Rebeca, junto a su hija, Aracely, y su nieta, en uno de sus últimos viajes a Bolivia. e. c.

«Que se haga justicia para que no haya otra mujer que caiga en sus manos»

La hija de la asesinada en Bilbao en Navidad clama justicia desde Bolivia y pide venir a Bilbao para conocer el caso «de cerca y por mí misma»

Domingo, 5 de febrero 2023, 01:22

Cuando apenas tenía cinco años, Aracely Herbas se despidió de su «mamá», que iba a cruzar el Atlántico desde Bolivia en busca de un mejor ... futuro. Entonces, aún no era muy consciente de que iba a pasar mucho tiempo sin el calor materno, o con él a distancia. Ahora, a sus 22 años, casi dos décadas después, cuando ella también es madre, la ha tenido que decir adiós para siempre. Rebeca Huayta fue asesinada el pasado 28 de diciembre, en plena Navidad, en el bar que regentaba desde hacía unos meses -la Taberna Hilargi- en el barrio de San Francisco en Bilbao, a manos presuntamente de su nuevo compañero sentimental, su compatriota Leonel B.T., alias 'Leo'.

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«Devastada» por el dolor, al igual que sus abuelos -los padres de Rebeca- y sus tíos, la joven clama justicia. «Ya nada me la va a devolver. Está en el cielo. Pero que el asesino no tenga perdón. Que le caiga la pena máxima para que no haya otra mujer que caiga en sus manos y la haga daño. No queremos que haya otra víctima», suplica entre lágrimas en una videollamada con este periódico desde la ciudad de Santa Cruz, donde vive.

La joven, que tiene una niña de siete años, estaba de vacaciones en Chile celebrando el Año Nuevo cuando le avisaron por teléfono de que a su madre «la habían matado». «No me lo creía». Un mes después, sigue llorando su pérdida y dándole vueltas a una muerte «tan cruel». «No se fue por una enfermedad sino porque la asesinaron sin pensar en su familia. Nos arruinó la vida a todos», se duele.

Aracely «intuía que algo no iba bien». «Ni siquiera me lo presentó. No era la misma. Antes nos llamaba todos los días, pero últimamente no respondía, sólo nos hablaba de vez en cuando, aunque me decía que todo estaba bien, que no me preocupara». Después ha sabido que 'Leo' no le dejaba hablar por teléfono si él no estaba delante y que «le había prohibido mandarnos dinero». La sometía a un férreo control. «La gente me dice que él siempre la pegaba, la maltrataba. Decía que era de él, como si fuera un objeto. Ahora todo el mundo parece que sabía, pero nunca nos lo comunicaron».

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«A principios de diciembre me dijo que la había tirado por las escaleras y la haba mandado al hospital»

Precedente

Su hija sólo tuvo constancia de un episodio violento a principios de diciembre. «No nos habló por dos semanas. Cuando contactamos me dijo que él la había tirado por las escaleras, que la hostigaba, que la había dejado inconsciente y la había mandado al hospital con una brecha en la cabeza». Aracely le animó a romper la relación. «Mami, ¿ por qué no te alejas, por qué no le denuncias? Y ella me dijo que le habían detenido y le habían llevado preso. Por eso pensé que lo había dejado», admite. «Yo creo que él la amenazaba y que se veía sola. Si no, no me explico que aguantara».

Apenas tres semanas después, 'Leo' llamó de manera insistente a un amigo a primera hora de la mañana «para que le ayudara a limpiar el bar», según ha declarado ante el juez instructor. Cuando se presentó en la puerta, el presunto homicida le confesó: «La he cagado. Me he cargado a Rebeca». Su conocido, que le hacía de chófer de la furgoneta del trabajo porque él tenía retirado el carné por alcoholemia, le anunció que iba «a parar a una patrulla». Al mismo tiempo, sobre las nueve de la mañana del 28 de diciembre, él mismo llamó a la Policía Municipal, y confesó que había matado a su pareja.

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Manchas de sangre

Cuando llegaron los primeros agentes, encontraron a la mujer boca abajo sobre un charco de sangre, en la cocina del bar. Junto al cuerpo estaba el cuchillo con el que supuestamente la había matado y cristales rotos. Una amiga de Rebeca ha testificado que estuvo con ellos hasta pasada la medianoche y que habían mantenido una discusión porque un cliente se había marchado sin pagar una cerveza. El crimen debió de registrarse inmediatamente después. Se localizaron signos de arrastre en el suelo, en dirección a la cocina.

El hombre la dejó malherida y se marchó a casa, situada a pocos metros, donde al día siguiente la Policía Local encontró unas zapatillas Adidas, un jersey y un pantalón con manchas de sangre que están siendo analizadas en el laboratorio de la Policía Científica de la Ertzaintza por si corresponden a la víctima. Al cabo de varias horas, regresó al bar.

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«No entiendo cómo estaba libre si tenía denuncias de varias mujeres y a una de ellas la intentó asfixiar», lamenta su hija. Rebeca era el sustento económico de su familia en Bolivia. «Quería llevarme a mí y a mi hija con ella a Bilbao este año. Pido ayuda a las autoridades para poder ir porque me gustaría poder conocer el caso de cerca y por mí misma. Creo que tengo derecho».

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