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La Fiscalía investiga supuestos casos de prostitución infantil a cambio de drogas y dinero en una vivienda del barrio de Kabiezes, en Santurtzi. De momento, ... no ha trascendido cuántas menores han podido ser agredidas sexualmente en los últimos meses. Lo que sí se sabe es que hay varias chicas de unos 14 años tuteladas por la Diputación entre las presuntas víctimas. La Ertzaintza ya ha tomado declaración a dos de ellas la pasada semana en el Hogar Zabalondo, un centro concertado ubicado en Mungia.
La investigación nace del propio Ministerio Público, después de que la Diputación de Bizkaia pusiera en su conocimiento unos hechos que, a su juicio, «podían ser objeto de interés por su parte», según explicó a EL CORREO una portavoz autorizada del Departamento foral de Acción Social. La misma fuente reconoció que hay víctimas tuteladas que se encuentran en una «situación de desprotección». Su departamento ofreció «colaboración absoluta» a la Fiscalía y a la Ertzaintza para intentar esclarecer unos hechos de consecuencias impredecibles. Y subrayó que a la Administración vizcaína «no le corresponde aportar» más datos públicos al respecto, dado que los supuestos casos de prostitución infantil están ya judicializados.
Voz de alarma La primera denuncia la puso un padre que seguía el rastro de su hija desaparecida
Investigación La Ertzaintza ha tomado declaración a dos menores tuteladas en un centro de Mungia
Diligencias De momento, no se sabe cuántas chicas han podido ser agredidas a cambio de drogas y dinero
Desde hace meses había voces que alertaban de que algo raro pasaba en esta vieja y destartalada casa situada a los pies del Serantes. Uno de los primeros en activar señales de alarma fue Luis Alberto Llamosas, un vecino de Castro. Lo hizo el 29 de junio ante la Guardia Civil de Cantabria, después de llegar a esta vivienda siguiendo el rastro de su hija. El hombre acudió a comisaría al entender que debía ampliar la información que aportó en su día en la denuncia que cursó tras la desaparición de la adolescente. Entonces, ni siquiera podía imaginar lo que estaba pasando.
Su hija, de 14 años, es una de las menores que fueron interrogadas la pasada semana en Zabalondo por agentes de la Policía vasca, que no pudieron tomar declaración a otra de las chicas supuestamente agredidas porque llevaba días escapada de la residencia. Llamosas se resiste a creerlo, pero intuye que su niña ha podido ser víctima de sujetos sin escrúpulos. La Ertzaintza tiene varios sospechosos en el punto de mira y, según diversos medios consultados, ya ha obtenido el testimonio de dos de ellos.
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Llamosas dio con la casona siguiendo instrucciones de dos amigas de su hija. Llevaba varios días en paradero desconocido y él pidió ayuda para localizarla a través de las redes sociales. Las chicas le indicaron que fuese a Kabiezes. Lo hizo acompañado de un allegado y allí la encontró, junto con otros veinte menores, varios de ellos tutelados. Había también un hombre de unos 35 años y, según su versión, estaban consumiendo drogas. Le impresionó el mal estado de la vivienda, con suciedad y cosas rotas por todas partes. Pero, sobre todo, le impactó la imagen de una niña «completamente drogada» tirada en un pasillo. «No podía ni tenerse en pie». Recogió a su hija y la llevó a un hospital, donde una analítica confirmó que había consumido estupefacientes. Al día siguiente, fue conducida a Zabalondo.
La menor ya se había escapado de casa en otras ocasiones cuando vivía en Santurtzi con su madre, que tenía la custodia. La Diputación acabó por retirarles la patria potestad a él y a su exmujer al considerar que la pequeña se encontraba en una situación de desprotección. Su padre escribió a la residencia para advertirles de que era probable que volviera a fugarse. Siempre según su relato, les dio cuenta de dónde había encontrado a la niña y con quién. Propuso internarla en un centro para menores cerrado y ahora se queja de que no le mantuviesen informado de su evolución, bajo el argumento de que no tenía la tutela. Y, en particular, de que la adolescente volviese a la calle en octubre sin que «nadie» le avisara. «Tardé doce días en enterarme de que estaba por ahí», lamenta.
Así que el hombre encaminó de nuevo sus pasos hacia la casa de Santurtzi, sacó el teléfono móvil y se puso a grabar. Quería, dice, «dejar constancia» de cómo estaba todo aquello. Supo que la chica había permanecido allí diez días, pero que se había marchado «con un tipo de treinta y pico años vecino de Castro». Los localizaron al cabo de unos días.
La niña regresó al centro de Mungia y su padre denunció al individuo por mantener relaciones sexuales con la menor. La Guardia Civil remitió la denuncia, de apenas un folio, a un juzgado de Gernika que, según Luis Alberto Llamosas, lo archivó en primera instancia sin practicar prueba alguna . Aunque espera que el recurso prospere, se decidió entonces a enviar a los responsables de Zabalondo su vídeo. También dejó «por escrito» constancia de los hechos en la comisaría de la Ertzaintza de Mungia. «Estuve meses advirtiendo de que algo anormal pasaba en aquella casa y no hicieron nada. Les pedí incluso que llevasen a la niña al hospital porque había estado manteniendo relaciones sexuales con un adulto. Se negaron», precisa.
Por las inmediaciones de la vivienda objeto de investigación se ve a bastantes vecinos que bajan del Serantes. Casi todas las ventanas están rotas. La fachada necesita varias manos de pintura. La puerta lateral está abierta. A primera vista, parece un inmueble abandonado. Algunos paseantes relatan que ahí suelen organizarse «grandes fiestas». Dentro, todo está lleno de escombros y suciedad. Hay tres chicas en una habitación, la única casi decente, sentadas en un colchón. Dos de ellas tienen entre 20 y 30 años. El dueño no está. Dicen que les han dejado vivir allí desde hace «dos semanas». La tercera joven no llega a los 15 años y no abre la boca. Preguntamos si han visto algo raro. «Aquí no ha pasado nada. El otro día vino la Ertzaintza buscando a una niña que se había escapado. Pero aquí estamos de buen rollo», mantienen.
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