Maristak crea su 'caravana de valores'

La vuelta a las aulas no ha sido nada aburrida para los alumnos del centro Maristak de Durango. Un poco de celo, unas pajitas, gomas elásticas, depresores de madera y un trozo de cartulina fueron suficientes para que sus 600 estudiantes diesen rienda suelta a la imaginación y completar el 'reto 0' con el que cada año inician el curso. Se trata de una «divertida» dinámica que sirve para «romper el hielo» y «conocer a compañeros de clase», tal y como reconocieron Lorena Sotelo y María Ballesteros en el patio del colegio. La jornada de este viernes era, para ambas, la primera en su nuevo centro. Las dos estudiantes de primero de bachillerato habían creado junto a sus compañeras uno de los automóviles que participaron en la competición, e ilusionadas, esperaban a que los jueces les diesen el visto bueno. «Gana el que más lejos llegue o el que más peso aguante. Es muy entretenido empezar el curso así y no en clase, con libros y aburridos», agregaron.

La divertida dinámica provocó que los alumnos colaborasen en un ambiente en el que reinaba el compañerismo y el buen humor. «Nos lo hemos pasado muy bien creando el coche. Sirve para que recordemos lo aprendido el año pasado de una manera fácil», consideraba por otro lado Jon Miguel, que junto a sus compañeros Martin Bilbao, Paul Kapelastegi y Alex Rodriguez confiaban en su proyecto. «Hemos utilizado la lógica y creemos que está muy bien hecho. Nos han sobrado hasta piezas», señalaron a este periódico minutos antes de comenzar con las pruebas.

Una vez en el centro del patio, la tensión era palpable. Aplausos que salían de dentro al ver que el automóvil corría más de lo previsto, risas y carcajadas cuando se quedaba atascado o el auto se desplomaba al no soportar el peso de los libros… Los alumnos de Maristak se lo pasaron en grande durante el reto. «Es una simulación a la caravana del Tour de Francia. En nuestro caso, nos han pedido que reflejemos los valores que ofrece el centro, como el respeto o la confianza, por ejemplo», explicó por otro lado María Bernaola. Esta alumna de segundo curso de bachiller tecnológico, observaba el reto desde las gradas junto a algunas de sus compañeras de clase como Ainize Conde y Sara Arizmendiarrieta. «Nosotras nos conocimos así el año pasado, haciendo el reto. Es una manera muy buena de amoldarnos al grupo», añadieron.

En Maristak llevan trece años utilizando esta metodología, que aseguran, funciona «muy bien». «Queremos que crezcan como personas también, no solamente como profesionales», señaló, por su parte, el profesor Julio Alarcón.

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