El debate escamoteado

Se trata de responder si es verdad que siendo Euskadi un 33% más rico que la media española, el gasto público por habitante en Euskadi supera en más de un 60% la media de España. Si lo es, es un escándalo

Joseba Arregi

Domingo, 8 de noviembre 2015, 02:55

A falta de curas y obispos que impongan en qué términos se debe pensar, de qué se puede hablar o de qué y cómo se ... puede debatir, en nuestras ¡ay! tan democráticas sociedades los gestores de la opinión hegemónica, los líderes de opinión y los políticos de turno se van convirtiendo en nuevos reguladores de la opinión, en virtuosos del escamoteo de debates. Y para ello no hace falta ninguna llamada ley mordaza, basta con construir supuestos mitos fundacionales y tabúes que no se pueden criticar, ni siquiera discutir.

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Algo de esto ha sucedido con las supuestas amenazas al Concierto Económico, elevado a la categoría de mito fundacional de la comunidad política vasca, a algo más protegido que el tabú del incesto de las sociedades primigenias, a origen de una forma de constitución de comunidad política al margen, y superior, a toda otra forma de fundación de comunidad política.

Si a estas alturas de la historia se recurre a las claves discursivas que el nacionalismo vasco, pero no sólo él, ha utilizado en el inexistente debate sobre el Concierto Económico, a conceptos tan ampulosos como de poco contenido, a trampas tan manifiestas como equiparar la ley del Concierto, con su aplicación y con el cálculo en el que se sustenta, el Cupo, y a amenazas de rupturas y desgracias constitucionales de grave calado, es que algo se quiere esconder.

Y lo que se quiere esconder es el debate mismo. En cuanto se plantea de alguna forma, directa o indirecta, la situación privilegiada en la financiación del gasto público en la Comunidad Autónoma de Euskadi, inmediatamente salta el resorte de ver el Concierto amenazado. Pero no es, inicialmente y primariamente, de eso de lo que se trata. Se trata de responder si es verdad o no que siendo Euskadi un 33% aproximadamente más rico que la media española, el gasto público por habitante en Euskadi supera en más de un 60% la media de España. Ésa es la cuestión: ¿son o no son esos indicadores porcentuales reales? Porque si lo son, suponen un escándalo que hace burla manifiesta del mandato constitucional de la igualdad de los ciudadanos en España. Si no son reales, se trataría de decir cuáles son los indicadores y los porcentajes reales.

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Algunos comentaristas parecen dar por ciertos los porcentajes, pero añaden que es preciso tener en cuenta una posible y casi segura mejor gestión de la recaudación fiscal en Euskadi. Entonces se trataría de calcular cuánto de la diferencia de puntos porcentuales puede ser absorbida por esa mejor recaudación. Alguien puede argumentar diciendo que la presión fiscal en Euskadi es más alta que en territorio común. Entonces, igualmente, se trataría de indicar en cuánto es superior la presión fiscal en Euskadi, no nominalmente, sino realmente, contando todas las deducciones y desgravaciones fiscales.

Pero si con estas alegaciones se reduce la diferencia entre los dos porcentajes indicados, entre el de la riqueza producida y el del gasto público por habitante, pero no lo suficiente como para eliminar el carácter escandaloso de la diferencia, el problema seguiría existiendo. No se trata pues de saber cómo se calcula el Cupo, pues mucho me temo que ese cálculo tiene más carácter político que técnico, que es más fruto de negociación política que de sesudos estudios y análisis técnicos. No es cuestión, al menos no exclusiva ni principalmente, de saber si el 6,24% sigue siendo válido o si durante algunos años ha sido inferior y por ello se ha pagado demasiado. Ni siquiera se trataría de explicar por qué si todo está tan claro es tan difícil llegar a las correspondientes liquidaciones del Cupo a tiempo, y no llevar los retrasos que acumulan.

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Se podría sospechar que la tendencia a evitar el debate, a escamotear el debate en los términos planteados en los anteriores párrafos, y la elevación del respeto al Concierto Económico a la categoría de decisivo para el ser o no ser político de Euskadi es indicativo de que los porcentajes indicados son correctos y que el escándalo existir, existe. De otra manera no se explica el alud de sobresignificación política que se le concede al tema, no se comprende el funambulismo interpretativo de la Constitución española al que se recurre para no hablar de lo que hay que hablar.

El Concierto Económico es la concesión sustitutiva que hace Cánovas del Castillo por la derogación de los Fueros. El Concierto comienza su existencia cuando fenecen los Fueros. El preámbulo de la ley que instaura el Concierto, como me lo ha indicado un amigo, dice que se procede a su aprobación para integrar a las provincias vascongadas en el concierto económico de España. Si se argumenta con la antigüedad del Concierto debería ser tenida en cuenta la intención de la ley que lo instauró, no de reconocimiento de una soberanía fiscal de Euskadi, como se afirma ahora, sino de integración en el concierto económico de España.

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Se ha llegado a decir que el Concierto es lo único que une a Euskadi con España y se recurre a la Disposición Adicional Primera: «La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales.

La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía».

Queda claro que es imposible hacer una lectura de la Constitución y de su Disposición Adicional Primera en el sentido de enfrentar los derechos históricos al resto de la Constitución. Al contrario: su amparo y respeto sólo poseen sentido y significado dentro de la lógica del conjunto de la Constitución, dentro de su sistemática.

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Los debates, para tener sentido, y sobre todo para que sirvan para la formación de una opinión pública argumentada y racional, deben cumplir algunas reglas, siendo la principal no jugar con las palabras, atenerse al significado de las palabras y ser serios con los argumentos. No abrir las puerta al juego de los sentimientos.

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