Marta, junto a dos mestizos de podenco a los que ha vestido. Mireya López
El Bilbao de Luis Gómez

Abrigos, jerséis y albornoces a medida para perros en Bilbao

Artesanal ·

Marta Larraz diseña prendas «funcionales y cómodas» desde 56 euros para que los chuchos luzcan guapos

Viernes, 17 de febrero 2023, 00:46

Qué looks más 'guaus'. Los perros de Bilbao están de estreno. La capital vizcaína dispone desde el pasado octubre de un servicio de sastrería canina... ... a medida. ¡Nada de aquí te pillo y te saco a la calle con el primer trapo que encuentre! De Baiu salen muy cómodos y como unos pinceles, con sus abriguitos de colores y a cuadros, impermeables para el invierno y verano (que los animales también siguen los dictados de la moda y visten distinto según la estación), jerséis tejidos a mano, peluches para juguetear, manoplas, toallas... ¡Hasta albornoces para después del baño! Que a los chuchos, sobre todo a los muy peludos, hay que secarles bien para evitarles resfriados. Por oferta que no quede. Las piezas más «pequeñitas» se venden desde 56 euros. «Y de ahí para arriba», explica Marta Larraz.

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La diseñadora bilbaína trabajó durante muchos años en un prestigioso taller de alta costura madrileño especializado en la confección de colecciones nupciales, de mujer y niño hasta que un día pensó en qué hacer con un retal que le sobró mientras observaba a su «perrete» -Takitxu- intentando sacudirse el frío. Con aquella tela le hizo un abrigo, que triunfó «en el parque». Su mascota se convirtió, casi de inmediato, en la más 'cool' del barrio. Era un abrigo de estilo «urbanita» elaborado con paño de lana. Diferente, en cualquier caso, «a lo que había en el mercado».

El perro, un teckel de pelo duro, «estaba muy guapo», recuerda la creadora. Aquel detalle no cayó en saco roto y la modista se decantó por la moda perruna, visto el gran éxito de sus colecciones.

«Algunos animales se impacientan en cuanto sacas el centímetro para tomarles las medidas»

A su vuelta a Bilbao, Larraz se lo tomó con paciencia hasta que hace cuatro meses levantó la persiana de la sastrería artesanal. En su atelier de Fernández del Campo -una zona con abundante presencia de perros- cose toda clase de ropas y complementos, aunque pone sus condiciones. «Hago prendas que les ayuden en el día a día y les resulten funcionales. Pero a mí que no me pidan un vestido, una pajarita o una bandana. Yo no trabajo en cosas que el perro no vaya a necesitar. Es algo que les dejo muy claro desde el principio a los clientes. Mi perra suele decirme 'venga, ponme algo que hace frío», advierte.

Algunos con malas pulgas

La fabricación de las prendas -en paño, lana o tejidos 'oxford' impermeables para repeler el agua- le suele llevar en torno a un día. Pero detrás hay muchas horas de trabajo. El taller funciona como «el de los humanos». Marta trabaja con cita previa al tener lista de espera. A los cachorros, muy presumidos ellos, hay que prepararles patronajes exclusivos. «Nada de facturar en serie», argumenta.

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Y no perderles de vista en ningún momento porque algunos canes tienen malas pulgas. Los hay que ni se mueven y «se dejan hacer de todo por lo amigables que son» cuando les tocan, pero otros, «en cuanto sacas el centímetro», se impacientan». El suyo, sin ir más lejos. 'Trapero', mestizo de pastor vasco con podenco, jamás aparece por la tienda. No se deja «cepillar, vestir ni tocar», pero Marta le adora, Así que cada dueño suele echar una mano y controlar al suyo para que el taller no se convierta en un concierto de ladridos.

El tallaje se resuelve en muy poco tiempo. Apenas lleva cinco minutos. Marta les toma con cuidado las hechuras. Empieza por el cuello, sigue por el pecho, continúa por «el ancho y alto de la pata» y termina a la altura de la espalda. Siempre el mismo proceso. «Hay que hacerlo bien para que no arrastren los abrigos», detalla. Las piezas rara vez incorporan «elementos adicionales» -como en los cinturones de los abrigos- para que los perros no puedan mordisquearlos y no se peguen enganchones cuando juegan con otros chuchos. «Procuro que lleven las menos cosas posibles que se puedan soltar. Hay que supervisar muy bien todos los artículos para que no corran ningún tipo de peligro», esgrime.

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Larraz piensa en ampliar las colecciones. Baraja el lanzamiento de una línea de correas y collares y tampoco descarta la creación de diseños unisex para que los perros y sus dueños vistan igual, aunque reconoce que de momento ningún cliente le ha sugerido algo parecido. «Yo solo quiero que salgan guapos, supergraciosos y cómodos, aunque no hay perro feo», remata.

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