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Una fuga de gas obliga a cortar más de una hora el metro entre Leioa y Aiboa
Un taller de Lamiako también tuvo que cerrar por el escape y los vecinos fueron invitados a confinarse por el riesgo potencial de explosión
Las fugas de gas son muy peligrosas. Siempre hay un potencial peligro de explosión y más en un entorno industrial y a muy poca distancia de la catenaria del suburbano. Por eso, un escape en Lamiako puso este miércoles en jaque a todos los servicios de emergencia y obligó incluso a interrumpir el servicio de metro durante más de una hora, forzando a los usuarios a utilizar un medio de transporte alternativo.
Según ha podido saber este periódico, todo apunta a que una empresa de estudios geotécnicos que realizaba un sondeo de contaminación en la calle Gabriel Aresti de Lamiako provocó de forma involuntaria la rotura con la maquinaria que emplean para explorar el subsuelo. Suele ser habitual que algún servicio, por ejemplo de luz, agua o telefonía, sufra afecciones durante su labor porque las conducciones suelen desplazarse con el tiempo del punto exacto en el que fueron instalados y señalizados en los planos que les suministran. El operario enseguida advirtió la avería al contemplar la emanación de gas a presión y percibir el olor. A la zona se desplazaron enseguida agentes de la Ertzaintza, de la Policía Municipal, todos los Bomberos del parque de Artaza - también el cabo, el sargento y el jefe de guardia- e incluso ambulancias.
Tras un primer análisis de la situación y de los riesgos, los servicios de salvamento forales, los encargados de determinar las medidas preventivas en emergencias de este tipo, concluyeron la necesidad de interrumpir el servicio de metro por precaución.
Minutos antes de las tres de la tarde, el suburbano cerró entre Leioa y Aiboa. Y permaneció clausurado durante más de una hora. Se podía tomar un tren en Plentzia, pero los viajeros solo llegaban hasta Aiboa y viceversa. También había posibilidad de desplazarse entre Leioa y Etxebarri. Cuatro paradas (Lamiako, Las Arenas, Gobela y Neguri) fueron clausuradas a cal y canto para evitar la aglomeración de pasajeros. La empresa avisó en los paneles y por megafonía del destino final de los trenes y de que la interrupción se debía a causas ajenas a Metro Bilbao.
La interrumpción del servicio pilló por sorpresa a cientos de viajeros que se dirigían a sus puestos por la tarde o que volvían a su casa a la hora de comer y que comenzaron a dispersarse confusos por el entorno en busca de alternativas. Otros recorrieron a pie el camino hasta la siguiente estación operativa. Por ejemplo, la calle Langileria se llenó de caminantes en dirección a Getxo. Las unidades pudieron circular de nuevo a las 16.16 horas, cuando los Bomberos comprobaron que no había peligro para los usuarios y los residentes. Metro Bilbao no pudo determinar el número de pasajeros afectados.
Fuera de peligro
El suceso, además, también obligó a cerrar el taller Carrocerías Romo por precaución durante cerca de hora y media. «Ahora ya nos han dejado abrir, pero esto nos ha provocado un montón de retraso», lamentaba una trabajadora. Era justo a esa altura de la calle Gabriel Aresti donde se localizaba la fuga, de donde dos horas después del suceso seguía emanando un fuerte olor a gas. Los servicios de emergencia también invitaron a los vecinos de este entorno a confinarse en casa y a cerrar las ventanas. La revisión del subsuelo se prolongó hasta las 16.30 horas para comprobar que no se habían formado bolsas de gas y que no había peligro de explosión. Uno de los carriles de Gabriel Aresti siguió cortado para permitir a los técnicos reparar la avería. Una empresa se encargó de las labores. Tuvieron que taladrar el asfalto en ese punto para después proceder a reparar la conducción. Una tarea que preveían completar en unas pocas horas.
«Nos dijeron que no permaneciéramos en la zona»
«El metro hacia Bilbao estaba a punto de llegar a Las Arenas. Pero dos tipos de seguridad nos instaron a marcharnos, sin darnos ninguna explicación», relató June Eskurza, una de las pasajeras afectadas. Después, un operario informó que «había que desalojar de inmediato por un aviso de SOS Deiak y que no permaneciéramos en la zona». La multitud dejó la estación con la incertidumbre y empezaron a formarse colas. Ella tuvo que cruzar hasta Portugalete y tomar allí el metro. «Tardé una hora y cuarto en llegar al trabajo», se quejó