Crímenes de moda en una Barcelona fashion
La pasarela 080 certifica el potencial de los diseños comerciales y la exención de riesgos
Luis Gómez
Jueves, 4 de febrero 2016, 19:00
Barcelona resulta extraña estos días. Su semana de la moda 080 Barcelona Fashion coincide con el festival de la novela negra y de literatura de crímenes. Se hace difícil separar ambos eventos. Una sensación de misterio y terror preside algunos desfiles con los rostros de muchas modelos muertas de miedo. A medio camino entre lo gótico y tenebroso, las 31 firmas presentes en la decimo séptima edición de la pasarela catalana se despojan de todos sus miedos para seducir a cientos de periodistas y compradores con alternativas que juegan a ser modernas aunque con frecuencia recurran a tiempos pretéritos. Es lo que tiene estar más pendiente del negocio que del riesgo. Y se entiende en tiempos de crisis. El desfile ayer de Yeser, una marca suave que engancha sin propuestas estridentes a la burguesía de la ciudad condal, constituye la mejor prueba de lo que es Barcelona estos días: un bazar que atrae a profanos y entendidos. 739 periodistas acreditados -más del 30% de medios internacionales- y 136 compradores -entre representantes de empresas y centrales de compra, distribuidores y plataformas online, agentes comerciales y showrooms-, un 10,1% más que en la edición anterior, se dan cita en una pasarela que gana en bríos porque todos los grandes de la moda catalana respaldan un evento con cifras de récord y confirman lo que todo el mundo sabe: la moda no es un juego. Es un gran negocio, revestido de las adecuadas dosis de frivolidad, si se quiere, pero con un punto de seriedad que lo convierte en una de las pocas cosas capaces de converger a todas las fuerzas políticas catalanas. Del signo que sean.
Con o sin proclamas independentistas de por medio, y con su pelo despeinado de siempre, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, se mostró orgulloso por «situar Barcelona y Cataluña en el ámbito de la creación en el mundo». El president alabó «el talento y la capacidad creativa del sector» y, en un guiño al seny empresarial tradicional, se enorgulleció, a pesar de los años de crisis, del mantenimiento del espíritu textil. Fue aún más lejos y animó a empresarios y diseñadores a «volver a romper moldes y mercados». Habla con conocimiento de causa porque la moda catalana implica a más de 3.000 empresas, factura 15.000 millones de euros y supone el 16% del PIB. Más allá de las cifras, la creatividad y voluntad de internacionalización, «valores del 080», tampoco pasan desapercibidas para la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. «La moda ha sido y es un sector estratégico para Barcelona», subrayó y desde el Ayuntamiento apuesta por la recuperación «del ecosistema textil».
Son ya unos cuantos diseñadores los que han desfilado por la Llotja de Mar. A la espera mañana de la llegada del zapatero estrella Manolo Blahnik, que presentará el libro 'Fleeting Gestures and Obsesions', la semana, aunque se reduzca a cinco días, da para mucho.
Miriam Ponsa reflexiona sobre «el anhelo de volar» con una colección que evoca los orígenes de la aeronáutica y homenajea a las mujeres que desafiaron las costumbres de la época y lograron abrirse camino con prendas oversize que abrigan y protegen haciendo uso de cintas y gomas elásticas que recuerdan a los paracaídas. Con la colección 'Ultramar', la firma Escorpion se mueve entre lo desconocido y soñado con tejidos donde predomina la sastrería náutica, la raya diplomática, los bordados o la seda estampada. Sita Murt propone para el próximo invierno un juego entre la sensualidad femenina con un espíritu delicado y piezas andrógenas urbanas. 'Freedom's mood' es una colección inspirada en los años 70 y echa la vista a iconos como Ali McGraw, Peggy Lipton y Frank Zappa con vestidos interminables de viscosas, sedas con bordados y blusas fluidas.
Barcelona se abre al exterior con la firma escocesa Lyle&Scott. Con el argumento 'Una historia de invierno para Lyle&Scott', ahonda en un estilo británico con looks informales y masculinos que remiten a los años 60 mediante prendas de punto, polos piqué y las siempre -¿clásicas o modernas?- bombers.
Hay cosas que suenan muy raras y de difícil digestión para el público convencional. Con la colección 'Insectos', Oscarleon se basa en la importancia de esta especie para el hombre: como fuente de alimento; como polinizadores o protectores de nuestros cultivos; suministradores de tejidos para vestir o también para teñir; como medicinas; como una amenaza para nuestro bienestar; como símbolos místicos de inmortalidad, poder, destino o buena suerte; y sencillamente como animales para entretenimiento y estudio. Al ritmo de 'Spider' de The Cure, plantea una mujer de riguroso negro, solo roto con alguna pincelada de blanco o moratón eléctrico, y pantalones con ranas y las cremalleras como único adorno.
Maite Muñoz bucea en el círculo intelectual del que formaron parte personalidades como la escritora Virginia Woolf, el filósofo Bertrand Russell o los pintores Dora Carrington y William Morris e imagina un universo de siluetas largas y fluidas con volúmenes envolventes.
Es verdad que algunos jóvenes se la juegan. En su debut en el 080, el joven Pau Esteve reflexiona sobre la esencia del movimiento, como metáfora de «vivir sin límites», y apuesta por la deportividad de los diseños clásicos y la masculinización de la mujer. Resuelve la ecuación con pantalones culotte y baggins para ellos. Y faldas rectas hasta la rodilla para ellas. Celia Vela toma como hilo conductor la historia de una sofisticada viuda rota por el dolor para tejer una colección rica en terciopelo que aplica a pantalones y bodies y Miquel Suay -para quien ha desfilado Jon Kortajarena- elabora volúmenes sinuosos para hombres, dice, de nueva generación pero con las modelos con el mismo aspecto de siempre: presas del pánico en una ciudad que también se entrega a un festival de novela negra, más de moda que nunca.