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Pedro Sánchez y Mariano Rajoy se saludan en presencia del moderador, Manuel Campo Vidal.
Sánchez acosa a Rajoy en un bronco cara a cara

Sánchez acosa a Rajoy en un bronco cara a cara

El momento de mayor tensión personal del debate: «Usted no es decente», acusó el candidato del PSOE; «Usted es ruin, mezquino y miserable», le respondió el presidente

david guadilla

Lunes, 14 de diciembre 2015, 21:38

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Como si de un combate de boxeo se tratara, el decisivo y único cara a cara de toda la campaña entre el presidente del Gobierno en funciones y candidato del PP, Mariano Rajoy, y el aspirante y líder del principal partido de la oposición, Pedro Sánchez, desembocó en un intercambio de golpes -bajos en algunos instantes- y reproches duros, directos y de alto voltaje. Fueron casi dos horas de ataques cruzados, en los que el líder del PSOE logró por momentos colocar contras las cuerdas a un rival, que en todo caso, supo revolverse. Un debate, uno de los más duros de los que se han celebrado en la democracia, que vivió sus minutos más calientes cuando la corrupción apareció en escena y se llegó a lo personal.

Ambos candidatos arribaban al encuentro, moderado por el presidente de la Academia de Televisión, Manuel Campo Vidal, y emitido por varios canales, en dos posiciones muy diferentes. A pesar del desplome que indican todas las encuestas, el PP sigue apareciendo como la primera fuerza en intención de voto. Consciente de ello, Rajoy apenas ha arriesgado y ha evitado confrontarse de manera directa con Albert Rivera y Pablo Iglesias. Sánchez estaba en el lado opuesto. Debilitado tras el debate a cuatro del pasado lunes -la mayoría de las encuestas y análisis posteriores indicaron que no tuvo su mejor día-, los socialistas sabían que su líder se encontraba ante una oportunidad única, quizás la última, para reducir la distancia con el PP y marcar distancia con Ciudadanos y Podemos. Aparecer, como recalcan los socialistas, como la alternativa real a Rajoy.

Posiblemente por ello, Sánchez salió al ataque con la intención clara de acorralar a Rajoy. Enérgico en el tono, en los primeros quince minutos ya había acusado a su oponente de «mentir» y había puesto encima de la mesa el nombre de Bárcenas. Rebatió la tesis de que España es uno de los países que más crece, recordó la amnistía fiscal y cargó con dureza contra la reforma laboral.

No fue la única vez que Sánchez sacó la corrupción. Lo hizo todavía con más fuerza al inicio del tercero de los cuatro bloques en los que estaba dividido el debate. En principio estaba dedicado a hablar de las futuras reformas que se pueden abrir camino en la próxima legislatura. Pero acabó desembocando en una enganchada cruenta. Un rifirrafe sin piedad en el que Sánchez aprovechó el flanco más débil de Rajoy: la corrupción. Y entró a degüello.

«Hasta ahí hemos llegado»

El candidato del PSOE aseguró que el presidente del PP tenía que haber dimitido por el caso Bárcenas. Sánchez apostó fuerte. «Usted no es un político decente», le espetó un agresivo líder socialista. La respuesta de Rajoy no se hizo esperar. «Hasta ahí hemos llegado», contestó visiblemente molesto el presidente del Gobierno en funciones. Dolido en lo personal, Rajoy defendió su honradez y acusó a Sánchez de «emponzoñar» un debate con un argumento «ruin, mezquino y miserable». La afirmación del líder de la oposición, en todo caso, le dejó noqueado.

Sánchez, mucho más cómodo y firme que en el debate a cuatro del pasado lunes, sin necesidad de defenderse de los ataques de otros adversarios, acusó a Rajoy de no ser un «presidente libre», de estar «detrás de un plasma»... El candidato del PP se esforzó en salir de la esquina del cuadrilátero a la que le había llevado su adversario. Recalcó que nunca ha sido citado en un juzgado y utilizó la herencia que recibió su Gobierno en 2012 tras la salida de José Luis Rodríguez Zapatero.

Fue la parte económica una sucesión de datos. Rajoy se esforzó en destacar los altos niveles de paro que recogió su gabinete y la situación cercana al rescate que dejó el PSOE. «Ahora nadie habla de la prima de riesgo de España», afirmó ufano el candidato del PP. Sánchez respondió con otra avalancha de cifras. Cada uno en su papel, con un Sánchez agresivo y un Rajoy que intentaba esquivar el aluvión de tortas dialécticas que le lanzaba su oponente.

Sánchez era consciente de que necesitaba coger aire en un día en el que habían salido las últimas encuestas antes de las elecciones. Y todas daban ganador al PP. Dispuesto a jugárselo el todo por el todo, Sánchez fue subiendo el tono y la dureza de las acusaciones hasta a veces pasarse de frenada. A medida que avanzaba, el debate se fue haciendo más bronco, incluso cuando se abordaron temas como la igualdad. El candidato del PSOE acusó al Gobierno del PP de recortar el presupuesto en esta materia y le llegó a acusar de impedir a las mujeres tener hijos. «Quiero que me explique por qué impido a las mujeres tener hijos», le espetó a Sánchez Rajoy, quien añadió: «Quiere sacar los votos de las mujeres». El único momento de tregua llegó al final, en la defensa del pacto antiyihadista.

Era la cuarta vez que Rajoy se enfrentaba a un candidato del PSOE. Lo hizo en dos ocasiones en 2008 con José Luis Rodríguez Zapatero y una sola en 2011 con Alfredo Pérez Rubalcaba. Aquellas citas apenas modificaron las tendencias que marcaban las encuestas previas, pero en un escenario tan volátil como el actual su efecto puede ser muy diferente. Sobre todo, con un 40% de indecisos.

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