«Se echa de menos más jaleo de niños»
La Bizkaia envejecida ·
Una visita a Elantxobe, uno de los pueblos con menos nacimientos. «Pero aquí la vida para un crío está muy bien»Hay un ratito, todas las tardes, en el que la vida cotidiana de Elantxobe se impone a la estadística. El pueblo costero lleva ya unos ... cuantos años destacado como el municipio más envejecido de Bizkaia: el censo de hace una década desveló que el 31,8% de sus vecinos habían cumplido ya los 65, cuando ninguna otra localidad del territorio alcanzaba el 30, y concretó también que los menores de 20 años se quedaban en el 8,8%, lo que dejaba a Elantxobe como el único registro por debajo de la frontera del 10%. El cómputo de nacimientos del último lustro -el de los años comprendidos entre 2016 y 2020- no anima mucho el panorama: el Eustat ha contabilizado 7, cuando en un periodo equivalente de los años 80 vinieron al mundo 41 nuevos vecinos. Así que el forastero llega a Elantxobe dispuesto a ver el mar, que da la impresión de alzarse frente al pueblo como una pantalla de cine, y a alguno de esos señores mayores que se pasean por el muelle pescando nostalgias.
Pero pasan unos minutos de las cuatro y es el ratito de los niños, los pocos niños de este pueblo encajonado de manera inverosímil entre el monte y el Cantábrico. Primero llega el autobús que trae a los más pequeños desde Haizeder, la escuela del barrio de Natxitua, en Ea, donde estudian hasta los 6 años. Se apean tres pequeñas y sus madres las arropan en los bancos del mirador, porque a esta hora el pueblo queda ya a la sombra y sopla un viento traicionero. Media hora más tarde llegan los mayores desde Barrutia, en Arratzu: de este segundo vehículo se bajan doce chavales que, por unos minutos, llenan de vida las calles empinadísimas, mientras la famosa plataforma de la plaza gira para que el autobús pueda volverse por donde ha venido. Hay un momento insólito en el que se juntan cinco críos en el tobogán recién instalado frente al frontón, un parquecito infantil que se inauguró en Navidades.
NUEVE MUNICIPIOS
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Natalidad. En Bizkaia hay nueve pueblos que no alcanzaron los diez nacimientos entre 2016 y 2020, según el Eustat.
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Los que más pierden. En Elantxobe se contabilizaron 7 (frente a un máximo de 41 en la primera mitad de los 80). En Trucíos, 8 (llegaron a ser 36) y en Sukarrieta, 5 (alcanzó los 21).
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El resto. Arakaldo (6), Gizaburuaga (9), Izurtza (7), Lanestosa (3), Nabarniz (9) y Ubide (5).
«Somos los últimos aventureros, los más animados», bromea una de las tres madres que recogen a los pequeños. En otro quiebro a los estereotipos, resulta que ninguna de las tres procede del pueblo: son de Madrid, de Bilbao y de Deba. «Esto queda lejos de todo: del trabajo, de hacer compras... Te obliga a coger mucho el coche», explica Amel El Yamani. «Moverse con un bebé es complicado. Yo he usado mucho la mochila, pero también puedes con un buen carrito», comenta Ainhoa Iriondo. «¡Y con mucho ánimo!», completa Amel. ¿Y lo mejor? «Aquí no existen el estrés ni las prisas de Bilbao, aunque a veces eches de menos un poco de meneíto. Son dos caras: Elantxobe está muy apartado, pero el encanto y la tranquilidad se deben a eso», reflexiona Iratxe Villalba.
En realidad, la escasa natalidad es solo una consecuencia del problema de fondo, ese éxodo de los jóvenes que prefieren asentarse más cerca de sus lugares de trabajo. En ese sentido, es cierto que estos padres de Elantxobe tienen cierto aire de resistencia, de haberse aferrado al pueblo pese a la incomodidad de las distancias: «Para mí, esto es calidad de vida», resume Josu Eiguren, que recuerda bien los privilegios de ser niño en Elantxobe: «Aquí estábamos mejor que en cualquier otro sitio. Con 6 o 7 años ya éramos libres, nos movíamos de arriba abajo y los padres no sabían ni dónde andábamos. Yo con 4 o 5 años ya iba solo a clase», explica. Josu tiene 40 y, en su niñez, aún se estudiaba en el pueblo hasta quinto de Primaria.
Los críos de hoy mantienen algunas de aquellas ventajas. «Es verdad que tenemos lejos la escuela y que llegan a invertir nueve horas desde que se van hasta que vuelven, pero aquí la vida para un niño está muy bien. Yo he tenido una infancia maravillosa y espero que la de mi hija sea igual. Con 7 años puede salir sola a la calle. ¡Cada uno se amolda a la manera en que quiere vivir!», argumenta Argi Zameza, que es concejala del Ayuntamiento y trabaja como profesora en Aulesti. «Elantxobe está lleno de maestros: levantas una piedra y te sale uno», bromea, y ciertamente el censo de profesores originarios del pueblo no parece tan alejado del de niños. Jon, hermano de Argi, ha hecho mucho por cambiar la tendencia demográfica, ya que es padre de tres hijos. «Se echa de menos más jaleo de niños. Los míos tienen 9, 6 y 2 años y se van solos al frontón. Das un grito, el eco se oye en todo el pueblo y vuelven a casa», se ríe este héroe de la natalidad local, que tiene su empleo en Barakaldo, allá en el espacio exterior.
El colegio reabierto
Juan Mari Goitiz y Pedro Mari Uribarren, que pertenecen a la generación anterior, contemplan el pueblo desde el mirador. ¿Qué piensan los veteranos de todo esto? ¿Hay manera de revitalizar Elantxobe? «Aquí no hay nada, no hay trabajo. La juventud no quiere ir a la mar, y tienen razón: yo 44 años he estado y no he hecho ningún verano en casa», sentencia Juan Mari, que empezó a faenar a los 12. Los dos hombres aprovechan la panorámica para ir describiendo un Elantxobe que ya no existe, el de los pesqueros y las conserveras, y en ese repaso dibujan un bosquejo de sus propias infancias: las clases con don Alfonso, el profesor ciego que «se sabía las enciclopedias de memoria» (55 niños había entonces en la escuela de chicos), los trozos de ijada de bonito frita que les regalaban las mujeres de las conserveras, las pelotas de trapo que compraban donde Luis el droguero, los escalones del muelle atestados de críos con sus aparejos... «En cada casa había cinco o seis hijos», evoca Juan Mari.
Pero, pese a todo, los estudios más recientes permiten cierto optimismo. En la última Estadística Municipal de Población del Eustat, los mayores de 65 tienen todavía más peso en Elantxobe (son el 32,9%), pero también ha crecido la proporción de los menores de 20, que son ahora el 11,6%. Y el curso que viene, por reformas en la escuela de Natxitua, reabrirá el colegio del pueblo para los más pequeños: es una situación provisional, pero alargará ese ratito de los niños que tanta vida da.
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