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De Gatika a Nueva Zelanda, el largo viaje de las frutas y verduras que comemos

De Gatika a Nueva Zelanda, el largo viaje de las frutas y verduras que comemos

Cerezas en diciembre y vainas en febrero. Las temporadas se han desdibujado y el campo que no da fruto aquí hoy lo da en Brasil, en Italia o en Turquía

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Viernes, 11 de octubre 2019, 00:34

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«Hace treinta años traíamos sacos de vainas de 50 kilos en agosto. Eran feas, retorcidas, pero ricas, de la variedad Perona. La gente nos las compraba en verano, las escaldaba y las congelaba para comerlas durante el invierno. Porque en enero se ponían a mil pesetas. ¡A ver quién podía pagar eso! Alguna madre para el puré del bebé como mucho... Ahora, sin embargo, sucede al revés. La vaina en septiembre se vende a 5 euros el kilo y a 2 en enero porque viene de Marruecos».

La anécdota es ilustrativa y la cuenta Isabel San Sebastián, al frente casi toda su vida de 'Frutería Maruja', en el barrio bilbaíno de Deusto. Con ella analizamos si sigue existiendo eso de la fruta de temporada. Lo hacemos calendario en mano, el que tiene colgado en su web el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación: 57 frutas y verduras, con el detalle, mes a mes, de cuándo es temporada y cuándo no.

Ofrece Isabel unos higos, que «son muy buenos para los huesos porque tienen mucho calcio». Según el gráfico de la web del Ministerio estamos aún en campaña, «aunque duran dos días, es un producto muy delicado». Están ciertamente ricos, los vende a 3 euros el kilo y presiden un mostrador que parece la paleta de colores de un pintor: desde el amarillo de los melocotones de Calanda que ya se acaban y que «te hacen de ambientador en la cocina»; al naranja pálido de las primeras mandarinas de Valencia, «que vienen con chispa y te hacen guiñar el ojo por la acidez» -las tiene a 2,97 el kilo y casi a 4 la otra más variedad más dulce, «que viene de Perú»-; el verde de los kiwis de «Nueva Zelanda» que tiene todo el año, el blanco de las coliflores -a 3,40 la pieza, «aunque normalmente cuestan la mitad, se ve que este año se les han estropeado muchas y por eso están tan caras»-; o el rojo intenso de las fresas, que ya no es temporada «pero llegan en bandejitas de Bélgica», a 2,50 euros.

Se acabó también ya el tiempo de las frutas de güito: «La nectarina, por ejemplo, dura buena tres meses y en invierno no merece la pena traerla de fuera porque de apariencia está bien pero la cortas y está marrón por dentro». Y lo mismo pasa con la sandía, «que está estupenda en junio y julio» pero con el frío «vienen bonitas pero blancas y desaboridas». Así que ella enseguida dejará de tener -lo que no quiere decir que en la frutería de al lado o en el super de enfrente no la haya-.

«Hay muchos tipos de manzanas, pero es difícil encontrar una que tenga el sabor de las manzanas de antes»

De lo demás, Isabel tiene casi de todo. Desde los tomates que les trae un productor de Gatika, a las frambuesas de Huelva, los limones de Valencia, los plátanos de Canarias, los rabanitos que vende en bolsitas de 125 gramos con remite italiano o los mangos de los que les surte «todo el año» Brasil, que aquí la temporada del mango es más corta: de julio a noviembre.

Aunque si hay un proveedor fijo es Almería, «la huerta de España». «Comemos fruta y verdura todo el año gracias los plásticos. Aquí plantas un pimiento en invierno y no sale ni a tiros. Pero allí llueve muy poco y es la zona de España donde más horas de sol hay. ¿Por qué tienen pepinos todo el año? Pues porque ese clima permite tres cosechas. Y si ellos tienen pepino todo el año, nosotros también los tenemos porque los traemos de allí. En diez o doce horas tienes el género en la frutería, hay camiones de fruta atravesando a diario el país».

Hacemos este reportaje en una tienda escogida al azar -de ahí que los precios sean la referencia solo de esta frutería en concreto-, una mañana de finales del mes de septiembre. Según la web no es temporada de apio, pero Isabel lo tiene a 1,60 euros; ni de aguacate pero también hay -2 euros-; ni de fresas que todavía tienen un sabor excepcional, ni de las naranjas esas de zumo -1,78 euros el kilo- y de mesa -2,58-. «Para distinguir unas de otras, hay que mirarles 'el culo'. Si parece que les acaban de clavar un alfiler y se les ve un puntito negro, son de zumo».

- ¿Se acabó eso de la temporada?

- En cierto modo, sí. Estas naranjas son de Marruecos, si no vinieran de allí no podríamos comerlas tan pronto, pero la gente quiere comer naranjas todo el año. Y en noviembre aquí no hay cerezas -la campaña dura cinco meses-, pero traemos unas chilenas que están buenísimas. Eso sí, a 20 euros el kilo. Las vendemos en Navidad, sobre todo para gente que hace cócteles. Y cuando acaba la granada de Alicante la traemos de Turquía, aunque sube a 6 euros.

La granada, según el calendario del Ministerio, tiene una temporada cortísima: de septiembre a noviembre. Y la manzana, que la comemos todo el año, en teoría solo la hay de septiembre a abril. Isabel tiene ese día hasta diez tipos de manzanas. Rojas, verdes, amarillas, marrones, roñosas, brillantes. Muchas vienen de Lérida y, fuera de nuestras fronteras, de Francia, Italia, Chile...., enumera. «Hay muchos tipos pero ninguna sabe a manzana como las de antes». Se acuerda Isabel de las reineta que traía su jefe, que era de Valdivielso, en un camión a principios de noviembre. «Venía el trailer hasta arriba y vendíamos esas manzanas hasta mayo. Se iban arrugando, pero no se estropeaban. ¡Y eso sin ningún conservante!».

Ella, además de frutera de profesión, lo es de 'devoción'. Así que lo mismo nos da la receta de un zumo riquísmo «a base de naranja y remolacha, que cada vez se consume más porque está de moda»; que nos orienta sobre el mejor mes para comer alcachofas -«en enero y febrero están mejor que en marzo porque el primer fruto de la planta tiene más sabor. Las de Tudela son excepcionales, aunque también la hay de Castellón y de Andalucía»; o nos aconseja sobre los mejores espárragos blancos: «los de Navarra, sin duda. Los hay también de Extremadura, pero no es lo mismo. Es como comer anchoa y boquerón».

«La alcachofa más rica es la de enero y febrero, las del primer fruto de la planta, que tienen más sabor»

A propósito del origen, trae un tomate variedad raf que está delicioso y va escalando en precio hasta alcanzar a veces los 13 o 14 euros el kilo -también vende otros mucho más económicos-. «Son del Cabo de Gata y la proximidad del mar les da un sabor especial». De nuevo, Almería a la mesa. «Almería y Granada producen mucho pero no da para todos. Los países del norte de Europa, que en invierno no tienen una sola verdura, están dispuestos a pagar más y a veces se llevan ellos el producto español. Hablo de alemanes, de rusos...». Rara vez sucede al revés, pero a veces también, que cuando en pleno invierno ya no hay puerros de La Rioja, Isabel los compra de Bélgica.

- Perdona, ¿no hay guisante todavía, ¿no?, asoma una clienta.

- No, necesita un poco más de frío.

Es uno de esos productos que aún mantienen relativamente la temporada, al menos en la frutería de Isabel. Según la web del Ministerio solo lo hay de enero a julio y de esos seis meses, mayo y junio son los fuertes de la campaña, aunque ella lo vende desde antes. Lo trae de Almería, a 6 euros el kilo. «El primero viene caro, pero luego enseguida va bajando y se queda en 2 euros. Y lo mismo le pasa al haba, que empieza a 4 euros el kilo, y a los cuatro días ya baja también». Eso en esta tienda, claro, porque en cuestión de precios, tantos como fruterías hay, ya que las diferentes calidades del producto amplían enormemente el abanico de precios.

Isabel reconoce que el género que ella compra en Mercabilbao y vende a sus clientes en Deusto es «medio-alto», acorde con la calidad de lo que pone en las cajas. Y si trae guisante de 6 euros el kilo es porque lo vende. Es un producto de esos populares, que gustan mucho. No así el cardo, que solo traen por Navidad -a 4 euros la pieza- o el nabo, que lo hay todo el año «a 2 euros el kilo», pero apenas se vende. «Aquí no gusta mucho. Es como una zanahoria dulce, se usa sobre todo para hacer caldo o cazuela de patas de cerdo». Otra verdura de poca venta y que precisamente acaba de empezar la temporada, la col lombarda. Isabel la tiene a 1,68 euros el kilo. «He traído solo cinco piezas y seguro que nos duran un mes por lo menos. Se acaban haciendo casi de la familia, ja, ja. Menos mal que aguantan mucho y si se ponen feas les quitas dos hojas y listo».

Mucho menos va a durar esa calabaza... Menudo ejemplar... «Pesa 25 kilos, la corto ahí en la balda porque no la puedo poner encima del mostrador. La calabaza se la compramos a un aldeano de Lujua, aunque se le acaban en mayo. Luego vienen de Marruecos. El precio oscila entre 1,80 y 3 euros el kilo». Se ve que esa mañana el género ha llegado vistoso porque las patatas también tienen un tamaño alucinante. «Con dos haces una tortilla para cuatro». Isabel no exagera. Coge una y la pesa: 895 gramos. ¡Ni que fuera de Bilbao! «Pues no, son del Valle de Losa, al norte de Burgos, riquísimas».

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