Sortear las turbulencias del mercado

No cabe duda de que, desde que arrancó 2016, vivimos momentos de turbulencias en los mercados, donde la volatilidad ha sido intensa en buena parte del primer trimestre y parece llamada a ser una compañera habitual/ocasional. Esta situación obligará al ahorrador a realizar un esfuerzo extra con sus inversiones. ¿En qué sentido? Prestando una mayor atención a los movimientos bruscos del mercado y con una comunicación continuada con su asesor, para ajustar de la mejor forma su estrategia. El objetivo, en este contexto de mercado, no puede ser otro que la preservación del capital, a la espera de que lleguen tiempos mejores.

Es cierto que el primer trimestre del año ha sido devastador para la estabilidad de los mercados. Son demasiadas las zancadillas que han metido el miedo en el cuerpo a los inversores. Abrió la espita China, con la desaceleración de su economía, cuyo crecimiento parecía que no tenía límite, y se sumó la brusca (y prolongada) caída en los precios del petróleo, que también barruntaba una cierta preocupación para compañías de diferentes sectores, no solo del ámbito energético. El 'Brexit', la inestabilidad geopolítica generada por los ataques terroristas, las dudas derivadas del frenazo del crecimiento en los principales países de la Eurozona y, por último, en el apartado doméstico, la parálisis económica e institucional que ha propiciado las elecciones fallidas del 20 de diciembre y la repetición de las mismas en junio, han supuesto un coctel perfecto para agitar los mercados.

Pero, tranquilos. Los excesos de comienzo de año, junto a la continuación del papel de los bancos centrales y una mayor estabilidad en las materias primas, han traído consigo recuperación, como indica el comportamiento de los mercados en las últimas semanas. A principios de febrero, el Ibex-35 llegó a caer por debajo de los 7.800 puntos. Ahora, el selectivo ha sobrepasado el nivel de los 9.000 puntos y parece que las perspectivas de las principales bolsas son bastante más halagüeñas para lo que resta de 2016.

Por todo esto, y con la experiencia que nos brinda el mercado, la primera recomendación que les podemos ofrecer a los inversores pasa por evitar la obsesión por los vaivenes del mercado y evitar que el pánico se adueñe de nuestros bolsillos ante un periodo de caídas. Aquí es donde toma una vital importancia la diversificación de las carteras, que será un pasaporte para nuestra tranquilidad.

Correcta gestión del riesgo

Otra recomendación fundamental pasa por una correcta gestión del riesgo. Identificarlo es el primer paso para después realizar el análisis más adecuado. Como la rentabilidad de las carteras del cliente depende de diferentes factores, el asesor personal deberá realiza una labor de ajuste de las expectativas de su cliente. En definitiva que el riesgo deberá estar tasado por la posibilidad que exista de no alcanzar sus objetivos.

Por experiencia, el inversor vasco siempre se ha caracterizado por su prudencia en la inversión, lo que no está reñido con una detección precoz y aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el mercado. Y ahora también las hay. No obstante, este escenario de tipos bajos que se ha instalado por mucho tiempo nos obliga a realizar un esfuerzo extra y a buscar algo más de riesgo para maximizar la rentabilidad de nuestras carteras. Probablemente las oportunidades en renta fija serán escasas. Pero la Bolsa nos puede dar grandes alegrías si respetamos dos axiomas: la diversificación de nuestra cartera y respetar un horizonte temporal prolongado.

No lo olvide. Evitar el pánico ante caídas puntuales, una correcta gestión del riesgo, la planificación a largo plazo y aprovechar las oportunidades que brinda el mercado serán las claves para la correcta planificación de las carteras. Un asesor financiero será nuestro mejor aliado.