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Guillermo es uno de los pasajeros que sufrió y fue testigo del que probablemente ha sido el peor ataque de grafiteros en la historia de Metro Bilbao ... . Por sus consecuencias y, sobre todo, por el modo en el que se ejecutó, con amenazas y encerrando a varios usuarios en el tren violentado. «Pase un miedo espantoso». Sucedió a las 22.41 horas del pasado miércoles, en plena final de la Europa League. No fue casualidad. El grupo aprovechó que los esfuerzos de las fuerzas de seguridad estaban centrados en San Mamés y sus alrededores para asaltar una unidad en la estación de Lutxana. Porque lo que relata Guillermo es un asalto en toda regla.
«Eran unos 15. Todos vestidos de negro y encapuchados. Imagínese la escena. Regresábamos a nuestras casas tranquilamente sentados y, de repente, cuando el tren arrancó para salir de la estación uno de ellos se levantó y accionó el freno de emergencia para detener la unidad». Los siguientes momentos fueron muy desconcertantes y perturbadores. «Aparecieron varios hombres vestidos de negro. Empezaron a gritar como locos. Iban encapuchados y con guantes. Se distribuyeron por los cuatro vagones. Eran tres en el mío. Nos dijeron que no nos moviéramos. Pensé que iban a poner una bomba o algo pero. No sé... Porque, al principio, no llevaban los espráis. Fue más tarde cuando los sacaron de la parte de adelante y no supimos de qué se trataba hasta que comenzaron a pintar las ventanillas y empezamos a sufrir un olor a químico insoportable».
El grupo de asaltantes cerró las puertas desde fuera y evitó que los usuarios salieran. Pintar los trenes con las puertas cerradas suele ser una práctica habitual entre los grafiteros. Según las fuentes consultadas, lo hacen para que el grafiti tenga continuidad y quede más estético. Pero llegados a este punto, los atacantes del tren de Lutxana pudieron cometer un grave error porque jurídicamente podría considerarse que perpetraron un delito de detención ilegal, castigado con penas de 4 a 6 años de cárcel, ya que mantuvieron dentro del tren a los clientes en contra de su voluntad. «Soy asmático y empecé a sentirme mal. Fueron momentos de mucha angustia. Me quité la camiseta para cubrirme las vías respiratorias. La gente se agobiaba ahí dentro. Incluso a una chica estuvo a punto de darle un ataque de ansiedad».
El 'comando' seguía a lo suyo. Pintaron casi cada centímetro cuadrado del tren (de la serie 550, con solo cuatro vagones). Mientras tanto, en el interior de los vagones, «perdí la noción del tiempo pero creo que serían entre 10 y 15 minutos… Todos dentro tuvimos miedo de sacar teléfonos o algo al ignorar que era lo que ocurría». Alguno intentó respirar a través de una de las puertas que no había sido pintada. «Cuando pudimos salir, muchos grabamos y sacamos fotos, y al de 5 minutos o así llegaron dos policías, y hablaron con el conductor. Luego me pareció ver que llegaron dos policías más…. Estuvimos allí parados hasta que retiraron el vagón (a las 23.12 horas, 31 minutos desde el inicio del ataque) y luego llegó otro para llevarnos. El susto y el agobio fue terrible, llegué a casa con dolor de cabeza y buscando mi inhalador».
Guillermo presentará una denuncia ante la Ertzaintza. «Esto no se puede permitir. A esta gente le habría dado igual si dentro del vagón hubiera habido un bebé o una persona muy mayor. Fue terrible y se merece que sean detenidos y juzgados». Metro Bilbao también presentará denuncia, cuando termine de evaluar los desperfectos causados.
Los autores, si llegan a ser identificados y arrestados, podrían enfrentarse a penas de cárcel (no solo por la posible detención ilegal), ya que, el año pasado, el Tribunal Supremo consideró que un grafitero había incurrido en un delito de daños y no en una falta administrativa al atacar una unidad, precisamente, de Metro Bilbao, al generar un deterioro de la chapa del tren y no un simple deslucimiento que se arregla con el lavado de la superficie.
El sindicato CISPE, por su parte, ha condenado los hechos. «Hacen falta más recursos, tanto humanos como técnicos para combatir esta lacra», señalan. «Llevamos tiempo pidiendo, por ejemplo, espráis de defensa personal, algo que la Comunidad de Madrid va a entregar a los compañeros que allí vigilan las cocheras y los depósitos de trenes»
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