Manaut muestra el Durango que pintó en su exilio hace 75 años

La muestra, que podrá visitarse hasta el 28 de octubre, combina paisajes de la villa, cargados de color y de ese anhelo de luz mediterránea que araña los cuadros, con la sobriedad y dureza de una veintena de retratos y escenas pintadas durante su estancia en las cárceles franquistas, donde pasó doce largos años. Cedidas por la Universidad Carlos III de Madrid, exhibe también por primera vez en Euskadi algunos extractos de sus escritos 'Diario de un confinado' que escribió en Durango y 'Los años de esclavitud' de su etapa en prisión, explicaron la directora del Museo, Garazi Arrizabalaga, y la presidenta de la Fundación Astarloa, Ane Abanzabalegi. Sendas adelantaron que se llevarán a cabo tres visitas guiadas gratuitas. El día 2 y 23 será en castellano, y el 9, en euskera, de 18.30 a 19.00 horas.

«Segunda patria chica»

Tras doce años encarcelado, en los que llegó a pintar alrededor de 140 dibujos que sacaba de la cárcel «entre la ropa sucia que le pasaba a su mujer», Manaut estuvo desterrado en Durango desde el 5 de agosto de 1944 hasta el 2 de septiembre de 1945. «Durante el periodo que pasó en Durango tuvo que subsistir pintando vistas y paisajes de su entorno y ofreciendo su arte casi de puerta en puerta», explicaron. La exposición ha logrado reunir catorce óleos, trece de ellos cedidos por particulares y uno, que recoge el entorno de Pinondo, propiedad del Museo.

Realizó retratos de su gente o de personajes ilustres como Fray Juan de Zumárraga y Bruno Mauricio Zabala, que se pueden ver en la muestra. Y es en Durango, en su faceta de crítico de arte, donde fragua la idea de escribir un libro sobre su maestro Sorolla, que más tarde materializó.

En una de las paredes de la segunda planta del Museo también se exhibe la paleta que utilizó en Durango. Con colores más oscuros, baja un tono con respecto a la que utilizaba en su Valencia natal. «En sus cuadros se aprecia cómo quiere poner el color mediterráneo en Durango, busca la luz « que inyecta en algunos lienzos como un paisaje de Santa Ana que cuelga de la muestra, o en cuadro del arco de Santa Ana que es más colorido», complementa Arrizabalaga.

No es la primera vez que Manaut recala en Durango tras su exilio. En 1970, apenas unos meses antes de fallecer, se le dedica una exposición en la sala de Ezkurdi que dirigía entonces Leopoldo Zugaza. En ella se recogieron algunas de sus obras que Manaut pintó en su época de destierro y pertenecían a particulares. Por problemas de enfermedad, no pudo asistir a la inauguración, pero envió una carta en la que cuenta que. aunque los primeros días fueron difíciles, él se sentía durangués. «Durango ha llegado a ser para mí como una segunda patria chica», aseguraba el pintor valenciano.