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El parque Otamotzena, situado en el barrio de Aramotz en Durango, fue inaugurado en 2021 con el objetivo de ofrecer una área recreativa moderna para ... los vecinos, con dos áreas diferencias para los más pequeños y para las mascotas, con un recinto vallado. Con una inversión de 300.000 euros, la instalación cuenta con diversas zonas de esparcimiento, una tirolina, juegos acuáticos y el txakurgune, destinado a que los perros jueguen y evacuen en un sitio apartado.
A pesar de que la iniciativa fue recibida positivamente por muchos, en los últimos meses se han ido acumulando protestas acerca del uso inadecuado del sector asignado a ellos, lo que ha generado tensión entre los residentes. «Es frustrante tener que limpiar las zapatillas de mis hijos cada vez que vamos por allí porque hay excrementos fuera del recinto designado para los canes. Es un tema de higiene, y lo peor es que el ámbito apropiado se encuentra a 10 metros», explica María Etxebarria, madre de dos niñas pequeñas que acuden con frecuencia al parque. Según ella, las advertencias y carteles instalados por el Ayuntamiento no parecen ser suficientes a la hora de cambiar la actitud de algunos usuarios. Asimismo, Jon Ander Urkijo, vecino de la zona, expresa su preocupación: «Lo que más me molesta es la falta de civismo. No es tan difícil estar atento y coger lo que deja el animal. El área está claramente delimitada, aún así parece que hay gente que no acata las normas. Tendría que haber más control». En su opinión, la situación es especialmente grave cuando los niños juegan en las mismas áreas donde hay deposiciones.
No obstante, el debate sobre el uso del espacio no se limita a las reclamaciones de los progenitores. Propietarios de estos animales domésticos que utilizan el lugar habilitado argumentan que la obligación de que esté limpio no es solamente suyo, sino que es una cuestión compartida entre los asistentes. Ane Goikoetxea, dueña de un labrador, considera que los padres deberían de hacer un poco de autocrítica por su parte: «Hay que reconocer que hay niños que dejan botellas, papeles y envoltorios. El cuidado debería ser responsabilidad de todos». Iosu Larrañaga, propietario de dos galgos, también defiende el uso responsable del txakurgune, pero añade que la limpieza y el respeto por el entorno no deben ser exclusivas de ellos: «Es cierto que hay quien no recoge los excrementos, aún así, no podemos generalizar».
Once áreas
En los últimos años, la localidad ha apostado por mejorar la convivencia ciudadana y ha habilitado zonas de esparcimiento canino. Actualmente, hay once, distribuidas por diferentes barrios. Siete de ellas —entre las que se encuentran Faustebekoa, Astolabidea, Zuhatzola, Tabira, Zumarkalea, Ibaizabal Parkea y Anborsio Meabe Parkea— se han incorporado recientemente, sumándose a las cuatro ya existentes. Los espacios, que suman más de 23.500 metros cuadrados, están diseñados para que los perros estén sueltos y controlados.
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