Las EPSV vislumbran ya su estabilidad tras siete años de crisis en Euskadi
El patrimonio crece a un ritmo del 1,32%, hasta los 22.500 millones, más del 33% del PIB vasco
José Luis Galende
Lunes, 9 de noviembre 2015, 03:32
Con casi 22.500 millones de euros, que representan más del 33% del PIB vasco, las Entidades de Previsión Voluntaria (EPSV) han entrado en la ... recta final del año con el objetivo de recuperar la normalidad, tras más siete años de crisis y cambios legislativos que han afectado al fuerte ritmo de crecimiento que habían vivido desde su creación, hace 32 años. Los datos del tercer trimestre de 2015 que maneja la Federación de EPSV de Euskadi revelan un crecimiento del 1,32% del patrimonio con respecto a un año antes -frenado por el mal comportamiento de la Bolsa en ese periodo- y un descenso del 0,22% del número de partícipes, que se ha situado 1.149.150.
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Ahora bien, ese balance es del conjunto de EPSV, porque analizada cada una de las tres modalidades existentes -de empleo, individuales y asociadas-, el comportamiento ha sido diferente, según se desprende de los datos facilitados por la federación. Así, mientras que las aportaciones a las de Empleo -las ligadas al puesto de trabajo- han crecido el 1,5% en el último año, las individuales -suscritas de manera personal por los ciudadanos- se han visto reducidas en un 8%, aunque en esta modalidad el 60% de esa partidas se ingresa en el último trimestre del año. Las EPSV asociadas tienen un carácter marginal, con un patrimonio que no alcanza los 33 millones.
En la evolución de las EPSV influye la marcha de la economía, pero sobre todo, apunta el presidente de la federación, Ignacio Etxebarria, lo que suceda en la negociación colectiva. Y es que con más de la mitad de los asalariados vascos con su convenio colectivo paralizado, la expansión de las entidades de empleo es harto difícil. Además, la congelación salarial que supone el bloqueo de los convenios tiene una doble consecuencia. Por un lado, porque en las EPSV de empleo las cuotas son proporcionales al salario; y, por otro, porque si no hay incremento, las posibilidades de aportaciones a las individuales se reducen. «No es el mejor momento para el ahorro», apostilla el responsable de la organización.
Los momentos más duros
Otro hecho que apunta a la normalidad de esta fórmula de previsión es el descenso de los partícipes que han rescatado sus aportaciones, señala Etxebarria, de tal forma que cree que «los momentos más duros ya han pasado». Como es sabido, además de en los casos de jubilación y fallecimiento, el patrimonio de las EPSV individuales solo puede ser recuperado por sus dueños a los diez años de ser constituidas, pero en cualquier momento si su suscriptor es parado de larga duración o padece una enfermedad grave.
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Los cambios en la fiscalidad de las EPSV han contribuido también a la crisis en esta modalidad de ahorro. La reducciones de las cantidades máximas invertidas que disfrutan de ventajas fiscales han supuesto que las aportaciones en la modalidad individual hayan caído a la mitad en los últimos años para quedarse previsiblemente este año por debajo de los 400 millones de euros.
Sólo el 10% del PIB en el resto de España
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En el conjunto de España, la previsión para la jubilación tiene una regulación diferente a las EPSV en los planes de pensiones y se encuentra menos extendida que en la comunidad autónoma vasca. Por un lado, el patrimonio acumulado apenas rebasa el 10% del PIB nacional, con 100.810 millones de euros en el tercer trimestre de este año (el PIB nacional de 2014 fue de 1,041 billones de euros) y todo apunta a que acabará 2015 con subida por cuarto año consecutivo, tras una evolución irregular durante los años de crisis. En el tercer trimestre el incremento interanual era de 3,93%, frente al 7,3% que creció durante 2014.
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También la proporción de partícipes es inferior a nivel nacional que en Euskadi, con menos de la mitad de la población activa. En la fecha de referencia eran casi 9,9 millones las cuentas existentes -cada persona puede tener una, dos o más- que es una de las cifras más bajas desde el comienzo de la crisis. No obstante, en el último año ha experimentado una ligera subida del 0,63%, lo que apunta a un cambio de la tendencia de los últimos años. En Euskadi, los casi 1,15 millones de cuentas superan a la población activa.
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Diferencia
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Otra diferencia con el sistema vasco es la importancia de las tres modalidades de pensiones. Mientras que en Euskadi el sistema de empleo -las EPSV ligadas al puesto de trabajo- compite en patrimonio con las individuales, a nivel nacional estos planes casi duplican a los primeros. En ambos escenarios la importancia de los planes asociados es marginal, con tasas inferiores al 2%.
Hay otras elementos que contribuyen a cimentar la sensación de que la normalidad del sistema de previsión vasco está al alcance de la mano. Por un lado, señala el presidente de la federación, está próximo a publicarse el decreto que acaba con los problemas surgidos en torno a los rescates tras una sentencia del Tribunal Constitucional del año pasado, que deja la regulación como estaba en el pasado y que anulará la laguna existente sobre las cantidades entregadas entre julio de 2014 y diciembre de 2015. Esas partidas volverán a ser rescatables a los diez años cuando entre vigor la normativa que ya ha aprobado el Gobierno vasco.
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El coste fiscal
Por otra parte, cada día que pasa pierde peso el argumento del coste fiscal que tienen las EPSV para las Haciendas forales de algunas fuerzas políticas partidarias de su reforma, ya que permite a los partícipes desgravar por las cantidades aportadas. Pues bien, resalta Ignacio Etxebarria, los ingresos fiscales que tienen las diputaciones por IRPF de las prestaciones de las EPSV compensan, si es que no los superan ya, los más de 200 millones de euros de ese capítulo. En los primeros seis meses de 2015 los partícipes de EPSV recibieron prestaciones por unos 483 millones de euros, según datos de la federación, por lo que se acercarán a los mil millones a fin de año.
Pese a que la incertidumbre sobre el futuro del sistema público de pensiones está extendiéndose entre los ciudadanos, Ignacio Etxebarria considera que es un temor «infundado». Admite, no obstante, que estas prestaciones serán cada vez más bajas con respecto al último salario percibido por el trabajador, pero destaca como positivo el debate abierto entre las fuerzas políticas sobre la búsqueda de nuevas fuentes de financiación para el sistema, dadas las dificultades para que pague sus compromisos con la recaudación de cuotas.
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