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Lo que comenzó como un pequeño grupo de personas comprometidas con el bienestar animal se ha convertido en un colectivo fundamental para el cuidado de los gatos callejeros de Durango. Sin embargo, la asociación Kalekumeak denuncia que su trabajo se ve constantemente limitado por la ausencia de apoyo institucional y la precariedad de medios.
Ainhoa Pedrosa, una de las cinco integrantes que forman el núcleo activo de la entidad en la actualidad, rememora el inicio de todo: «Al principio nos juntamos unos cuantos, que éramos afines. Estuvimos cerca de dos años ocupándonos de los animales por nuestra cuenta, y llegamos a acumular una deuda de 3.000 euros aproximadamente. Por esa razón, vimos que no podíamos continuar así y en el 2021 decidimos constituirnos a modo de asociación a fin de poder solicitar subvenciones».
A partir de ese momento, comenzaron a trabajar bajo convenios anuales con el Consistorio con el objetivo de llevar a cabo el método CER (Captura, Esterilización y Retorno); no obstante, aseguran que las ayudas con las que cuentan son insuficientes. «Este sería ya el cuarto año. Nos dan una cantidad de dinero anual y nosotros hacemos las capturas, esterilizamos, nos ocupamos de las colonias… pero nos vemos muy condicionados ya que no contamos con un recinto físico apropiado», afirma la voluntaria. «No podemos seguir metiéndolos en nuestras casas. Algunos están enfermos y no pueden regresar a las calles», insiste.
Pedro Pablo Carreto, otro de los voluntarios activos, detalla el gran esfuerzo que supone alimentar a los felinos del municipio. «Hay alrededor de 26 asentamientos gatunos identificados. Se les alimenta con pienso seco en recipientes dosificadores y en puntos fijos, a fin de evitar dejar los alimentos en el suelo. Todos los alimentadores tienen carnet y han hecho el curso de formación», agrega. Esta ocupación implica una fuerte carga económica. «Hemos tenido que adelantar casi 2.900 euros porque los apoyos económicos tardan en llegar más de lo debido», asegura Carreto. De la misma manera, subraya los objetivos que consideran urgentes de cara a este año: «Queremos que la comida se incluya en el convenio desde el primer instante y que se nos facilite un núcleo zoológico. Buscamos hacer las cosas bien, con cariño y responsabilidad, pero no tenemos recursos».
A pesar de las dificultades, continúan su labor con compromiso. «El año pasado gestionamos unas 50 adopciones. Todas ellas con cuestionario, contrato, seguimiento… Nada se deja al azar», explica Pedrosa. Además, cada vez atienden más asuntos extremos: gatos mayores, positivos en inmuno o leucemia, con enfermedades crónicas o sin dientes, entre otros. «Uno tenía los pulmones encharcados. Si no lo hubiéramos sacado de la calle, se habría muerto», dice. «Aunque tenemos muchas cosas en contra, seguiremos luchando a favor de los gatos», concluye Carreto.
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