La falta de relevo dispara los traspasos de despachos de lotería en Bizkaia
El sector vive un bum con la venta de administraciones en casi todos los puntos del territorio. «Son negocios que funcionan muy bien»
La administración de Bidebarrieta, la de Martín, en la esquina de Tendería con el Mercado de la Ribera, en Alameda de Urquijo.... Los despachos de ... lotería bilbaínos viven una especie de cambio de cromos con la ventas y traspasos de locales que están pulverizando «todos los récords. Jamás se había vivido una experiencia de este calado», según confirman fuentes del sector. El fenómeno es visible en casi toda Bizkaia, aunque especialmente relevante en Bilbao, donde no dejan de producirse transacciones de este tipo.
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La falta de relevo generacional, perceptible en casi todos los gremios, ha virado de tal manera el negocio que los cambios en la titularidad de las administraciones son constantes durante los últimos años. Esta tendencia se está viendo favorecida en gran parte por la buena marcha de estos locales, pese a que a raíz de la pandemia sufrieron una gran bajonazo. Sin embargo, sin llegar a las cifras de hace una década todavía, vuelven a vivir nuevos bríos.
¿Por qué, sin embargo, pese a la buena marcha tantos negocios tantos están cambiando de manos? Hay varios factores que explican esta situación. El principal es la posibilidad de «transmisión», algo que no contemplaba la ley hasta 2010, salvo a familiares. Otro es la llegada masiva de turistas, que han contribuido de forma decisiva al aumento de los ingresos. El incremento de la rentabilidad de estos locales ha acrecentado «el interés» de gente joven en busca de trabajo. También ayuda la «confianza económica» que transmiten los antiguos propietarios a sus sucesores.
«Toca meter muchas horas»
Los números, por lo que parece, saltan a la vista. «La mayoría de los que abandonan lo hacen porque llevan muchísimos años trabajando y les ha llegado la hora de la jubilación o están en vísperas. Es gente de la generación de los 60 e incluso antes», explica Sergio Etxebarria, que dirige, junto a otros dos hermanos, el despacho de su madre -Ana Ormaechea- en la esquina de Alameda de Urquijo con Ercilla.
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Quienes han puesto fin a su vida laboral, recuerdan que la venta de lotería es un trabajo «muy sacrificado» que exige «meter muchas horas» y trabajar de lunes a sábado. «Apenas hay descanso. Requiere mucha dedicación porque estamos detrás de la ventanilla a todas horas», remarcan. Esta entrega justifica en buena medida que los hijos de titulares que acumulan décadas de actividad hayan optado por otros destinos profesionales. «Los chavales al acabar sus carreras prefieren centrarse en lo que han estudiado en vez de meterse a trabajar dentro de un despacho», insiste Etxebarria.
También influye de forma positiva que «los nuevos loteros no empiezan de cero, sino con negocios consolidados. No es lo mismo arrancar de la nada que hacerse con una administración con clientes», admite un matrimonio que cerró hace meses la venta de su despacho. Solo el Casco Viejo de Bilbao concentra una docena de administraciones.
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En medio de un escenario que ha sorprendido incluso a los implicados por la enorme actividad, poco o casi nada se sabe de la cuantía de las operaciones. Obviamente, estas dependen del emplazamiento de los despachos. No todas las licencias se cotizan tampoco por igual. Sin embargo, uno de los alicientes de los despachos es que venden, según Etxebarria, «cantidad de productos diferentes», lo que refuerza su atractivo.
Por el contrario, el sector se enfrenta a una «necesaria actualización» de los precios, ya que, a su juicio, «mantienen los mismos que hace 20 años. Es importante ampliar los márgenes comerciales», sostiene el responsable de Ormaechea. Otro inconveniente es que cada despacho exige, de media, la contratación de entre dos y tres empleados.
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