He leído en las páginas de este periódico que Lucía, una mujer de Barakaldo, ha invitado este fin de semana a todos sus vecinos a ... la fiesta de su 100 cumpleaños. Sin duda, e incluso observada desde varios puntos de vista, es esta una noticia extraordinaria. En primer lugar, no es tan común, aunque sí cada vez más frecuente, alcanzar esa cifra tan redonda; en segundo lugar, es aún más raro llegar al siglo en buen estado de salud y con plena autonomía. Y eso que aún no andaban con la quinoa y la leche de soja.
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Estas personas son de otros encastes: el mismo día que nació su hijo menor subió los casi cien escalones que la llevaban a su casa cargada con agua que había cogido en una fuente; en tercer lugar -y esto se encamina hacia lo insólito-, hace falta grandeza moral para enfrentar una celebración de estas características. Cien años dan para muchas alegrías - acaba de nacer su primer bisnieto -, pero también para innumerables decepciones.
La vida en comunidad es propensa al desencuentro y son infinitos los problemas de convivencia: sacudir las alfombras por la ventana, poner demasiado alta la música, negar el saludo ceñudamente. Por eso no deja asombrar que en el portal de Lucía haya aparecido estos días un cartel para invitar a sus vecinos a un picoteo que se celebrará en el rellano del bloque, un lugar que, por cierto, me parece el más indicado para un acontecimiento de este tipo.
En 1922, gobernaba en Estados Unidos un presidente cuyo nombre nos resulta hoy poco conocido, Warren G. Harding; Benito Mussolini comenzó a mandar en Italia, y, por supuesto, Orwell aún no había publicado su novela 1984.
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Demasiadas cosas
La Primera Guerra Mundial había terminado pero, en el horizonte del tiempo, las armas volvían a empuñarse. Han pasado demasiadas cosas en estos cien años de vida de Lucía. ¿A cuántas reuniones de la comunidad habrá asistido en ese portal en el que ahora se anuncia su fiesta?
A menudo, un solo punto de un solo orden del día dinamita para siempre la paz vecinal. Creo que este picoteo habla bien de Lucía y de sus vecinos: celebran un éxito de la fisiología, pero también, y quizá sin saberlo, de la diplomacia.
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