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De una donación de sangre se extraen tres grandes componentes. Los glóbulos rojos (hematíes) son el elemento más transfundido. Ellos se encargan de trasladar el ... oxígeno desde los pulmones a todo el cuerpo. Las plaquetas se emplean en pacientes con problemas de coagulación o en enfermos oncológicos. El tercer componente, el plasma, es quizás el menos conocido. Se trata de la parte líquida de la sangre. Sirve para transportar las células pero sus proteínas tienen además grandes propiedades médicas. Se emplean para generar una serie de fármacos que cada vez se indican más en pacientes con inmunodeficiencias, enfermedades neurológicas, autoinmunes, hemofilia… Cada año su uso aumenta entre un 10 y un 15%. Son medicamentos muy necesarios con una gran pega: solo se pueden desarrollar a partir de plasma humano.
Este líquido amarillento se puede obtener de una donación estándar de sangre, con la que se obtienen unos 270 mililitros, o de una específica llamada plasmaféresis, que solo extrae esta sustancia. Con la segunda se logran hasta 750 mililitros.
Una vez obtenido, el Centro Vasco de Transfusiones y Tejidos Humanos (CVTTH) lo congela para mantenerlo en óptimas condiciones. En este estado se envía a una industria farmacéutica –en la actualidad Grifols– con la que Osakidetza tiene un acuerdo para que lo fraccione y transforme en medicamentos. De ahí salen los cientos de miles de viales de albúmina e inmunoglubinas que cada año reciben numerosos pacientes vascos. Estas últimas proteínas son las más empleadas en este tipo de tratamientos con derivados del plasma y aportan a los receptores las defensas contra agentes externos (anticuerpos) que su organismo no produce.
Actualmente Euskadi, al igual que gran parte de Europa, es un territorio en el que se hay déficit de entregas de plasma. Osakidetza tiene que salir al exterior comprar fármacos elaborados a través de este compuesto. Y no son baratos. De cada litro se obtienen preparados valorados en 8.000 euros. El principal mercado está en Estados Unidos. Allí se paga a los donantes. En el País Vasco y buena parte del viejo continente este es un acto altruista. Pero dado el contexto internacional, con anuncios de nuevos aranceles en diferentes sectores por parte del presidente Donald Trump, en el CVTTH no descartan que los precios de estos medicamentos experimenten una sensible subida a medio plazo. De ahí, subraya Miguel Ángel Vesga, director del centro, que sea importante dar un impulso a este tipo de donaciones a nivel local para que esta dependencia del exterior de Euskadi sea menor.
En 2024 el País Vasco sumó 68.804 entregas de sangre, de las que 8.170 fueron de plasma. Con ellas se cubrieron las transfusiones realizadas en los hospitales a pacientes quirúrgicos u oncológicos, pero no así las necesidades para desarrollar nuevos fármacos. El objetivo que se marca Osakidetza es multiplicar al menos por tres las entregas específicas de plasma –se quiere superar las 25.000–, sin que ello afecte a las de sangre. Así Euskadi sería «autosuficiente» y no tendría que acudir al exterior a comprar este tipo de preparados específicos.
Para intentar lograrlo se van a poner en marcha una serie de acciones. Entre ellas mejorar el sistema de citación, habilitar más horarios de lunes a viernes, así como los fines de semana, o ampliar el número de puntos fijos en los que se puede donar este componente sanguíneo. La previsión es pasar de los cuatro actuales a ocho en toda Euskadi. Algunos, como los que se estudia habilitar en algunas localidades estratégicas, estarán operativos un día a la semana para concentrar en esa fecha a los voluntarios de la zona.
Entre las ventajas que tiene la donación de plasma está que se pueden realizan con mayor periodicidad. Al extraerse solo el líquido de la sangre y no las células la persona se recupera antes. Entre los inconvenientes se encuentran que los equipos de plasmaféresis son más delicados, de ahí que llevarlos de un lugar a otro y ajustarlos después sea más complejo que una donación estándar. También hay que tener en cuenta que el tiempo entre una extracción de sangre y una de plasma no es el mismo. La segunda supera los 40 minutos.
Cada donación de sangre se exprime al máximo. Se aprovecha hasta la última gota, incluso las que quedan en los filtros empleados para separar los diferentes componentes. No se tira nada, tal y como aseguran en el Centro Vasco de Transfusiones y Tejidos Humanos (CVTTH), con sede en el recinto hospitalario de Galdakao. Porque cada entrega sirve para dar continuidad a la actividad asistencial en Euskadi. Miguel Ángel Vesga, director del CVTTH, destaca que «con cada donación se ayuda a más de diez personas». Es más, destaca que «sin esta generosidad de la gente no funcionarían los hospitales ni los tratamientos oncológicos».
Porque en Euskadi y en la mayoría de Europa la donación es un acto voluntario. Actualmente el País Vasco cuenta con unos 68.000 donantes. El problema es que muchos son veteranos y poco a poco se van jubilando. No se permite ceder sangre a personas mayores de 65 años ni tampoco menores de 18. Es por ello que es necesario que haya cierto relevo generacional. Pero no solo eso. También que los jóvenes que se han incorporado acudan más veces al año a entregar sangre. Y es que no es un colectivo tan fiel como lo fueron sus padres.
Vesga también resalta la importancia de incorporar a los migrantes y a sus descendientes a este circuito. Su sangre tiene unos fenotipos que no son los propios de la población vasca y cada vez son más necesarios para el sistema sanitario. La meta es que el 4% de la población vasca sea donante. Actualmente se acerca al 3%.
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