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Vicente Zavala es un «referente» en Durango a nivel social, cultural y pastoral, destacando su gran compromiso con los más necesitados. Es algo que está ... muy presente en muchos vecinos de la villa y algunos de ellos reivindican desde la asociación que lleva el nombre de este jesuita.
Hoy en día, la asociación organiza todos los años actividades dirigidas a alumnos de los centros escolares de la localidad. «Estamos en la fase de concurso (elaboración) del IX concurso de cuentos en castellano y VI de comic en euskera que convocamos entre los alumnos de tercero y cuarto de la ESO. El 15 de febrero acaba el plazo de presentación, y posteriormente será la fase de calificación y la entrega de premios, en la primavera, en la biblioteca, y con la presencia de representantes del Ayuntamiento, colaborador del concurso», explica uno de sus miembros, Joaquín Olaortua.
El colectivo, para dar mayor visibilidad al concurso, y motivar más a los posibles participantes, decidió el año pasado publicar los cuentos ganadores del VIII concurso y añadir los ganadores del primer concurso, resultando en total doce trabajos, algunos también en euskera, que se recogieron en un ejemplar que se ha distribuido a comienzo de curso por los centros escolares y la biblioteca. «La idea es publicar este año los ganadores del concurso actual, y los del segundo concurso (2016-2017) y así sucesivamente», explican desde el colectivo.
Además, participan cada año en este evento-encuentro promovido desde el Consistorio. «Nosotros mostramos los ejemplares de libros de la colección Kurutzeaga, de la que fue fundador y promotor Vicente Zavala, ayudado por un equipo de colaboradores. Es una forma de dar a conocer su legado cultural, que por otra parte tratamos de mantener ofreciéndonos a colaborar en la publicación de temas que tengan que ver con la cultura y la sociedad duranguesa», explican desde el colectivo. También organizan conferencias que den a conocer a personajes históricos de nuestra Villa (Ambrosio de Meabe), o relacionados con ella (Regoyos), o personas de la villa que por su relevancia han dejado huella.
«Ahora, somos cerca de 60 socios que, convencidos como herederos del 'legado Zavala' y de que la lectura y por tanto, la escritura son fundamentales para el desarrollo de las personas», resume Olaortua. Su último deseo, es que la plaza que se ubica en la nueva urbanización en el barrio de San Fausto, en la calle Zirarmendieta, lleve el nombre de Padre Vicente Zavala. «En estos momentos estamos en contacto con el Ayuntamiento y en concreto con la alcaldesa Mireia Elkoroiribe, para poder otorgar al jesuita el nombre de esa nueva plaza», resumen desde el colectivo.
Una de las primeras actuaciones del jesuita al llegar a la villa fue comprar las ruinas de la antigua ermita del barrio San Fausto y unos terrenos adyacentes para levantar la actual iglesia, que se hizo en 'auzolan' con la participación de los vecinos. «Por aquellos días la misa se celebraba en las antiguas escuelas y las primeras comuniones eran en el frontón. Yo, por ejemplo, la hice allí», recuerda el sacerdote durangués, Iñaki Loinaz.
En esa zona de Durango, que contaba con cerca de 500 viviendas, residían trabajadores de fábricas que habían emigrado de Andalucía, Extremadura o Cantabria. «Ayudó mucho al barrio y tenía un lema: que ningún niño se fuera a la cama sin haber comido y lo consiguió», indica Lavín, que fue parte de los orígenes de este colectivo cultural junto al mismo Loinaz, Javier Sagastizabal -gran impulsor- y José Luis Gallastegi, destacando la unión de los vecinos de San Fausto. «Le deben mucho». Tuvo un gran compromiso con una zona que «entonces era más marginal» y en la que desarrolló un intenso trabajo para que recuperara «la conciencia de barrio» y «la ilusión».
«Éramos un grupo de personas afines a la labor que hizo y habíamos trabajado con él en catequesis y colaborado en la parroquia. Su vocación frustrada era la de escritor y llegó a realizar varias publicaciones sobre la iglesia San Pedro de Tabira, Jesuitas en Durango e ilustres como Bruno Mauricio Zabala o Juan Olazarán», añade.
Zavala falleció inesperadamente en agosto de 2004, dejando su huella en Durango y especialmente en San Fausto por la enorme labor pastoral, social, cultural y deportiva que llevó a cabo hasta el momento de su muerte. Fue el artífice de la reconstrucción de la ermita de San Fausto y emprendió la restauracion de las iglesias de Tabira (San Pedro y Nuestra Señora del Rosario), además de autor de más de 30 libros sobre la Historia de la villa.
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