Xavier Ferrás.

«La apuesta a largo plazo de Euskadi por un país tecnológico ha dado sus resultados»

El experto catalán, que ayer participó en la gran cita vasca de la I+D+i, considera que «la creatividad es la materia prima de la innovación»

Jesús L. Ortega

Miércoles, 17 de mayo 2017, 01:49

El curriculum de Xavier Ferrás (Manresa, 1969), además de su amplia experiencia docente, está repleto de referencias a sus actividades profesionales en diversos organismos e ... instituciones catalanas relacionadas con la innovación. Es, por lo tanto, uno de los expertos en la materia que ayer participaron en Bilbao en la sexta edición del Global Innovation Day.

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¿Qué pasos hay que seguir para innovar en la empresa?

Primero, hacer una diagnosis certera de la situación, que significa básicamente preguntarse qué capacidades tengo y qué oportunidades hay en el entorno. Segundo, ver cómo me puedo diferenciar de la competencia y tercero, ejecutar el proyecto.

¿Y para innovar como país?

Mantener una estrategia a largo plazo. Las apuestas que hagamos hoy deben mantenerse en 2030. Si nos supeditamos al ciclo político, la suma de vectores aleatorios dará una resultante nula. En innovación, como en otras políticas, es preciso la estabilidad y la visión a largo plazo.

¿Cómo ve al País Vasco en innovación?

Euskadi, quizás por la visión que tiene como país, ha mantenido sus líneas de actuación en el largo plazo. La apuesta por un país industrial y tecnológico se ha mantenido durante las últimas décadas y está dando sus resultados.

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¿Qué lugar cree que ocupa en el concierto internacional de la innovación?

Hay tres modelos competitivos básicos. Uno es el de Estados Unidos, de mercados financieros muy rápidos que te proyectan a la estratosfera en tres meses. Otro, el chino o asiático, que empieza muy poco a poco copiando lo que hacen los demás, pero al final es capaz de generar conocimiento propio. Es decir, evoluciona de la manufactura básica a la ciencia. Y un tercer modelo de capitalismo social, típico de los países nórdicos y sobre todo de Alemania, que forman cadenas de valor muy orientadas a las pymes y a los clúster industriales. El País Vasco, para mí, es una pequeña muestra de ese modelo alemán. En el resto de España y del sur de Europa no hemos incorporado aún ese modelo tan industrial y tecnificado.

¿Creatividad e innovación son las dos caras de una misma moneda?

La creatividad es la materia prima de la innovación. Para diferenciarte respecto a lo que hace todo el mundo, tienes que aportar creatividad. Hay metodologías para estimularla y se debe valorar, incentivar y premiar. La creatividad es imprescindible para innovar.

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¿Cómo se estimula la creatividad?

En entornos empresariales se estimula aportando lo que llamamos outsiders. Es decir, gente de fuera. Es una forma de hacer innovación abierta. Si intentas ser creativo con tu equipo directivo en tu oficina, el resultado tiende a cero. Puede aportar mejoras, pero no innovaciones. Busca gente de otros contextos, de otros países, de otras culturas, sal, mira lo que hay fuera... Todo eso genera ideas y de ellas se pueden sacar oportunidades de negocio.

¿No se pueden encontrar ideas dentro de las propias empresas?

Sí, lo que ocurre es que la gente de dentro de la compañía está muchas veces mediatizada por la propia cultura y por los sistemas internos, y si nunca ha visto nada más quizá no pueda aportar grandes cosas. Sus ideas igual no cambiarán el modelo de negocio, pero sí aportarán mejoras y pueden ser el embrión del cambio que hará que la empresa pueda adaptarse a nuevos entornos.

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Hay empresas que prefieren que sus empleados sólo obedezcan y no piensen.

El modelo industrial del siglo XX estaba orientado al control. Sujeto a un master plan de fabricación y de ventas, y todo el mundo a obedecer. Actualmente, el entorno cambia cada día, cambian los contextos y las oportunidades, y es cada vez más necesaria la innovación para adaptarse a ese entorno cambiante. Si ahí las ideas sólo las tiene uno, que es el director, y se sigue el plan del director, estás claramente perdiendo talento y, por tanto, oportunidades. Las empresas orientadas al control son de un mundo antiguo. Ahora deben ser adaptativas, flexibles y sensibles a ideas internas y externas, salir, ver nuevos modelos, etc.

Cuando se habla de innovar casi automáticamente se piensa en tecnología, pero la innovación ¿está más en las ideas o en la tecnología?

Las dos cosas. Lo que ocurre es que la innovación tecnológica es fundamental y genera ventajas competitivas superiores. Como consejo, si hay que destinar recursos, destínalos a tecnología. El capital tecnológico de un país determina su competitividad y su bienestar. Se puede innovar sin tecnología, pero son formas más débiles de innovar. Si innovas en marketing, en organización, en procesos, en modelo de negocio, en la forma de ofrecer servicios... todo eso te lo puede copiar inmediatamente tu competencia, pero si creas una nueva tecnología y la patentas ese conocimiento sólo lo tienes tú, no te lo pueden copiar y eso te da una ventaja competitiva exclusiva.

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En ocasiones, en el afán de innovar ¿no se cae en la extravagancia?

Sí. Cambiar de lugar los muebles de la oficina no es innovar. A veces se cae en la extravagancia y en la vulgarización. Tenemos que cuidar muy bien el concepto de innovar. La innovación es un cambio que crea valor. Si cambio algo en mi empresa y eso no produce valor ni para mí ni para mi cliente, no estoy innovando. Y además tiene que conllevar riesgos. Si un proyecto no tiene ningún riesgo, aunque genere un valor, eso es una mejora, no una innovación.

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