Siempre nos quedará la nube

La última escena de la película Margin Call (dirigida por J. C. Chandor en el 2011) retrata a un hombre abatido mientras entierra por la noche a su perro en el jardín de su propia casa. No es otro que el bueno de Kevin Spacey en el papel de Sam Rogers, uno de los empleados cuya empresa se encuentra en pleno proceso de descapitalización y avanza inexorablemente hacia la ruina. Y lo que es peor, con ella implica a todos sus confiados inversores. Todavía más, el mundo entero sufriría un tiempo después las inevitables consecuencias, arrastrado por la imparable ola económica.

Aunque la película no es explícita en cuanto a la mención del caso, todo nos recuerda a lo acontecido en Lehman Brothers durante el año 2007. Esta enorme compañía de servicios financieros norteamericana se vio obligada a prescindir de buena parte de sus activos para obtener financiación y poder así hacer frente a su interminable deuda. La crisis del sector inmobiliario afectó a los créditos 'subprime' que había concedido a sus propios clientes (créditos hipotecarios de alto riesgo que resultaron a la postre impagados en la mayoría de los casos) y en consecuencia, la empresa sufrió enormes pérdidas, se devaluó en bolsa y finalmente, un año más tarde, se declaró técnicamente en quiebra.

En tales circunstancias de total degradación, la compañía optó por transformar el modo de prestar los servicios apoyados en las TICs (Tecnologías de la Información y Comunicaciones). Esta decisión estaba motivada por un único y claro objetivo: reducir costes. En la medida de lo posible, Lehman Brothers precisaba seguir manteniendo su actividad para solventar sus graves problemas financieros, pero al mismo tiempo requería de las infraestructuras necesarias para continuar haciéndolo.

Recurrió a la nube, lo que los más expertos denominan como 'cloud computing', y con este cambio de paradigma fue capaz de seguir manteniendo la ejecución de los casi 3.000 programas que afectaban a más de 10.000 dispositivos. De este modo, se desmaterializaron los sistemas que albergaban la información y permitían operar con ella. Al menos, en este caso la crisis fue beneficiosa para promover la modernización de dichos sistemas, aunque insuficiente para afrontar el descalabro de la organización.

Necesario para las pymes

Es bien sabido que las ventajas que otorga la nube a las empresas son varias y representan un impacto significativamente positivo en su estructura de costes. Por tanto, mejora la eficiencia de los recursos, y como resultado, la competitividad en el mercado porque: se puede redimensionar en función de las necesidades (escalabilidad), facilita la ubicuidad en el uso de la información (acceso multidispositivo) y garantiza servicios añadidos como la seguridad (interoperabilidad y robustez). Aun así todavía algunas empresas se resisten al cambio. Particularmente las pymes (pequeñas y medianas empresas) que disponen de menos recursos, tanto económicos como de propio conocimiento técnico, son las que más lo necesitan.

Hoy en día siguen siendo mayoría los sistemas informáticos tradicionales y el modo de mantenerlos. Todo es 'in-company', pero ciertamente el futuro marca otra tendencia, es sólo cuestión de tiempo. Por ese motivo, las empresas deben plantearse el modo de abordar la tarea de mantener, sin demasiado esfuerzo económico y dedicación, sus infraestructuras informáticas, ocupándose verdaderamente por sus negocios y dejando en manos de los expertos las labores de gestión de los sistemas de información.

Si no lo hacen, perderán competitividad y capacidad de adaptación a los nuevos mercados, que son cada vez más exigentes y demandan mayor flexibilidad. En definitiva, si no lo hacen, acabarán tan mal como el personaje que enterraba en la escena final de aquella película a su perro en el jardín de su casa. Que para colmo de males, le vio su exmujer y lacónicamente le recordó: «tú ya no vives aquí».