«Hay enfermos preocupados por qué va a ser de ellos cuando salgan del hospital»
Las trabajadoras sociales de Osakidetza identifican a aquellos pacientes que pueden precisar de apoyo social tras el ingreso
La figura de la trabajadora social es una de las menos conocidas de cuantas trabajan en Osakidetza. Su labor es identificar de la forma más ... precoz posible a aquellos pacientes ingresados que, una vez reciban el alta hospitalaria, se encontrarán en una situación de vulnerabilidad, motivo por el que precisarán de algún tipo de apoyo para su vida diaria. Les informan de los diferentes recursos públicos que pueden solicitar, les orientan sobre cuál es la mejor alternativa para su caso, les ayudan a tramitar las peticiones y la valoración de dependencia y se coordinan con las trabajadoras sociales de otras administraciones para facilitar que estas personas puedan acceder a esos servicios cuanto antes.
«Solemos llegar a estos pacientes a través de los médicos, porque los enfermos les cuentan a ellos su situación. Pero también nos pasa que estamos en una habitación con un paciente, nos oye su compañero y nos dice que él también necesita ayuda para cuando salga», cuentan Inmaculada Lara y Yaiza Vitoria, trabajadoras sociales del hospital de Santa Marina.
Acompañar al que está solo
En el centro estas profesionales asisten, de media, al 10,4% de todas las personas que son ingresadas. A aquellas que están en una situación de mayor fragilidad social o que carecen de una red familiar. «Hay pacientes preocupados por qué va a ser de ellos cuando salgan del hospital. Nosotras les explicamos qué opciones tienen para que ellos elijan», explican Lara y Vitoria.
Y aunque la mayoría de enfermos tienen familiares, también hay otros que están solos o que, por diferentes motivos, sus seres queridos no pueden acudir al hospital para estar con ellos. Para estos casos durante el ingreso hay varias personas de organizaciones benéficas que realizan labores de acompañamiento.
Juan Otaola, miembro de Cáritas, es una de ellas. Lleva seis años haciendo esta labor. «Si pueden les saco a dar una vuelta en silla de ruedas por el hospital, jugamos a cartas o hablamos. Con los que están peor me pongo junto a su cama y les doy la mano», cuenta. De esta tarea destaca el agradecimiento de los pacientes y el enriquecimiento personal que a él le aporta. Pero no es fácil ni para el que acompaña ni para aquellos enfermos en situación terminal. «Esperar a la muerte es muy duro».
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