El Duranguesado roza los 100.000 habitantes

La comarca del Duranguesado roza los 100.000 habitantes (99.785) según datos del Eustat, tras registrar un ligero aumento de la población en medio millar de residentes en el último año, motivado en parte por la llegada de personas migrantes.

El principal pueblo de la zona, Durango, supera en el padrón municipal la barrera de los treinta mil residentes, concretamente 30.354 a fecha de mes de marzo. Tras sufrir un retroceso en la población debido a la pandemia y la crisis económica asociada a ella, la localidad ha recuperado protagonismo en los últimos años. «Nuestros principales retos son la vivienda y el empleo de calidad para hacer frente al actual crecimiento vegetativo negativo. Por ello, entre nuestros ejes prioritarios está el impulso de inmuebles protegidos para facilitar el acceso a ella por parte de los colectivos con mayores dificultades como son la juventud y los extranjeros. Ambos son factores fundamentales a la hora de elegir un lugar para vivir», explica a EL CORREO la alcaldesa jeltzale, Mireia Elkoroiribe.

Un senegalés como Mathurin Senghor lleva más de una década en la villa, en la que se siente muy a gusto y vive en un piso compartido en el barrio de Tabira. «Empecé a aprender el castellano poco a poco gracias a los curas jesuitas y me adapté muy bien. Además, pude encontrar un trabajo en una fábrica y ayudo a mi familia que reside a miles de kilómetros», subraya. No obstante, la localidad se enfrenta a uno de sus grandes problemas, ya que mueren más personas (80) de las que nacen (49) este año. «Llevamos varios años alrededor de cifras similares y queremos conseguir un equilibrio demográfico, para lo que necesitamos ser atractivos como municipio para residir, tanto en el ámbito laboral como urbanístico», prosiguen fuentes municipales.

Diversidad cultural

En la comarca, Amorebieta se sitúa como el segundo municipio con más habitantes, con 19.657. Experimenta una subida significativa los últimos años, gracias a las personas extranjeras que residen en el municipio, la mayoría de ellos son originarios de Rumanía. «La gente se mueve por trabajo -la industria destaca en la localidad-, lo primero, pero también hay un factor muy importante que es el mercado de vivienda, además de las redes de familiares y amigos», subraya la directora del Observatorio Vasco de la Inmigración, Ikuspegi, Julia Shershneva.

«Para nosotras es un placer poder mantener las costumbres de nuestra tierra, darlas a conocer y compartirlas con otras culturas del mundo», confiesa Natalia Foca, miembro de la agrupación Juravca de la localidad. Todos los años, organizan su tradicional fiesta 'Tilofest' de la comunidad ruso-lipovena que llegó hace más de tres décadas del país del Este de Europa con la participación de un centenar de personas dispuestas a mostrar la gastronomía, los bailes y la música tradicional de países como Georgia, Rumanía, Lituania, Bulgaria o Moldavia. «La diversidad es muy bonita y aprender unos de otros permite enriquecer a la gente», reconoce.

«Soy consciente de la importancia de la calidad de vida, tanto en el ámbito urbanístico con zonas verdes y de ocio para las familias, amplias aceras que facilitan el tránsito de los vecinos, así como en el ámbito laboral con un rico y compacto tejido empresarial», analizó la regidora jeltzale de la localidad zornotzarra, Ainhoa Salterain (PNV). Otros pueblos de la comarca como Ermua y Abadiño se sitúan como tercer y cuarto con más habitantes, con 15.627 y 7.771, respectivamente.

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