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Karl Lagerfeld convirtió su desfile en un gran casino.
Modelos entre tigres, ruletas o andamios

Modelos entre tigres, ruletas o andamios

Los grandes diseñadores de moda huyen de los clásicos desfiles y presentan sus colecciones entre originales decorados. Casinos, supermercados, andamios o campos de fútbol americano son sólo algunos de los escenarios que recorren hoy sus modelos

María Rego

Miércoles, 30 de septiembre 2015, 01:45

Mientras Chanel presentaba en la capital gala su colección de alta costura para la temporada otoño-invierno que acaba de comenzar, actrices como Julianne Moore o Kristen Stewart decidieron irse al casino. Y Karl Lagerfeld, lejos de fruncir el ceño, se mostró encantado al ver a las 'celebrities' rodeadas de fichas, dados y cartas. Porque la idea, en realidad, había sido suya. El 'kaiser' de la moda volvió a tirar de creatividad en su último desfile para convertir el Grand Palais de París, su escenario fetiche, en una sofisticada casa de apuestas donde caras populares se transformaron en jugadores y modelos se pasearon entre máquinas tragaperras -bautizadas con nombres tan sugerentes como Camelias de plata o Suerte brillante- y ruletas controladas por elegantes crupiers. No es la primera vez que la 'maison' recrea un entorno diferente para vestir de largo sus propuestas y tampoco es la única firma que huye de la clásica pasarela para levantar sus propios, y originales, decorados.

Sin embargo, Chanel puede presumir de ser una auténtica experta en la materia. Su casino es sólo el último ejemplo de unos desfiles que en anteriores ocasiones se desarrollaron en reproducciones de lugares tan comunes para cualquier mortal como un tiovivo, un avión o un supermercado donde maniquís como Cara Delevingne charlaban por los pasillos del Chanel Shopping Centre antes de comprar unos cereales Coco o aceite de oliva marca La Gabrielle. En esta lista de espacios salidos de la chistera de Lagerfeld, y su nutrido séquito, no falta la típica brasserie parisina. Tommy Hilfiger también recurrió a una patriótica seña de identidad para presentar una de sus colecciones -en concreto, la que festejaba su 30 aniversario- cuando a principios de año trasladó a sus modelos a un estadio de fútbol americano durante la Semana de la Moda de Nueva York. Marcadores y sudaderas propias de la Super Bowl incluidas. El diseñador norteamericano ya había probado en 2012 a 'construir' un parque en pleno corazón de Manhattan al que añadió árboles, muros de ladrillo tomados por la hiedra o lámparas retro para iluminar sus creaciones de otoño-invierno.

La naturaleza ha servido de inspiración a más de un creador. Hace casi un lustro Emanuel Ungaro vistió una pasarela de hierba fresca, montañas de flores multicolores y mariposas XL, mientras que Raf Simons inventó para Dior un particular 'jardín de las delicias' en el Museo Rodin de París donde exhibir sus diseños contagiados del espíritu de la pintura flamenca. La casa francesa se ha ganado igualmente aplausos con sus colecciones presentadas entre una maraña de andamios blancos o, varios años atrás, sobre la cubierta de un falso barco para transportar a los espectadores hacia el sol mientras descubrían las prendas de la próxima primavera-verano en pleno invierno.

Caballos y tigres sobre la pasarela

La cuestión es aportar un extra al 'show' y hacer de ellos una experiencia única donde, a veces, los asistentes incluso pueden llevarse a casa pedazos del decorado. No ocurrió, por motivos obvios, en la sorprendente propuesta que realizó Hermès en 2010 -en la despedida de Jean Paul Gaultier- cuando el paseo de las modelos estuvo acompañado de un espectáculo ecuestre a cargo de ocho jinetes con sus correspondientes caballos. El fondo de aquella colección se encontraba en las amazonas andaluzas y los gauchos argentinos, pero no siempre resulta tan sencillo hallar la conexión entre los elementos que introducen los diseñadores sobre la pasarela y la temática de sus creaciones. Louis Vuitton, que dejó ver también su lado más animal con la colocación de unos tigres (disecados) entre las maniquís, plantó cuatro escaleras mecánicas en la París Fashion Week de 2013 para la libre interpretación de sus invitados. La firma del icónico monograma eligió en otra edición un decorado que recordaba a la planta de un hotel en el que casualmente te alojaba Marc Jacobs, que salió de una de las cincuenta ficticias habitaciones abiertas en el piso.

Pero el golpe de efecto no siempre llega por más horas que se inviertan en dar forma a un determinado escenario y repetir todos los detalles que evocan ese lugar. A veces basta con descubrir un espacio que ya existe. Dolce&Gabbana bien lo saben pues desde hace incontables desfiles viajan por diferentes rincones de su Italia natal hasta dar con el entorno perfecto donde mimetizar sus colecciones. Su línea de alta costura para el otoño-invierno 2014 les llevó hasta Capri -la misma isla en la que se rodó el spot de uno de los perfumes ideados por la pareja- aunque en esta ocasión las maniquís desfilaron junto a una cueva secreta al son de canciones como 'Volare' y el ruido del mar. Al aire libre, sin trampa, ni cartón.

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