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La ley establece un mínimo de dos escaños por cincunscripción, salvo Ceuta y Melilla, que eligen uno.

¿Cómo funciona la controvertida Ley D'Hondt?

No cuesta lo mismo sacar un diputado en Soria que en Madrid. Este sistema y la distribución de escaños por provincias favorece a los grandes partidos y a los nacionalistas

Yolanda Veiga

Domingo, 26 de junio 2016, 08:42

La política no es cuestión de emociones. Son matemáticas. Del problema a resolver sabemos la solución: 176. El número de escaños que permite la gobernabilidad. Pero con un mapa político tan fragmentado como el actual a esos 176 solo se llega a través de las sumas, de dos, de tres, de varios. Este domingo los votantes eligen a los 350 diputados que formarán el nuevo Parlamento.

Los asientos, al margen de la ubicación, son todos iguales. Pero no valen lo mismo. Un escaño por Soria se 'canjeó' por 12.000 votos en diciembre y uno en Madrid cotizó por 90.000. Esto sucede así por la asignación de escaños (un mínimo de dos por provincia salvo en el caso de Ceuta y Melilla, que tienen uno cada una) y el sistema D'Hondt, que debe su nombre a un jurista belga que lo popularizó en 1878. Es el que se usa en España desde la Transición y favorece a los partidos grandes y a los nacionalistas, marginando la representación de las formaciones pequeñas de ámbito nacional.

En España el ejemplo de libro es Izquierda Unida. En diciembre rozó el millón de votos pero solo obtuvo dos diputados. Se compare con quien se compare sale perdiendo: el PP tuvo siete millones y 123 diputados y el PNV 300.000 largos y seis representantes en la Cámara Baja. «El caso de IU siempre ha sido llamativo», reconoce David Díez Llamas, responsable de estudios políticos de Ikerfel. «Con este sistema el que sale perjudicado es siempre el que saca bastantes votos, pero los tiene muy repartidos, como es el caso de IU. Le votan en todas las circunscripciones, pero en la inmensa mayoría no llega al mínimo de votos requerido para acceder al escaño».

Ese mínimo es un 5%, de manera que las formaciones que no llegan a este porcentaje automáticamente quedan descartadas. «En las elecciones generales los partidos que no llegan al 5% de los votos no pueden aspirar a escaño, ni aunque se queden con un 4,9%. En el caso de las autonómicas vascas este porcentaje se reduce al 3%, lo que cambia significativamente las cosas», explican en Ikerfel. No solo por eso, también porque en las autonómicas la asignación de parlamentarios por territorio es la misma: 25 por Bizkaia, 25 por Gipuzkoa y 25 en Álava. Lo que provoca que en Álava, que es la provincia menos poblada, hagan falta menos votos para lograr un escaño.

Pero en las elecciones generales no sucede así. La ley establece un mínimo de dos escaños por provincia (salvo Ceuta y Melilla). Después se van asignando los demás en función del número de habitantes. La circunscripción que más diputados elige es Madrid, 36, y la que menos Soria, 2. En el caso del País Vasco, los vizcaínos tienen asignados 8 diputados, 6 los guipuzcoanos y 4 los alaveses. En esta tabla de la derecha se pueden consultar el número de escaños que elige cada circunscripción.

El mapa político que saldrá esta noche ya lo han esbozado las encuestas. Y si los resultados son parecidos Izquierda Unida dejaría de ser el partido perjudicado al rentabilizar sus votos con la coalición con Podemos. «Probablemente el más afectado sea Ciudadanos porque son los pequeños entre los grandes. Tendrán muchos votos pero muy repartidos».

- ¿Cree que es el sistema más justo?

- No hay sistema perfecto. Pero pensemos en las elecciones europeas, por ejemplo. Hay una sola circunscripción, España, de manera que los partidos nacionalistas obtienen unos resultados tan pequeños que no sacan prácticamente nada. Lo que hacen es unirse entre ellos para formar un grupo más grande y poder así lograr representación. Si en las elecciones generales se hiciera algo parecido el PNV, ERC... se quejarían porque a nivel nacional obtendría muy pocos votos, pero sin embargo su representatividad en la comunidad es grande. Si el sistema electoral es justo o no es algo opinable, pero habría que ver si hay otro mejor.

El sistema D'Hondt se utiliza, con algunas variaciones, en cantidad de países: Argentina, Brasil, Japón, Finlandia, Holanda, Irlanda, Suiza, Portugal, Turquía... Según este sistema los escaños se calculan en cada provincia dividiendo el número total de votos que obtiene cada partido por el número de escaños a repartir. De las cifras resultantes se eligen los cocientes más altos. Se entiende mejor con un caso práctico y real, por ejemplo los resultados de las elecciones generales de diciembre de 2015 en Bizkaia. La provincia elegía 8 diputados (igual que ahora), que se repartieron PNV (3), Podemos (2), PSE (1), EH Bildu (1) y PP (1). Para obtener este reparto se dividió el número total de papeletas conseguidas por cada formación entre ocho divisores (porque eran 8 escaños). Esto es, se dividieron los 182.245 votos del PNV entre 1, entre 2, entre 3, entre 4, entre 5, entre 6, entre 7 y entre 8. Esta misma operación se hizo con los 170.317 votos de Podemos, los 84.643 del PSE, los 81.552 de EH Bildu y los 74.279 del PP. Ciudadanos e Izquierda Unida no entraron siquiera en el juego de las divisiones porque ninguno logró el mínimo del 5% de sufragios. La formación naranja se quedó con el 3,83% (25.000 votos) y la de izquierdas con el 2,82% (18.391).

Al dividir los resultados de PNV, Podemos, PSE, EH Bildu y PP entre ocho se obtienen 40 resultados (ocho divisiones por cinco partidos) y se eligen los ocho resultados más altos. Se aprecia gráficamente en esta tabla.

Veamos ahora otro caso, el de Álava en las elecciones de diciembre de 2015. Eligió cuatro representantes, los mismos que elige hoy. Y el reparto quedó de la siguiente manera:

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