Moscovici, el infiltrado
En el déficit, el Gobierno español tiene que hacer como el francés: cumplir... si puede. Si no, que Bruselas dé más plazo
Fernando Pescador
Viernes, 16 de octubre 2015, 20:48
La política española se encuentra en un estado de agitación tal que factores de verificación altamente improbable, como las previsiones económicas, son susceptibles de convertirse ... en armas dialécticas, aunque la experiencia demuestre que esos pronósticos dan muy pocas veces en el blanco. Hablamos de la reciente trifulca sobre las reconvenciones de Bruselas al Gobierno español, por supuestos excesos de optimismo en la formulación de su presupuesto para 2016.
Me he tomado el trabajo de rebuscar en mis papeles (electrónicos) de los últimos cuatro lustros, (que ya es un tiempo), buscando los pronósticos que la Comisión europea ha hecho en su transcurso sobre las perspectivas de evolución de la economía española y más concretamente en lo que concierne a su déficit fiscal o presupuestario. Les he construido un gráfico. Sólo acertaron en 2003; todo un récord. Lo que he constatado, como general, es que la Comisión se queda corta en sus vaticinios, lo mismo cuando apunta a la baja que cuando lo hace al alza: si el déficit aumenta, lo hace en mayor medida que en sus pronósticos. En cambio, si hay superávit presupuestario la marca queda por encima de las previsiones de Bruselas.
No pretendo criticar a los estupendos economistas de la DGII (la de Economía, ya no se llama así) de la Comisión. Conozco a varios de ellos. Trabajan con modelos muy depurados y son extremadamente competentes. Lo que pasa es que apostar a aciertos de pleno en previsiones económicas como estas es un ejercicio un poco estéril, porque es imposible prever lo que va a pasar en la realidad. Se puede hacer una computación aproximativa de ponderables y de algunos imponderables, pero, al final, la vida manda y los pronósticos quedan en papel más o menos húmedo.
Lo que me parece absurdo es montar un pollo político por décimas de punto. Sobre todo cuando quien te da el pie para hacerlo es un comisario europeo muy contestado, que procede de un país, Francia, cuya economía parece instalada en una especie de realismo mágico, si no abiertamente en el universo de la fantasía.
Pierre Moscovici llegó a la comisaría de Economía de la Comisión europea no precisamente en loor de multitud. Procedía del ministerio francés de Finanzas y Angela Merkel y Wolfgang Schauble le miraban con gran recelo. Pensaban que París no merecía un puesto de tanta relevancia en la Comisión, siendo Francia, como es, un pésimo alumno en la asignatura de las responsabilidades presupuestarias. En el otro gráfico que les he construido hoy podrán constatar que Francia vive en un estado de déficit permanente. España, tan vilipendiada estos días por Moscovici, obtuvo superávits presupuestarios varios años la década pasada. Luego, nuestra economía, por las razones ya conocidas, se hundió pero las últimas Previsiones económicas de la Comisión, las de primavera del año en curso, nos vaticinan el mismo déficit que a Francia en 2016.
Pero hay una salvedad importante: Pierre Moscovici, el muy francés comisario europeo de Economía, le otorgó graciosamente a París el pasado febrero dos años adicionales, hasta 2017, para cumplir con sus obligaciones de déficit fiscal. Es el tercer plazo que Bruselas le da a Francia para satisfacer sus compromisos, pues ha incumplido ya dos. La cosa tuvo su bemol porque poco antes de que Moscovici oficiara de infiltrado, en octubre de 2014, el primer ministro galo, Manuel Valls, proclamaba ante la Asamblea nacional, comentando el ya entonces considerado como imprescindible retraso a 2017 del cumplimiento francés con el Pacto de Estabilidad, que «no estamos pidiendo nada (...), Francia toma sus propias decisiones». ¡Vaya lealtad la de Francia con sus compromisos internacionales! ¿Acaso París no está concernida por las obligaciones del Pacto de Estabilidad?.
Me consta que en Alemania la decisión de Moscovici (que se hizo extensiva a Italia, el otro desastre presupuestario de la Eurozona) causó un enorme desasosiego: Berlín temía que Moscovici desposeyera a Bruselas de toda credibilidad.
Esa credibilidad está perdida, menos para la oposición española, que se ha aferrado a las Previsiones de Moscovici como si de la Verdad Revelada se tratara. Por contra, en Francia, como en Italia, todo el mundo está encantado con el año 2017.
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