ayer desde su local, en plena calle García Rivero.
Desde el Ayuntamiento trasladan que han «detectado un defecto en la calidad y en el tono del material suministrado para el embaldosado», en concreto, en las «baldosas del tipo Bilbao». Por eso, no van «a dar por bueno un acabado que no cumpla con los estándares exigidos, por lo que hemos pedido levantar la totalidad de las baldosas y que se vuelva a pavimentar esta calle». Con el objetivo de no interferir en la actividad de los locales hosteleros, que tienen autorizada la instalación de terrazas en agosto, el Consistorio pospondrá las obras a septiembre.
Mucha menos gente
Sin embargo, algunos empresarios recriminan que las pérdidas se acumulan desde hace meses, cuando comenzaron las obras. Y el problema, lejos de desaparecer, continúa. «Nos afecta en todos los sentidos, sobre todo en el económico. Hemos estado mal hasta ahora, y seguimos con pérdidas. La gente pasa de largo. Siempre hemos tenido turistas, pero ahora ni eso», cuenta Yolanda Liñera, responsable de la cafetería Larragan.
Mónica y Ronald, dueños del bar Tulipán, abrieron hace un año y medio y lamentan que la facturación en los últimos meses «ha bajado entre un 50 y un 60%». «Estamos sobreviviendo para pagar parte de las nóminas. El local por dentro está vacío todo el día. Muchos bares han decidido abrir solo jueves, viernes y sábado, porque no les compensa. Lo que pedimos es poder poner una balda para que la gente pueda apoyar el café o las copas fuera», expresa ella. «Uno de los trabajadores ha tenido que estar pendiente de que nadie saliera con sillas a la calle para que no nos multaran», añade. Según indican los hosteleros, el mayor perjuicio es no poder tener las terrazas disponibles en verano. «Igual en agosto nos dejan, pero estamos toda la temporada de buen tiempo sin ellas. Creo que podrían ser un poco condescendientes y empezar las obras más adelante», explica Iñaki Aguirre, dueño del bar Al Lío.
«Ya se veía que las baldosas estaban defectuosas»
La mayoría de hosteleros y comerciantes coinciden en que las obras han sido «una chapuza». «Al principio no había problema, pero cuando empezaron a poner las baldosas nuevas, los recortes y la forma en la que estaban rematadas era una chapuza. No parecía una calle nueva. Dejaban una encima de la otra, la gente se tropezaba...», relató ayer un hostelero de la zona, que prefiere mantener su anonimato. La misma opinión comparten varios comerciantes de la misma calle, que acaban de trasladarse hace un mes con la idea de que las obras finalizarían en junio, pero no ha sido así. «Hemos recibido mal la noticia, porque en septiembre queríamos hacer una inauguración del local. Lo que me parece un desastre es que esperen a poner toda la acera para que se den cuenta de que está mal». Josu Maquijano, responsable del bar Bilb8, asegura que desde el primer momento se vio que «las baldosas estaban defectuosas». «Todos los comercios y vecinos nos dimos cuenta. Han esperado al último momento para volver a picar toda la calle. Nos vuelven a quitar cinco o seis semanas de poder ofrecer terraza y para nosotros supone una pérdida económica muy grande», lamentó.
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