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Bomberos de Bilbao preparan sus equipos autónomos para acceder al garaje donde se localiza el incendio. LUIS CALABOR
A más de 700 grados en el garaje de Miribilla

A más de 700 grados en el garaje de Miribilla

El jefe de Bomberos de Bilbao explica cómo afrontaron «a ciegas» el incendio de seis coches «bajo rasante», uno de los más complejos

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Viernes, 1 de diciembre 2017, 01:30

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«En los incendios bajo rasante, por debajo de la línea de superficie, hay una dificultad añadida, ya que el humo y el calor no pueden disiparse por las ventanas o por las escaleras, y se acumulan», explica Ignacio García Urkizo, jefe de Bomberos de Bilbao, a quien levantaron a las dos de la mañana del pasado miércoles para advertirle de que el parque de Miribilla (18 efectivos) se enfrentaba a una intervención de nivel 4, cuando por las dimensiones del fuego es necesario movilizar más recursos y una ambulancia del SAMUR. Por este motivo, también tuvieron que acudir los bomberos de Deusto.

El primer problema que se encontraron nada más llegar: había que localizar el foco del incendio y tenían que «entrar por el mismo punto por donde salían el humo y el calor», la rampa de acceso al garaje. «Resultaba imposible, era como entrar a un fuego por la chimenea», compara. El riesgo para los efectivos obligaba a «duplicar las medidas de seguridad», así que establecieron un punto de control en la rampa. Por allí tenían que pasar todos los bomberos con sus equipos para comprobar la presión, esto es, el tiempo que pueden aguantar respirando con la botella, unos 20 minutos.

«Los primeros en acceder fueron a ciegas. Siempre hay un vecino que ha visto algo, pero en este caso no había ninguna pista, sólo que salía humo por la entrada». Exploraron otras alternativas, «dos escaleras especialmente protegidas y limpias» de emanaciones. Llegaron a la segunda planta, donde el nivel del humo se situaba a «metro y medio», lo que dejaba cierta visibilidad, y pudieron hacerse una idea de cómo era el garaje. Posteriormente subieron a la primera. El humo estaba «a ras de suelo», lo que les reveló que allí se encontraba el fuego.

«¡Sólo 5 minutos de aire!»

Avanzaban lentamente en parejas o trinomios, con cámaras térmicas. Uno de los bomberos iba marcando con una tira de led el camino que seguían para después regresar al exterior. «¡Os quedan cinco minutos de aire, tenéis que salir!», les advertían desde fuera. Fueron sustituidos por compañeros que entraron ya con una manguera de más caudal, que arroja 400 litros por minuto, para «empezar la extinción propiamente».

«La carga de fuego era muy importante, había seis coches ardiendo. La temperatura podía estar entre 700 y 1.100 grados», calcula Urquizo, que prefiere obviar los detalles para no interferir en la investigación de la Ertzaintza, que trabaja con la hipótesis de que el fuego fue intencionado. Atacaron las llamas con agua y remataron la extinción con espuma. «Se tardó entre 35 y 40 minutos en localizar el foco y otros cuarenta en acometer el incendio. A partir de ese momento se dio por controlado, que no extinguido... No se iba a propagar ni a afectar a más coches».

«El acceso por la rampa era como entrar a un fuego por la chimenea»

Ignacio García Urquizo. Jefe Bomberos Bilbao

Durante la operación fueron desalojados 54 vecinos de los portales 10 y 12 de la calle Askatasuna. Entre los afectados se encuentraba el concejal de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Bilbao, Ricardo Barkala. Cuatro residentes sufrían inhalación leve de humo, y dos policías municipales que colaboraron en la evacuación, síntomas como «carraspeo». No necesitaron ir al hospital.

«Somos partidarios de confinar a la gente, es más seguro que salir al descansillo, pero vimos que por la caja de la escalera ascendía el humo. Como no sabíamos qué evolución podía tener, decidimos evacuar», argumenta Urquizo. La intervención fue un éxito porque «nuestra misión es salvar vidas, controlar el incendio y evitar más daños». Quedaba «enfriar, apagar puntos calientes y rescoldos y sacar el humo del garaje con ventilación forzada». Fueron haciendo mediciones hasta comprobar que los parámetros de gases calientes eran aceptables, algo que no sucedió hasta las cinco de la tarde. «Lo vital es que la voz de alarma se dé cuanto antes, algo más difícil por la noche cuando todos dormimos».

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