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El clásico desayuno inglés hecho tocado.
Ascot contra la chabacanería

Ascot contra la chabacanería

El certamen hípico inglés lanza una nueva guía de estilo para combatir a los horteras: rodillas y «diafragmas», mejor tapados

i. ochoa de olano

Lunes, 7 de marzo 2016, 01:30

Ascot ya no es el escaparate de la clásica elegancia atemporal -y excéntrica, en ocasiones- typical British. El histórico certamen hípico, que reúne cada año a 300.000 personas durante cinco jornadas en torno a las carreras de caballos más famosas del mundo -entre ellos, los Windsor con la Reina a la cabeza, la aristocracia al completo y todos los VIP internacionales de primera división-, ha perdido con el tiempo en distinción para ganar en chabacanería. Al menos, así lo cree la organización del encuentro social del año en Gran Bretaña que, ante el alarmante incremento de invitados horteras detectado en las últimas ediciones, ya en 2012 se vio obligado a endurecer sus normas de etiqueta. Dado que sus renovadas exigencias estilísticas no han podido acabar con las propuestas ordinarias de muchos de sus asistentes, acaba de lanzar, en alianza con las firmas Fenwick y Boss, una nueva guía de estilo que ya circula por las redes para informar a los asistentes de cómo deben acudir vestidos al torneo, que este año comenzará el próximo 14 de junio.

Así, para los que puedan acceder al exclusivo Royal Enclosure, -la auténtica zona cero de Ascot, reservado a la realeza-, ellos deberán ir de frac y chistera, siempre en tonos grises o negros. Ellas, por su parte, tendrán que llevar el largo de la falda por debajo de la rodilla, el «diafragma» cubierto y nada de tocados. Solo sombreros. Eso sí, con un diámetro mínimo de diez centímetros. Y ojo con los tirantes tipo espagueti. Al menos deberán medir una pulgada de ancho.

A medida que los visitantes se alejen del cercado de Isabel II, el dress code será más relajado, de manera que en el Recinto Ana, el segundo en relevancia, las mujeres ya podrán lucir tocados y los hombres, vestir un traje con corbata, mientras que no arriesguen con la paleta de colores. En 2002, al rockero Rod Stewart le invitaron amablemente a abandonar el hipódromo de Berkshire por haberse enfundado en uno blanco.

El certamen donde con más imaginación y riqueza de visten las cabezas de los asistentes se fundó en 1711. En la actualidad, entre tazas de té, plumas y copas de champagne, se ponen en juego unos seis millones de euros en premios.

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