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Manu Alvarez
Jueves, 5 de mayo 2016, 00:53
El pelotazo generado en la salida a Bolsa de la operadora vasca Euskaltel acabará en los tribunales. Los antiguos socios de la compañía, que vendieron parte o todas sus acciones a finales de 2012 a los fondos de inversión Trilantic e Investindustrial, reclaman una parte de la plusvalía que éstos obtuvieron, apenas dos años más tarde, cuando decidieron liquidar su posición aprovechando la salida al parqué de la empresa. El Gobierno vasco, Kutxabank, Iberdrola, Endesa y el Grupo Mondragón reclaman a estos fondos 41 millones de euros y, tras las fracasadas conversaciones que han mantenido durante meses, han decidido presentar una demanda y acudir a los tribunales. Eso sí, mientras que las compañías lo harán en un frente común, el Ejecutivo vasco ha decidido presentar su propia demanda en solitario.
A finales de 2012, Kutxabank tenía una posición mayoritaria en la operadora -controlaba casi el 68% de las acciones- y las nuevas normas de regulación bancaria le obligaban a reducir su riesgo, so pena de ver extraordinariamente penalizado su balance. El banco no sólo se vería obligado a consolidar y hacer propio el 100% de la cuenta de resultados y del balance de la compañía de telecomunicaciones, sino que además experimentaría un duro castigo en el cálculo de solvencia. Los supervisores -primero el Banco de España y ahora el Banco Central Europeo- habían decidido utilizar medidas disuasorias para reducir la exposición de los bancos a las inversiones directas en empresas. En ese contexto, Kutxabank dirigió una negociación de venta de acciones, a la que se sumaron el resto de socios, que permitió un acuerdo con los fondos Trilantic e Investindustrial. Con ello se produciría un reequilibrio del accionariado, con el que Kutxabank rebajaba su participación al 49,9% -situarse por debajo del 50% le aliviaba no de todos, pero sí de muchos problemas con el supervisor- e Iberdrola retenía el 2%, mientras que ambos fondos se quedaban con el 48,1%.
La valoración pactada para Euskaltel fue de 320 millones de euros, pero el contrato negociado personalmente por el entonces presidente de Kutxabank, Mario Fernández, establecía una cláusula -lo que en el argot de las operaciones de compraventa de empresas se conoce como earn out- que permitía incrementar dicho valor hasta 407 millones, si se cumplían determinados hitos de mejora de la rentabilidad de la empresa en los ejercicios siguientes. Y esa mejora que permitiría incrementar la valoración, aseguran, se cumplió sin problemas. Los antiguos accionistas creen que ese variable asciende a 41 millones.
Toma el dinero y...
Los accionistas que vendieron entonces su participación defienden que el contrato es «absolutamente claro» en este aspecto y acusan a Trilantic e Investindustrial de mirar ahora para otro lado. Una actitud que, estiman algunas fuentes, es «menos comprensible» si se tiene en cuenta que ambos fondos dieron un pelotazo de proporciones galácticas en poco más de dos años, con una mera especulación accionarial. Al rebufo de una auténtica burbuja especulativa en torno al sector de las telecomunicaciones, que entró desde principios de 2015 en una vorágine de fusiones, los fondos y Kutxabank sacaron la operadora a Bolsa en un momento dulce. Tanto que los fondos arrancaron una plusvalía de 523 millones de euros en la operación, en apenas dos años y cuando habían arriesgado 154 millones, producto no sólo de la venta de las acciones sino también de un dividendo extraordinario que cobraron de la operadora.
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