La familia de los autores del crimen de Zabala abandona Bizkaia por temor a represalias
Ertzaintza y Policía Municipal extreman la vigilancia en pisos de Bilbao y Galdakao pertenecientes a miembros de los clanes enfrentados
La familia de los autores confesos del homicidio de la calle Zabala, Jon D.J., de 37 años, y su padre, Luis D.D., de ... 70, ha recogido sus enseres y abandonado Bizkaia para evitar posibles represalias por parte de los allegados de la víctima, David Goicoechea Cortés, de 45 años. Entre ellos figuran la mujer de Luis y la hija, de 11 años, de Jon. Además, la Ertzaintza y la Policía Municipal de Bilbao mantienen una vigilancia permanente a turnos en dos puntos del barrio donde residen miembros de ambos clanes por temor a nuevos altercados. La Brigada Móvil controlaba también en Galdakao un domicilio de parientes de los implicados que habrían recibido amenazas de muerte.
Todavía se respiraba tensión en el barrio de San Francisco, un día después de que la muerte a tiros de un vecino a plena luz del día en la calle rompiera la aparente tranquilidad. Ocurrió pasadas las dos y media de la tarde en la calle Zabala, aunque por la mañana se había registrado un incidente previo. Según testigos de los hechos, Jon se había encontrado con su exmujer, de la que se separó hace aproximadamente un año, y con su nuevo compañero paseando por esta arteria que une Bilbao La Vieja con la zona nueva de Miribilla. Entonces, se inició entre ellos una violenta discusión en la que Jon le golpeó con un palo en el brazo a la podría ser la nueva pareja de su ex. Le advirtió de que ni él ni nadie de su familia aparecieran por Zabala.
Este último decidió regresar a primera hora de la tarde, acompañado de un hermano, para ajustar cuentas o bien para hablar y solucionar los problemas, según las distintas versiones.
Antes del crimen, el más joven de los detenidos se había encontrado con su exmujer y su nueva pareja
Enfrentamiento previo
Luna fracturada
El hermano, David, mostró una actitud especialmente beligerante en la trifulca, lo que desató las iras de padre e hijo. Ambos se fueron a su vivienda, un quinto piso en el número 8 de Zabala, y se armaron cada uno con una escopeta de caza cargada de cartuchos. Entonces, subieron calle arriba y empezaron a disparar. Los hermanos salieron corriendo, uno de ellos se marchó en el coche gris en el que habían llegado y el otro, David, alias 'el Pachacha', fue alcanzado en la espalda por uno de los tiros. El proyectil múltiple le atravesó órganos vitales, entre otros el corazón. El hombre cayó desplomado sobre la acera, donde murió desangrado entre los brazos de su mujer y ante los ojos de dos de sus hijas, que no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Las jóvenes sufrieron ataques de ansiedad.
Hubo varios disparos, al menos tres, según testigos del incidente. Uno de ellos impactó en la matrícula del coche gris en el que huía el hermano de la víctima. Poco después, este vehículo, que presentaba la luna trasera fracturada, fue interceptado por la Policía en el barrio de Txurdinaga. En el asiento trasero del coche se localizó una bala y también cuchillos y porras. Mientras el 'Pachacha' agonizaba, los presuntos homicidas se dieron la vuelta con aparente calma dejándole malherido. Llevaban las escopetas en las manos y se escondieron en su vivienda. Según vecinos, se les vio asomarse por la ventana para comprobar lo que ocurría en la calle. Cuando una decena de agentes de los 'Bizkor', las patrullas de respuesta inmediata de la Ertzaintza que se encargan de afrontar este tipo de graves incidentes con individuos armados, se preparaban para irrumpir por la fuerza en el piso, los dos sospechosos se entregaron sin resistencia a la Policía. Eran aproximadamente las tres y media de la tarde. En el domicilio fueron decomisadas las dos armas largas supuestamente empleadas en la agresión, además de munición y armas blancas.
Vecinos de Zabala viven «atemorizados por lo que pueda pasar. El tiro podía haber dado a cualquiera»
Inquietud
Prueba de la parafina
En sus primeras declaraciones ante los agentes de la Ertzaintza que les detuvieron, ambos arrestados se reconocieron como autores del crimen de honor. Padre e hijo fueron sometidos a la prueba de la parafina, según la cual se toma una muestra en la mano para descubrir restos de pólvora que confirmarían si la persona ha disparado. Al cierre de esta edición, ambos permanecían en los calabozos de la comisaría de la Policía autonómica en Ibarrekolanda a la espera de ser puestos a disposición judicial.
Después del crimen, grupos de personas se arremolinaron en la plaza Concepción de María y en la calle Gimnasio, en el barrio de San Francisco, lo que hizo temer a la Policía por otros posibles incidentes que finalmente no se registraron.
David Goicoechea contaba con un amplio historial delictivo y había salido hacía aproximadamente un año de la prisión de Basauri donde había cumplido condena. El perfil de los detenidos, sin embargo, era bien distinto. El más joven frecuentaba el culto de la iglesia Evangélica, tanto el de la calle Olano como el de Cortes. Aficionado a tocar la guitarra, según sus vecinos, la separación de su mujer le había sumido en un período de crisis. El hombre no ocultaba sentirse profundamente «deprimido». Residentes en su comunidad apuntaban ayer que la familia no «era problemática. No daban un ruido», aunque sí habían mantenido alguna discusión con el administrador.
No obstante, admitían sentirse «atemorizados por lo que pueda pasar a partir de ahora. Las peleas entre esta gente siempre terminan mal». «El tiro le podía haber alcanzado a cualquiera», barruntaba uno. El domicilio de la familia de los detenidos permanecía ayer precintado por la Ertzaintza. Tras el homicidio, especialistas de la Policía Científica registraron la vivienda durante horas en busca de posibles evidencias.
Duelo entre fuertes medidas de seguridad en el culto
Familiares de David Goicoechea Cortés le dieron ayer su último adiós en una ceremonía íntima celebrada por la tarde en el culto de la calle Olano, en Bilbao. El cuerpo, que había sido sometido ayer por la mañana a la autopsia en el Instituto vasco de Medicina Legal, fue entregado a sus allegados alrededor de las cuatro de la tarde y llegó a la iglesia Evangélica en un coche fúnebre alrededor de las cinco y cuarto.
El acto religioso de despedida y duelo se celebró entre fuertes medidas de seguridad. Agentes de varias patrullas de la Policía Municipal de la capital vizcaína vigilaban la zona para que todo discurriera sin incidentes. Posteriormente, estaba previsto que los restos mortales de la víctima fueran trasladados a la cercana localidad de Basauri para ser enterrados en el cementerio.
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