La lenta agonía de la humilde bombona de butano
El consumo se ha reducido a la mitad en los últimos diez años, a pesar de que su bajo precio le hace ganar atractivo en tiempos de crisis
mari carmen corrales
Jueves, 10 de septiembre 2015, 14:07
Los aprietos económicos que han azotado España y Euskadi durante los últimos ocho años han obligado a muchas familias a apretarse el cinturón para poder llegar a fin de mes. Sin embargo, a pesar de que los cortes de suministro y la pobreza energética han sido temas que han suscitado grandes polémicas, el uso del butano -la energía más barata para pequeños consumos- lejos de extenderse, se ha retraído significativamente.
Quien opte por la electricidad tendrá que hacer frente a una factura que en la última década se ha encarecido un 75%. Y, aunque el gas natural es una opción rentable para viviendas que hagan un desembolso importante en energía, su coste también es mayor. Vista la tesitura, parecería lógico que el butano se convirtiese en una opción atractiva, pero lo cierto es que su consumo se ha reducido a la mitad en los últimos diez años. En junio de 2005 se vendieron 1.935 toneladas de este gas en el País Vasco. En el mismo mes de 2015 no se alcanzaban las mil (937,37), un 51,56% menos. Lo que se traduce en que hace diez años se despacharon 154.800 bombonas, y en la actualidad solo 74.990.
El conjunto de España sigue la misma tendencia con una caída del 41%. Y, aunque en 2010 hubo un repunte en el que se vendieron 2.882 toneladas más que en 2009, un año después el desplome fue de 102.745,68, el descenso más pronunciado en la última década (un 9,38% en un ejercicio). El gas natural y la electricidad han sustituido a la clásica bombona naranja.
Los porqués
Pocas alternativas son capaces de competir en precio con el butano, cuyo coste para el cliente final se ha reducido un 25% desde comienzos de año. Solo el gas natural puede hacerle frente, y solo para consumos elevados. Pero ni siquiera esto reactiva su consumo. Desde la Asociación Española de Operadores de Gases Licuados del Petróleo (AOGLP), José Luis Blanco, su director general, explica los motivos. En su opinión, aunque hay varios factores que influyen -entre ellos el de una climatología más benigna-, son dos los grandes causantes del declive: la expansión del gas natural y de la electricidad. Esta última se ha hecho con gran parte del mercado por su "buena imagen pese a ser más cara". Y es que, según Blanco, "la estética, la comodidad y la facilidad de limpieza priman frente a la eficiencia energética". "A la hora de calentar la electricidad genera grandes pérdidas energéticas", añade.
El gas natural, por su parte, tuvo su gran auge entre 2003 y 2008; durante los años de bonanza muchos usuarios del butano decidieron optar por él. Retornar significaría cambiar de nuevo la instalación y reservar, otra vez, un espacio para la antigua bombona. "La gente no quiere volver salvo que le corten la luz, lo ve como algo anticuado. Como un paso atrás". Además, "es imposible competir por los precios fijos".
La comodidad, ha sido, sin duda, una de las claves. Quedarse sin agua caliente en medio de la ducha o que el butanero pase cuando uno no está en casa han sido los problemas habituales de los usuarios de este combustible. Por no hablar del hecho de tener que cargar con una bombona de 26 kilos. Por otra parte, la mayor seguridad del resto de alternativas ha impulsado su decadencia.
¿Quién sigue conectado a la bombona?
Así las cosas, parece que el butano ha perdido su mercado. Pero lo cierto es que hay situaciones en las que su uso es lo más racional y, por lo tanto, existen usuarios que lo consumen. La intuición podría llevar a pensar que estos son las familias sin recursos. No obstante, según los datos la AOGLP, solo el 15% de los hogares necesitan el precio regulado por el Gobierno. Entre los que siguen utilizando la clásica bombona se encuentran también quienes no tienen acceso al gas natural, las segundas viviendas y los lugares de recreo.
A este respecto, la entidad denuncia que muchos se benefician del precio rebajado cuando no deberían hacerlo; las segundas viviendas eligen el butano por sus bajos consumos y los lugares de ocio, como los bares, se aprovechan también de su bajo coste. Las estufas exteriores se han convertido en parte habitual del paisaje de las terrazas en invierno. Los establecimientos hosteleros aprovechan así el bajo precio fijado por el Gobierno para atraer a la clientela. "En otros países les costaría 40 euros cada bombona", protestan desde la AOGLP.
El mercado libre
El año pasado se liberalizó parcialmente el mercado del gas butano; el precio de las bombonas que pesen menos de siete kilos en vacío quedaría libre, mientras que el resto seguiría regulado. Con esto se pretendía mantener una 'bombona social' y a su vez ampliar las opciones para las empresas. Cepsa ya tenía un producto de estas características, por lo que Repsol no dudó en responder ante esta oportunidad; lanzó una botella más ligera, con un nuevo diseño y con doce kilos de producto. La bombona tradicional pesa unos 13,5 kilos vacía, mientras que las nuevas rondan los 7 kilogramos. Una ventaja para las empresas, ya que se reducen las limitaciones impuestas por el Gobierno, y para los usuarios, que cargan con la mitad de peso del envase y prácticamente la misma cantidad de producto.