El Euskalduna festeja sus 25 años con «los mejores resultados de la historia»

Coincidiendo con sus bodas de plata, el Euskalduna mantiene el objetivo de continuar impulsando la actividad económica y social de Bilbao y todo el territorio con una «especial organización de encuentros internacionales». «El objetivo con el que arrancó en 1999 está más vigente que nunca», sostuvo Nerea Lupardo, directora general desde 2021. Mantiene su apuesta «por una gestión sostenible con fondos propios», esgrime. Salvo el contratiempo de la pandemia, que obligó a la Administración foral a echarle una mano para mitigar los números rojos, el equipamiento ha funcionado en todo momento de forma autónoma y cerrando casi todos los ejercicios con beneficios.

El edificio diseñado por el matrimonio Federico Soriano y Dolores Palacios -eran novios cuando comenzaron las obras- cerró de alguna manera la etapa industrial de la villa para conectar con el modelo de política urbana diseñada para el siglo XXI. Su apertura supuso una apuesta a lo grande que la sociedad le ha devuelto con creces.

Con una inversión de 81,3 millones de euros y una superficie de casi 60.000 metros cuadrados, ha acogido en estos 25 años 17.631 eventos y recibido la visita de casi 11 millones de usuarios. El auditorio dispone de una superficie escénica de 1.800 metros cuadrados, lo que le convierte en el mayor de España y en uno de los más grandes de Europa tras el teatro La Bastilla de París.

El Euskalduna ha recibido en este tiempo premios de todo tipo. En 2002 batió el récord nacional de recaudación y de asistentes con el divertido montaje '5mujeres.com' y, al año siguiente, con Jon Ortuzar al frente, se coronó como mejor palacio de congresos del mundo. Fue también el primer centro de estas características en obtener el mayor reconocimiento mundial en materia de sostenibilidad.

El mal fario pareció amenazar la existencia del Euskalduna el día de su inauguración, después de que la Diputación se plantease arrojar contra el 'edificio-buque' una botella de txakoli en vez de cava. Sin embargo, finalmente se optó por una de champán, con tan mala suerte que la primera se hizo añicos al impactar en el suelo y la siguiente rompió contra la quilla del barco al quinto intento. Nada que ver con la extraordinaria singladura de un palacio que, 25 años después, navega de forma plácida, con un enorme eco internacional y con el nombre grabado en su estructura de los 23 niños y niñas vizcaínos nacidas el 19 de febrero de 1999.