Los viernes, en el Baste de María Muñoz
En María Muñoz, 6 ·
Sección en la que periodistas de El Correo recomiendan sus tabernas favoritas«A las 8 en el Baste». Este es el mensaje de Whatsapp que espero con una ilusión especial. Cuando lo reciba querrá decir que he dado un paso más hacia la tan controvertida 'nueva normalidad' y, sobre todo, y principal motivo de mi emoción, que volveré a disfrutar de unas cañas con mis amigos de la 'uni'. ¡Cuánto echo en falta ese viernes al mes! Desde hace unos años no hemos fallado ni uno. Y siempre el Baste, uno de los clásicos del Casco Viejo bilbaíno, ha sido donde comienza una tarde-noche de confesiones, recuerdos, abrazos, bromas... truene o haga sol. Si llueve, no sé cómo, pero solemos encontrar un hueco en su estrecho interior. Y si hace bueno, junto a la puerta. No importa el gentío de María Muñoz, con el primer sorbo de cerveza parece desaparecer todo mi alrededor. ¡Será porque está buenísima! Aunque también ayuda la buena compañía.
En la barra es un no parar. Y nosotros no perdemos detalle, atentos a que salgan sus tan famosos tigres, esos mejillones crujientes cubiertos de delicioso bechamel, empanados y fritos, reyes de una bien surtida barra de pintxos. He de confesar que, a pesar de la fantástica reseña de Guillermo Elejabeitia –mi compañero del suplemento gastronómico Jantour– nunca he traspasado la puerta de su comedor. Según cuenta, el Baste no solo es «el bar de los tigres». Las exquisiteces que allí sirven van desde la sopa de ajo a morros en salsa vizcaína, pasando por chipirones en su tinta y bacalao en diferentes versiones.
Quién sabe, quizá la próxima vez, en vez punto de partida del tradicional poteo, el Baste se convierta en nuestro lugar para celebrar en la mesa el reencuentro.
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