Los robots y el empleo
¿Cuántos puestos de trabajo se llevará por delante la incorporación masiva de artilugios de inteligencia artificial?
Fernando Pescador
Viernes, 13 de mayo 2016, 22:13
Hay un debate en curso, por ahora esencialmente académico, sobre el porcentaje de puestos de trabajo que los nuevos robots van a hurtarle al ser ... humano en el horizonte de los próximos diez o quince años. He leído y oído cifras de todos los pelajes: desde el 80% de algunas publicaciones norteamericanas de divulgación científica hasta el 15% de ciertos especialistas del medio, pasando por el 47% de una investigación realizada en Oxford este año pasado. Son números, estos, que suscitan todo tipo de reacciones, en su mayoría de incredulidad. En lo que hay consenso es en que nos encontramos a las puertas de una nueva revolución industrial: la de Inteligencia Artificial (AI o Artificial Intelligence, de su acrónimo anglosajón).
Por lo visto, 2015 ha sido un año de avances espectaculares en el mundo de la AI. Merced a lo que se conoce como Deep Learning, desarrollado por Google y que podríamos traducir como 'Aprendizaje Profundo', los ordenadores están adquiriendo vastos conocimientos sin programación específica previa: aprenden a distinguir seres humanos de animales entre miles de fotografías, en base a patrones que extraen ellos mismos de las imágenes. Otras aplicaciones facilitan a la agencia Associated Press la difusión, sin periodistas que los redacten, de miles de boletines informativos sobre resultados empresariales, utilizando hojas de cálculo con los estados contables que estas mismas publican. Y el robot Watson, de IBM, sugiere en algunos hospitales norteamericanos estrategias farmacológicas o quirúrgicas para tratamientos de cáncer individualizados, basándose en los análisis genéticos de cada paciente y en la literatura científica existente al respecto.
Son, esos últimos, ejemplos de aplicaciones de AI relativamente esotéricas, que no entrañan pérdidas directas de puestos de trabajo pues el ser humano se encuentra, de una u otra manera, al final de la cadena de decisiones. Hasta en el caso de las noticias financieras de la Associated Press, ya que las más relevantes son objeto de supervisión humana y las automatizadas no serían ni escritas, ni publicadas por periodistas, debido al costo.
Otra cosa bien distinta son los usos avanzados de IA actualmente en fase de experimentación. Los vehículos autodirigidos podrían dejar en la calle a cinco millones de camioneros cuando la tecnología entre en servicio; y Uber pretende acabar con las críticas que cosechan sus servicios invirtiendo masivamente en coches sin conductor. El sector financiero, que ha prescindido de miles de puestos de trabajo a medida que se reducía el margen en nichos habituales de su negocio, encara una nueva tanda de ajustes que podría comprometer esta vez hasta un 30% del empleo del sector en Estados Unidos y Europa, según un informe de Citygroup. Son datos barajados en una Conferencia del Milken Institute que se ha celebrado en Beverly Hills, California. Y los principales bancos del mundo están profundizando en aplicaciones como Blockchain, que podrían generar ahorros multimillonarios en la operativa bancaria y liberar recursos financieros ingentes para la inversión.
Las consecuencias de estas nuevas tecnologías en la ocupación final, no ya en los puestos de trabajo actualmente existentes, se ven matizadas por la experiencia: frente al catastrofismo de los luditas británicos de comienzos del XIX en su lucha contra el maquinismo, hoy sabemos que este tipo de avances generan puestos de trabajo de nuevo cuño. Andrew Ng, quien fuera principal responsable del proyecto Google Brain, además de profesor de ciencia computacional en Stanford, y que ahora es el primer responsable científico del buscador chino Baidu, expresaba gráficamente el año pasado que la agricultura, en Estados Unidos, ha necesitado casi 200 años para representar el 2% de la mano de obra del país, desde el 98% de comienzos del XVIII. «Tuvimos tiempo para formar a los trabajadores excedentarios». Ng reconoce que los cambios, ahora, son más rápidos (es el autor del cálculo de los millones de camioneros), pero se apunta a la tesis de las nuevas oportunidades, lo mismo que amigos míos especialistas en mercados laborales, que una vez tuvieron responsabilidades de Gobierno en la materia y con los que he hablado de este tema.
Pero lo que está meridianamente claro, sea el impacto de las nuevas tecnologías en el empleo el que sea, es que la nueva revolución industrial va a requerir de sociedades mucho más dinámicas que las actuales. El statu quo y el privilegio están de capa caída y la formación permanente y el riesgo individual van al alza.
Además, las diferencias salariales se acrecentarán y aumentarán exponencialmente los flujos de capital hacia los países tecnológicamente avanzados, porque en ellos se obtendrán los mejores rendimientos.
Harían bien gobiernos, empresas, sindicatos y trabajadores en aplicarse el cuento, antes de que la nueva ola llegue y se lleve por delante todo lo que no tenga un cimiento sólido.
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