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Los bares y comercios de Durango se preparan para una de las grandes citas del año, el evento cultural de la Azoka, que llenará las calles de miles de visitantes desde el jueves día 5 hasta el 8 de diciembre. En años anteriores, el certamen ha recibido entre 100.000 y 120.000 aficionados a la lectura y la música. Además de la gran cantidad de puestos que habrá en Landako Gunea con las principales novedades literarias del mercado, también disfrutarán de la gastronomía en los diferentes establecimientos hosteleros, degustando pintxos, bocadillos o sabrosas comidas.
El bar Momotxo prepara a diario una gran cantidad de tortillas y pintxos para disfrute de sus clientes. «La verdad es que la Azoka atrae a una gran cantidad de visitas. Este año, no hemos cogido reservas, porque lo cierto es que no damos abasto. De esta manera, los que tengan mesa libre, serán atendidos. También ofrecemos platos combinados y recibiremos a los visitantes con los brazos abiertos. Cada año vienen más», explica la dueña, Mery Bustos.
El impacto económico del evento cultural en la villa suele ser muy grande aunque desde el Ayuntamiento y la asociación cultural Gerediaga, que organiza la Azoka, son remisos a cuantificar el impacto global que la cita cultural tiene en el municipio. Algo que sí sabrán el próximo año, aseguran, cuando se cumplirá la 60 edición de esta iniciativa.
El centro palentino castellano-leonés recibe con ilusión la llegada de la Azoka. «Se empieza a notar el ambiente una semana antes, es exagerado. Va por días, pero vienen de todas partes: guipuzcoanos, navarros, vasco-franceses... El día más fuerte suele ser el de los jóvenes. Tendría que haber tres Azokas al año, es una gran ayuda de cara a las ventas. Trabajamos a mesas corridas, con bocatas de tortillas variadas, pollo, bacon, lomo; también incluimos opción vegana y pintxos... cambiamos nuestra carta completamente. Es un gran impulso para la hostelería en cuanto a ventas, son las alubias de todo el año», subraya Eva Galván.
«El 90% de la gente viene de fuera. El primer día suelen venir colegios y en la Azoka trabajamos sin reservas, en modo txosna. El rey es el bocata, sobre todo de chorizo a la sidra, lomo y queso, lomo y pimiento y tortillas y pintxos. Es un impulso para las ventas y cada año la Azoka acoge entre 100.000 y 120.000 personas, es muchísimo para un pueblo», prosigue Joseba, del bar Ibaizabal, quien recalca el trabajo a destajo de unos días «muy intensos».
Los jóvenes acapararán el protagonismo del evento cultural. «Lo que más vendo son bocadillos (tortilla, lomo, bacon), pintxos, cafés y cervezas. Este año, incluso, creo que va a haber más gente porque coincide con el fin de semana y acuden sobre todo guipuzcoanos y navarros. Los jóvenes suelen pedir pintxo y una bebida, y sobre todo el primer día hay mucho vizcaíno», explica Eduardo Hernández, del Txukun.
Además de los bares, los hoteles de Durango reciben con entusiasmo la llegada de visitantes, como explica Sergio Bueres, del Hotel O'Camiño. «Nosotros trabajamos mucho con productoras y editoriales todos los años. Las reservas las tenemos cerradas, aunque dejamos algunas habitaciones abiertas para clientes nuevos. Pero esos días tenemos siempre lleno. Damos menú del día y, principalmente, queremos que el cliente del hotel esté satisfecho con el bar. En cuanto a la bebida, lo más destacado es la sidra. Viene mucha gente de golpe. Se nota muchísimo más en las ventas que en fiestas de Durango, así como en la facturación final. Creo que va a ser peor para trabajar que haya un día menos porque se va a concentrar todo mucho más. El sábado y el domingo van a ser los más exitosos, tenemos mucho navarro y guipuzcoano», subraya.
Los bares del casco antiguo, que siempre tienen mucho ambiente esta primera semana de diciembre, prepararán pintxos y bocatas, con reservas para la asociación cultural Gerediaga, organizadora de la Azoka y empresas musicales como Baga-Biga, Argia e Ibaizabal. «Duplicamos las ventas en esta época del año y damos muchos menús del día. El comedor siempre está lleno», manifiesta Jose Moya, del restaurante Txanto. El hostelero recalca que el sábado por la noche cierran el comedor porque acude un grupo de trikitilaris de Petite con su música. «Si alguien quiere acercarse el sábado hacia las cinco o seis de la tarde, será bienvenido», subraya.
Andrés, del bar Sorgin, recalca que, a pesar de acumular una larga trayectoria en la hostelería, siempre tiene nervios por estas fechas. «Es bueno porque así te mantienes atento, algo fundamental cuando tienes que calcular cantidades. Es tan complicado acertar, nunca sabes con certeza el volumen de gente que va a aparecer. Siempre se necesitan manos porque vendo mucho bocadillo y pintxos. ¿La gente? Pues hay de todo, mucho visitante de Gipuzkoa, de Navarra, también de Cantabria... Espero la cita con muchas ganas y deseando que salga todo bien», subraya.
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