La estrella menos ostentosa de Hollywood

Antes de la ceremonia ya había un Oscar con nombre y apellidos: el de Julianne Moore. Era la quinta vez que esta mujer de 54 años, hija de un juez militar y una psicóloga, luchaba por la estatuilla. Todo gracias a Alice Howland, una profesora universitaria con alzheimer, un papel que preparó durante cuatro meses entre residencias y entrevistas con familiares, y que luego rodó en apenas veinte días. El premio estaba tan cantado, que la web de apuestas Sportium daba una centésima de euro de beneficio a los que marcaban su nombre.

"La estrella menos ostentosa de Hollywood", como la definió 'The Guardian', tiene pocos caprichos. Salvo su querencia a rodar siempre en Nueva York, donde vive en un lujoso ático de más de dos millones de euros y eso que llegó a la ciudad como camarera. Si tiene que viajar, pide que coincida con las vacaciones escolares para llevarse a cuestas a toda la familia: Caleb, de 17 años, y Liv, de 12, frutos de su segundo matrimonio con el director Bart Freundlich, diez años menor y con el que celebrará pronto dos décadas de flechazo. A menudo rememora las múltiples mudanzas que vivió junto a sus padres y sus dos hermanos y que le llevaron a vivir en casi una treintena de ciudades de EE UU y Alemania por los cambios de destino del cabeza de familia.

Huye de los retoques estéticos como del encasillamiento en sus papeles, pero le pirra escribir libros infantiles y las joyas. Ahora el Oscar se suma a su valiosa colección.