Veintiséis refinerías han cerrado en Europa desde 2008 y otras seis corren peligro
El descenso del consumo de fuel y el estrechamiento del margen se han convertido en una ‘espada de Damocles’ para el sector
Manu Alvarez
Lunes, 2 de mayo 2016, 01:46
El sector del oro negro atraviesa tiempos convulsos. A la crisis más o menos generalizada de las empresas que tienen intereses en la extracción del petróleo, al cierre continuo de las prospecciones menos rentables, se une también el particular 'víacrucis' de las refinerías. Un reciente informe de la firma internacional IHS revela que se está produciendo ya una profunda reconversión en el sector y que los cierres -el 'achatarramiento de instalaciones', como se dice en el sector siderúrgico, sometido también a un nuevo ajuste en Europa- se ha convertido en un goteo constante. Desde principios de 2009 han desaparecido solo en el viejo continente un total de 26 refinerías, al tiempo que en estos momentos otras seis están en claro peligro de subsistencia o en venta, en el mejor de los casos.
De esos cierres, cinco se han producido en Francia, e igual número en Alemania e Italia. En el caso de España tan solo se ha producido el de la refinería de Cepsa en Tenerife, en 2013. Algunas se mantienen como mero centro de almacenamiento y distribución, pero sin actividad industrial alguna. Entre las seis que están en peligro y que han sido identificadas por la consultora IHS, ninguna está en suelo español y se reparten entre Francia, Dinamarca, Irlanda, Holanda, Reino Unido y Alemania.
El descenso del precio del crudo ha puesto en apuros a un buen número de empresas en todo el mundo e incluso a países enteros. Aunque hasta ahora se entendía que un precio bajo del petróleo era bueno para la economía, lo cierto es que cuando este supuesto se ha convertido en realidad han aflorado los puntos débiles de muchos sectores industriales. El valle alavés de Ayala, bien alejado de las explotaciones petrolíferas de Oriente Medio o del Mar del Norte, sabe ahora del impacto que tiene esta situación porque algunas de sus empresas -es el caso de Tubos Reunidos- han tenido que aplicar expedientes de suspensión temporal de empleo como consecuencia de un descenso de la demanda. Si se cierran pozos, se invierte menos en tubos, así es el mercado.
Pero las refinerías tienen otros problemas paralelos, aunque el descenso del precio del crudo ha permitido en esa parte del negocio una mejora sustancial de sus márgenes, porque el precio de venta de los combustibles siempre desciende de forma más lenta que el de la materia prima. Y esos problemas están ligados a los cambios tecnológicos de su mercado y también a que el número de competidores ha aumentado.
La refinería que tiene la multinacional Repsol en el País Vasco, Petronor, es un buen ejemplo para analizar lo que ha sucedido. La mayor parte de las refinerías cerradas han sucumbido porque sus instalaciones habían sido concebidas para una producción masiva de fuel -era el caso de Petronor, cuyo objetivo inicial era alimentar las centrales térmicas de Santurtzi- y sus propietarios no han querido o no han podido realizar las inversiones necesarias para adaptarse al cambio. El mercado ha recortado de forma brusca la demanda de fuel, al tiempo que ha aumentado la de gas-oil. Petronor, sin ir más lejos, tuvo que invertir 800 millones de euros para poner en marcha unas nuevas instalaciones en 2013 que permitían, precisamente, extraer más gas oil del petróleo y menos fuel. Y en este caso también hubo accionistas destacados en el seno de Repsol que presionaban para no hacer la inversión -que era tanto como apostar por un cierre de la refinería a medio plazo- para reforzar el dividendo.