Gonzalo Arana, investigador bilbaíno en Harvard: «Muchos temen tener que irse de EE UU»
Relata la incertidumbre provocada por la amenaza de Donald Trump de prohibir la entrada a extranjeros y anular visados
Este pasado jueves, Harvard celebró el acto de graduación más atípico de su historia. Bajo acusaciones de antisemitismo, el Gobierno de Donald Trump amenaza con ... prohibir la entrada de alumnos extranjeros a la Universidad más antigua de EE UU, que suponen en torno al 35% del total. Un juzgado ha paralizado la medida de forma cautelar, pero la inquietud y el temor cunden en la comunidad universitaria.
Gonzalo Arana (Bilbao, 1990) forma parte de ella. Es consultor en una empresa radicada en Madrid y también investigador asociado al Growth Lab de Harvard, el laboratorio de crecimiento económico liderado por el venezolano Ricardo Hausmann. Arana acude una vez al trimestre para una estancia de una semana en la que imparte un seminario y aprovecha para mantener reuniones y entrevistas como parte de su trabajo como investigador. El bilbaíno, economista especializado en crecimientos sostenible, diversificación y transformación, ha liderado el primer proyecto del Growth Lab en la Unión Europea con un proyecto en Andalucía para la creación de empleo. Tenía planes para impulsar iniciativas similares en otras partes de la UE, pero ahora todo eso está en el aire por la amenaza de la Administración Trump. Según la versión del Gobierno estadounidense, algunos alumnos extranjeros tienen vínculos con el Gobierno chino y el Partido Comunista y la Universidad fomenta el antisemitismo.
Arana, formado en la Universidad de Navarra, cree que el paso dado por el Gobierno es «un tiro en el pie». «El crecimiento económico de un país se basa en la especialización, la diversificación y la innovación. Y para eso se necesita talento y que esté concentrado en un sitio. Esto es lo más difícil. EE UU lo ha hecho, pero ahora todo eso está en riesgo», analiza.
El economista también lamenta el drama humano que supone la decisión. Él se siente un «privilegiado» porque tiene su trabajo en Madrid. «En junio tenía que renovar mi contrato como investigador, pero tiene pinta de que no me lo van a renovar, y eso es lo máximo que me puede pasar», explica. «Pero tengo compañeros para quienes sería un auténtico drama», apunta.
La clave de todo es que el Gobierno estadounidense no sólo quiere prohibir la entrada de más extranjeros, sino que también ha revocado a Harvard la capacidad de esponsorizar visados. Del visado dependen el permiso de trabajo, el seguro de salud, el número de la seguridad social... «De la noche a la mañana, esos permisos pasan a ser ilegales. Aunque se ha paralizado de forma cautelar, nadie sabe qué puede pasar», continúa el investigador bilbaíno.
En estos momentos existe «una incertidumbre brutal, la gente no sabe si tiene que replanificar su vida entera en los próximos meses», señala Arana. ¿Qué pasaría si esos visados de Harvard se declaran ilegales? «En teoría, si estás más de 180 días sin permiso te prohíben la entrada al país durante tres años», explica el economista. «Imagina que de repente te dan 180 días para abandonar el país, buscar trabajo... Tengo un compañero que es venezolano y está exiliado. ¿Qué pasaría con él? Y como él, hay más casos que son auténticos dramas. Todo mi departamento está formado por extranjeros», indica.
Trump comenzó por cortar la financiación pública. Harvard cuenta con un presupuesto anual de unos 6.000 millones de dólares, de los que un tercio proviene de fondos federales para financiar proyectos de investigación. Luego, retiró a la Universidad su categoría de organización sin ánimo de lucro, lo que le permitía hasta ahora pagar pocos impuestos porque reinvierte sus beneficios en su propia actividad académica e investigadora. Si bien Harvard cuenta con fondos propios por valor de unos 40.000 millones que «le permitirían sobrevivir» unos años, Arana opina que, sin sus alumnos e investigadores extranjeros, «Harvard dejaría de ser Harvard». «Lo que la hace única no es su forma de dar clase o lo que se estudia. Es, por un lado, que quienes te dan la clase son los mejores del mundo. Y lo segundo es que quienes hacen las preguntas son alumnos brillantes de todas partes. Es esa diversidad lo que la hace diferencial».
El momento de Europa
Opina que Europa debe «actuar rápido» para tratar de captar el talento que ya no se sienta seguro en EE UU, como están haciendo universidades asiáticas. «Es una gran oportunidad, pero hay que ser valientes y rápidos, ofrecer salarios altos y certidumbre para atraer todo ese talento».
Arana recaló en Harvard en el curso 2023/24 para cursar un máster. Después trabajó en un programa de investigación y desde entonces mantiene su vinculación como investigador asociado. Presenció en directo las acampadas y fuertes protestas en el campus tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la posterior respuesta y escalada de violencia del Gobierno israelí. «Aquí la sociedad está muy polarizada en dos bandos que está totalmente enfrentados. España en comparación es de risa», explica.
En EE UU la libertad de expresión es un principio que se protege «al extremo». Así, por ejemplo, se ha señalado a estudiantes por antisemitas, se han colgado pancartas con mensajes en contra de Israel... Todo ello contribuye a generar una gran polarización.
En su opinión, Harvard ha cometido errores, sobre todo desde el punto de vista de la comunicación, cuando estaba en el cargo la anterior rectora, Claudine Gay, la primera mujer en dirigir la institución. «Debería haber sido más contundente a la hora de condenar las agresiones verbales que se produjeron en el campus», abunda. Gay acabó dimitiendo tras una «cacería» de sectores conservadores con acusaciones de «antisemita» y de plagio. Su sucesor, Alan Garber, «fue más contundente y puso límites; delimitó los lugares en los que se podían convocar manifestaciones y determinó qué mensajes eran contrarios a las políticas de respeto de la Universidad», señala Arana. «Trató de que la normalidad regresara a las clases». En cualquier caso, el economista opina que las acusaciones de antisemitismo son infundadas. «Muchas donaciones de Harvard provienen de familias judías, y algunos edificios llevan el nombre de ilustres judíos».
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